Por Santiago Igartúa
MÉXICO, DF, 15 de mayo (apro).- Entre insinuaciones de corrupción, opacidad, cruce de cifras y señalamientos se llevó a cabo el segundo debate entre los candidatos a la jefatura de Gobierno del Distrito Federal, organizado por un medio de comunicación, en este caso el noticiero de MVS conducido por Carmen Aristegui que, a diferencia del primero, contó con la presencia de todos los contendientes.
Luego de exponer y debatir medianamente sus propuestas, cada candidato fue cuestionado por la periodista con el tópico que la junta editorial del programa consideró más polémico.
En primer turno, la conductora se dirigió a Isabel Miranda de Wallace, postulada por el Partido Acción Nacional (PAN).
Aristegui hizo referencia a los artículos con los que Proceso documentó que Miranda de Wallace fue fichada por las autoridades de la capital, en sus fricciones con la ley.
La pregunta fue: “¿Cómo pides tú el voto a la ciudadanía cuando queda una duda abierta, razonable, diría yo, acerca de si mentiste o no a la ciudadanía con el tema de la portada de Proceso, con lo que ocurrió contigo, si estuviste o no fichada? ¿Miente o no Isabel Miranda?”.
La respuesta se fue difuminando entre las palabras y el deslinde a las autoridades: “Por supuesto que no, Carmen. Yo te envié todos los documentos que probaban que no era así. Y permíteme: el fondo de ese caso tenía que ver con corrupción. Lo he dicho abiertamente. El delegado en ese momento trató de pedirle dinero a varias empresas. Y como no cedimos a un acto de corrupción, lo que intentaron fue, precisamente, cuadrar delitos, como lo hacen mucho en el GDF, para consignar a una persona. Nada más que conmigo se equivocaron, porque yo tenía a un fedatario público que gracias a eso fue que yo me salvé de ir a dar a la cárcel. Ése es el fondo del asunto”.
Miranda de Wallace dijo que en el GDF reina la corrupción, que no hay transparencia. Después se desvió al tema de la basura, el documental Presunto culpable y el costo del segundo piso que se construyó bajo la administración de Andrés Manuel López Obrador.
“Eso es lo que nos debe de preocupar”, opinó la candidata ciudadana.
Respecto del incidente de Isabel Miranda con la justicia, la priista Beatriz Paredes apuntó: “El hecho al que se refirió tiene que ver con un hecho inicial de corrupción. Desde la perspectiva de quienes la acusaron con un hecho de abuso. Desde mi punto de vista estos temas los tiene que evaluar la sociedad”.
La segunda en ser cuestionada fue Rosario Guerra, de Nueva Alianza (Panal), que no fue convocada al debate que organizó Grupo Reforma por, según los responsables, no contar con un mínimo de 5% en la intención de votos en sus encuestas.
A la candidata de Nueva Alianza se le cuestionó: ¿Cómo pedirle el voto a la ciudadanía, habiendo sido postulada por un partido conocido, sin más, como el partido de Elba Esther Gordillo? Tú que hablaste de clientelismo político, tú que hablaste de corrupción”, interrogó la conductora.
En primera instancia, Guerra se deslindó de Gordillo Morales. “Primero, los partidos no son personas; segundo, yo no soy miembro del partido, soy una candidata externa y, tercero, yo no fui invitada por Elba Esther”.
Después, defendió la imagen de la dirigente vitalicia del magisterio. “(El que me invitó) fue Jorge Gaviño, excompañero priista. Porque hay muchos expriístas en Nueva Alianza. Recordemos que Elba Esther sale expulsada del PRI por tratar de votar la reforma fiscal que Fox lleva. (…) Desde luego que estoy a favor de la evaluación de los maestros y de una calidad mayor. No hay villanos ni nada de esto en política. Lo que hay es representantes de los distintos intereses. Yo represento una voz que pretende ayudar a conformar una mejor agenda en la ciudad”, dijo la catedrática.
A esto, Paredes Rangel, con quien tuvo los encuentros más ríspidos, señaló en referencia al partido de Guerra y su relación con Gordillo y el SNTE:
“Lo importante para los habitantes de la ciudad es que quienes son candidatos puedan comprometerse con grandes temas sin que estén condicionados por otras circunstancias, de facciones e intereses. Uno de los grandes temas del país es trabajar por la calidad educativa”, arremetió la priista.
Guerra reviró: “Siendo diputada, nuestra amiga (Paredes) solamente votó en 373 votaciones de 597 que tocaron en su periodo y no metió una sola iniciativa sobre los temas de su campaña anterior (en 2006)”.
Así llegó el turno de la representante de la alianza que conforman PRI y PVEM.
A Paredes se le cuestionó que, como presidenta del PRI, su partido actuara en contra de la interrupción legal del embarazo: “¿Cómo le pides el voto a la ciudadanía, en un lugar como el Distrito Federal, que se ufana de ser un lugar de vanguardia, donde los derechos reproductivos y la interrupción legal del embarazo representan un símbolo muy importante de los últimos años, que tú como presidenta del PRI no hiciste nada para evitar legislaciones que para muchos en esta capital son regresivas?”.
Entonces la priista se comprometió a garantizar que en materia de derechos civiles, no dará un paso atrás. Y se excusó: “Los avances de los derechos civiles, particularmente la interrupción voluntaria del embarazo, además de que ya están legislados, quienes me conocen personalmente saben que siempre he tenido una posición a favor. Yo he estado atrapada en un debate paradójico. Siempre se le exigió al presidente del PRI que fuera demócrata, y en una legislación de ámbito local, a esta presidenta del PRI se le exige el mayor de los verticalismos. Hicimos un gran cabildeo y los legisladores locales tomaron sus decisiones”.
Sin embargo, argumentó, “también se oculta que la reforma para que las mujeres ejerzan la mayor libertad sobre su cuerpo, que es el tema verdadero, la presentaron priistas. Es un debate que pretende descalificarme”, dijo y se pronunció a favor de los matrimonios entre personas del mismo sexo y que éstos puedan adoptar.
También manifestó que, ante la jerarquía eclesiástica, siendo ella la presidenta de su partido, Jesús Ortega, del PRD, y Germán Martínez, del PAN, fue la “única” que expresó “con absoluta certidumbre” su afinidad al respecto.
Sobre el tema, Rosario Guerra tomó la palabra y la increpó:
“Debiste alzar la voz. Privilegiar los intereses partidistas por sobre los de las personas no es viable. El silencio cómplice acompaña la violación de derechos de las mujeres”, acusó la candidata del Panal.
Frontal su discusión, Paredes replicó: “Me sorprende muchísimo que el papel central de alguien que usó la palabra ‘nuestra amiga’ sea provocar un debate descalificando. La palabra ‘nuestra amiga’, entonces, es una farsa”, devolvió.
Miguel Ángel Mancera, representante de las izquierdas, fue el último en la etapa de preguntas formuladas por la moderadora. Fue también el más reservado, renuente a los embates que desplegaban las candidatas, principalmente las dos menos favorecidas por las encuestas.
A Mancera se le interrogó por su paso en la Procuraduría de Justicia capitalina, específicamente sobre el caso del exfutbolista del América, Salvador Cabañas:
“¿Cómo le pides el voto a la ciudadanía, cuando te acompañan señalamientos como los del empresario Simón Charaf, dueño del Bar Bar, por el caso Cabañas, de que te prestaste a un montaje para complacer a Televisa? ¿Cómo, cuando ese tema quedó como una interrogante no resuelta?”.
Mancera se defendió: “Cada uno de los eventos que pude atender en la Procuraduría lo hice de frente, nunca utilicé voceros. En el caso concreto del Bar Bar, todos y cada uno de los procesos fueron apegados a lo que marcara la exigencia”.
Con tecnicismos, Mancera dio cuenta de su proceder en el caso y dijo que la decisión final está en los tribunales.
También se le recriminó que el gerente fuera encarcelado injustamente y la resolución aún inconclusa del caso. “¿En qué quedó? Que los procesos están ahí”, concluyó Mancera.