El candidato presidencial ha sido tildado como el «Trump colombiano» por su manera grosera de expresarse que recuerda al expresidente estadounidense, pero también ha generado críticas por sus comentarios misóginos y por un video donde se le ve golpeando a un concejal.
Bogotá, 15 de junio (RFI).– El mal genio de Rodolfo Hernández, quien se disputa codo a codo la presidencia de Colombia con el candidato izquierdista Gustavo Petro, ya es conocido por todo el país.
Durante su primera campaña a la jefatura de Estado, este hombre oriundo del municipio de Piedecuesta, en el departamento nororiental de Santander, se ha viralizado por audios repletos de groserías y un video golpeando a un concejal, cuando era Alcalde de la ciudad de Bucaramanga (2016-2019).
“Le pego su tiro, ¡malparido!”, “me limpio el culo con esa ley”, “me hago ‘desgüevar’ si usted sigue ‘jodiendo’” o “lo han manoseado más que a prostituta en Puerto Wilches”: todos, dichos de este constructor de 77 años, conocido como el “Trump colombiano”.
Las palabras vienen de algunas conversaciones con exclientes, exempleados o periodistas, y contrastan con su cuenta oficial de TikTok, donde aparece como un hombre bonachón, que sigue las tendencias del momento. No por nada, se ha autodenominado “rey” de esa red social china, con más de un millón de seguidores.
Colombianos estamos a 4 días de recuperar el país que nos han robado????#RodolfoHernandez #RodolfoPresidente #LigaAnticorrupcion #Elecciones2022 pic.twitter.com/84pBOA0QcC
— Ing Rodolfo Hernandez ??! (@ingrodolfohdez) June 15, 2022
VENTAJA Y DESVENTAJA
Empresario mal hablado, parecido físicamente al expresidente de Estados Unidos, y con un discurso centrado en la lucha contra la corrupción, Hernández pretende aglutinar el sentimiento anti-petrista. Este demostró seguir teniendo fuerza en la primera vuelta presidencial, pese a la desaprobación de más del 70 por cieento del actual Presidente colombiano, Iván Duque (del partido uribista Centro Democrático).
“Yo me le voy, primero, a trancar la robadera. Acabar con el despilfarro”, dijo en una de tantas transmisiones en vivo, publicada por su equipo de campaña. Y con esa idea central logró cautivar a más de seis millones de colombianos que votaron por él en la primera vuelta del pasado 29 de mayo.
Entre sus propuestas están donar su sueldo, convertir la presidencial Casa de Nariño en un museo, y quitar los beneficios parlamentarios como vehículos, teléfonos, entre otros. Además, ha hablado de fusionar el Ministerio de Cultura con el de Ambiente y de cerrar algunas embajadas de Colombia en el exterior.
Para sus amigos más cercanos, como el exfiscal Alfonso Valdivieso, su vocabulario es a la vez una ventaja y desventaja. “Como fortaleza, destaco su carácter fuerte y decidido. La disciplina, la orientación hacia resultados”, asevera Valdivieso en entrevista con RFI. Sin embargo, su “lenguaje directo y sin filtros, a veces lo expone a malas interpretaciones”, reconoce.
ALCALDÍA POPULAR
En la Alcaldía de Bucaramanga, su gran cargo público antes de aspirar a la presidencia, finalizó con más del 60 por ciento de aprobación, pese a las polémicas por su agresividad y el incumplimiento de promesas de campaña.
Tras el golpe que le propinó al exconcejal Jhon Claro, fue suspendido temporalmente. Más adelante, recibió otra sanción disciplinaria por participación indebida en política. Finalmente, renunció antes de terminar su período.
“No es un demócrata, es un autócrata, un ‘emperadorcito’. Como Luis 14, el emperador francés: ‘el Estado soy yo’”, asegura Claro a RFI. El exlegislador municipal le había preguntado sobre la sociedad de uno de sus hijos con un político cuestionado de la región, lo que desató su furia.
Pero su exasesor y amigo, Luis Fernando Prada, quien fue director del Instituto Municipal de Empleo, defiende su gestión: “Llegamos y había un déficit de 300 mil millones de pesos. Entregó la Alcaldía en superávit. Se lograron hacer 500 obras cumpliendo el costo, el tiempo y la calidad de las mismas”.
Prada lo describe igualmente como “un empresario acostumbrado a tomar decisiones rápidas, muy inteligente, y que sabe trabajar con los equipos”.
En los barrios donde hizo obras, tiene su “fanaticada”. Cecilia Castañeda, líder del sector de Bariloche de Piedecuesta, afirma haber convencido ya a 50 personas de votar por él: “Hice inscribir más de 50 cédulas donde jamás votaban, porque ningún candidato llegaba. Les dije: ‘¿Qué prefieren, vivir sin casa y pagando arriendo, o pagar su casa a 15 años, no importa, pero una cuota moderada?’“, comenta.
PRESUNTA CORRUPCIÓN
Sin embargo, Hernández está acusado por corrupción relacionada con una posible coima que recibiría uno de sus hijos, Luis Carlos Hernández, en caso de que el entonces Alcalde adjudicara un contrato para la recolección de basuras a una empresa denominada Vitalogic.
De hecho, el ingeniero civil enfrentará un juicio por este tema el 21 de julio, aunque niega cualquier participación en los hechos. “¿Cuál era el objetivo concreto? Sacarme de la Alcaldía. ¿Por qué era el objetivo? Porque les quité la chequera. Esa era la ‘emberracada’ (el enfado). No los dejé robar”, dijo a comienzos de junio en una entrevista con W Radio.
Durante su mandato, Hernández emitió varias comunicaciones en las que rechazaba una posible influencia de sus familiares en asuntos de la Alcaldía. Sin embargo, sus hijos asistían incluso a reuniones directivas de las empresas públicas de Bucaramanga, según explica Ruby Stella Morales, exasesora de despacho, a RFI: “Fue un conflicto grande, mayor, porque desafortunadamente, los hijos (de Hernández) estaban acudiendo a las reuniones oficiales, consejos de Gobierno, juntas directivas de empresas descentralizadas”, afirma.
Pese a que el caso Vitalogic se convirtió el lunar más fuerte de su gestión, Morales recuerda también que, en aquella campaña, Hernández prometió 20 mil viviendas a ciudadanos pobres, de las cuales no entregó ninguna.
“Eso marcó una gran diferencia y, al no poderse cumplir, se convirtió en una trampa que atrajo a electores y luego fue una promesa que nunca se cumplió”, agrega.
En un pasado cargo público, en los años 90, cuando fue concejal del municipio de Piedecuesta, terminó destituido por contratar con el Estado, pese a ser funcionario público.
FAMILIA EN CAMPAÑA
Hernández, fundador de barrios enteros en su natal Piedecuesta (ahora su feudo electoral), tiene cuatro hijos, de los cuales, una permanece desaparecida. Según él, Juliana Hernández Oliveros fue secuestrada por la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional, ELN, y muerta en cautiverio en 2004, aunque su familia nunca encontró el cuerpo. Los otros hijos también son empresarios, y su mujer, Socorro Oliveros, es gerente de la constructora familiar, HG.
En las últimas semanas, otra integrante de la familia ha aparecido en la campaña. Se trata de Cecilia Suárez, la madre de Hernández, quien ha confesado, incluso, haberle disparado a su marido. “Saqué el revolver y le hice dos tiros, pero con todas las ganas, pensando que sí lo mataba”, aseguró en el canal de Youtube del humorista Daniel Samper Ospina. ¿La razón? “Era un vagabundo, se la pasaba en la calle y yo trabajando. Y él en la calle, con todos esos viejos allá hablando basura y vulgaridades”, añadió.
RELACIÓN CON LA PRENSA
“Deje de preguntar estupideces”, pidió Hernández en una entrevista reciente con la Radio Nacional de Colombia. La periodista había consultado si gobernaría desde la capital o desde Bucaramanga, dada su promesa de campaña relacionada con el cierre del palacio presidencial.
El comentario recuerda su relación con la prensa en su etapa como Alcalde, con “altos y bajos”, como la describe a RFI Juan Carlos Ordóñez, director de Caracol Radio en Bucaramanga: “Era una situación de intemperancia. De someter a la prensa al escarnio con nombres propios, en vez de pedir una rectificación, de hablar”, subraya el periodista, aunque destaca igualmente algunos momentos de apertura al diálogo.
Pero el 19 de junio, cuando Colombia defina si prefiere a Hernández o a Petro en la jefatura de Estado, se verá si aplica el mismo talante que ya demostró en la Alcaldía de Bucaramanga, ya sea como presidente, o como Senador si no logra la victoria, como lo contempla la ley colombiana.