Farah sufrió una caída en la décima vuelta de la carrera que estuvo a punto estuvo de arruinar sus aspiraciones de repetir el oro conseguido en Londres 2012. «Me levanté y quise pegarme al grupo de cabeza y mantenerme fuerte», declaró el británico que, durante media carrera, había visto cómo el grupo de kenianos manejaba las operaciones de la cabeza.
Por Noelia Román
Río de Janeiro, 15 ago (dpa) – El fondista británico Mo Farah magnificó su brillante carrera deportiva al revalidar su título de campeón olímpico de los 10 mil metros en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro con una sensacional carrera y una recta final espectacular.
Sobre la pista del Estadio Olímpico de la ciudad brasileña, el fondista de origen somalí conquistó el oro en 27:05,17 minutos, por delante del keniano Paul Tanui, que se colgó la plata en 27:05,64, su mejor registro de la temporada. El bronce fue para el etíope Tamirat Tola en 27:06,26.
Flamante bicampeón de los 10 mil y de los 5 mil metros en Londres 2012, los Juegos de su país, Farah dio el primer paso para repetir aquella gesta con una actuación de lo más inteligente, siempre en grupo de cabeza, pese a una caída que, en la décima vuelta de carrera, cuando la prueba aún no había alcanzado el ecuador, a punto estuvo de arruinar sus aspiraciones.
«Cuando me caí, pensé, ‘oh, Dios, se acabó'», confesó Farah, ya con su título de campeón en el bolsillo de nuevo.
«Pero me levanté y quise pegarme al grupo de cabeza y mantenerme fuerte», prosiguió el británico que, durante media carrera, había visto cómo el grupo de kenianos manejaba las operaciones de la cabeza, antes de que los etíopes tomaran el mando, siempre seguidos de cerca por Farah.
«Nunca es fácil, pero todo el mundo sabe de lo que soy capaz», remató el multicampeón británico con una suficiencia justificada.
Efectivamente, Farah superó el percance, del que anduvo muy cerca Tanui, conectó de nuevo con los primeros, concentrados en un grupo numeroso y estirado, y reservó fuerzas para la vuelta final, en la que libró la verdadera ballata con Tanui, al que superó de manera excelsa en la recta de meta.
El keniano, que como Farah siempre estuvo en los primeros puestos de la prueba, había lanzado su ataque apenas 100 metros después de que la campana anunciara el último 400. Demasiado pronto, cuando el perseguidor es el bicampeón olímpico.
«Intenté abrir hueco con él, pero no fue posible», se resignó Tanui después. «Lo hice lo mejor que pude y quedé segundo. Estoy feliz con ello», prosiguió.
El británico lo siguió de cerca y, al entrar en la recta de meta, puso la sexta velocidad para sobrepasar de manera maravillosa a Tanui y cruzar, una vez más, la meta en primer lugar.
«Pensé en todo el trabajo duro que había hecho y cómo se podía ir todo por la borda en un minuto. No lo podía permitir. Me rehice rápido. Pensé en mi familia. Eso me emocionó», confesó Farah, en sus primeras palabras tras el triunfo, sobre esa última vuelta que pasará a la historia del atletismo como una de la más bellas.
Tras completarla y traspasar la línea final, Farah repitió también su ritual. Se arrodilló en el piso, besó el tartán grisáceo del Engenhao y marchó en busca de la bandera del Reino Unido, mientras saludaba al público.
Durante minutos, los aficionados que no llenaban el Estadio Olímpico aplaudieron al astro británico, que el próximo sábado, en la última jornada del atletismo en el estadio, buscará el doblete en el 5.000.
A sus 33 años, Farah es el quinto hombre en la historia del atletismo que encadena dos títulos olímpicos de 10.000 metros y si logra el doblete emulará al finlandés Lasse Viren, que logró semejante conquista en los Juegos de 1972 y 1976.
No sólo eso. Si renueva su campeonato en el 5.000, el multicampeón británico lograría su cuarto doblete consecutivo, después de los conquistados en Londres 2012 y en los Mundiales de 2013 y 2015.
Lo consiga o no, su figura se agrandó hoy con un nuevo oro en una carrera excelsa, inteligente y épica.