El Departamento de Justicia de Estados Unidos aseguró que buscará la extradición inmediata de Rafael Caro Quintero, uno de los hombres más buscados por la DEA y que fue detenido por las Fuerzas Armadas mexicanas este viernes.
Statement from Attorney General Merrick B. Garland on Capture of Rafael Caro-Quinterohttps://t.co/EmIsetLvvm
— Justice Department (@TheJusticeDept) July 16, 2022
Rafael Caro Quintero, uno de los hombres más buscados por Estados Unidos por el asesinato de un agente federal en 1985, fue detenido el viernes casi una década después que salir de la cárcel debido a un aparente error judicial y de haber regresado a la vida delictiva.
Según informó la Secretaría de Marina en un comunicado, Caro Quintero fue localizado entre matorrales por un perro de la Armada llamado “Max” durante un operativo conjunto con la Fiscalía General en San Simón, un municipio de la sierra del estado norteño de Sinaloa. Según el Registro Nacional de Detenciones, la captura tuvo lugar en torno al mediodía.
El capo tenía dos órdenes de aprehensión en México y una orden de extradición a Estados Unidos.
En un video divulgado por la Marina se le ve en el monte, entre dos elementos de seguridad que le ofrecen una botella de agua.
Caro Quintero fue liberado por las autoridades mexicanas en 2013 tras estar 28 años en prisión por el homicidio del agente de la DEA Enrique “Kiki” Camarena. Una corte de apelación emitió una orden de libertad y aunque después la resolución fue revertida, ya era demasiado tarde: el capo se había evaporado a bordo de un vehículo que le esperaba fuera de la cárcel.
Horas después de su captura, un helicóptero Black Hawk de la Marina con 15 personas a bordo se desplomó en Los Mochis, también al norte de Sinaloa, dejando un saldo de 14 fallecidos. La Armada confirmó el suceso, de causas todavía desconocidas, en el mismo comunicado del arresto, pero indicó que “no se cuenta con información de que el accidente aéreo esté relacionado con la detención del presunto narcotraficante”.
La detención de Caro Quintero supone el mayor golpe al narcotráfico de la actual administración de Andrés Manuel López Obrador, que desde que asumió el poder en diciembre de 2018 optó por una estrategia de seguridad —-sintetizada en el lema “abrazos, no balazos”— basada en no luchar frontalmente contra los cárteles sino en atajar sus causas, una política duramente criticada porque no ha logrado detener la violencia en el país.
El sinaloense, de 69 años y nacido en Badiraguato —el mismo municipio que Joaquín “El Chapo” Guzmán—-, fue uno de los fundadores del cártel de Guadalajara a finales de la década de los 70 y posteriormente líder histórico del cártel de Sinaloa junto a “El Chapo” e Ismael «El Mayo» Zambada. En la década de los 80 fue considerado uno de los mayores traficantes de marihuana.
Fue detenido en 1985 tras la tortura y homicidio del agente de la DEA, pero en la última década, después de su liberación y con “El Chapo” cumpliendo cadena perpetua en Estados Unidos, controlaba zonas del noroeste de México que eran escenario de sangrientas luchas por el control de territorios estratégicos en el tráfico de drogas hacia Estados Unidos, entre ellos el estado de Sonora.