A mi bandeja de correo llegó ayer un video realizado por Colima 3.0. En él se muestra lo siguiente: el gobernador de Colima, Mario Anguiano Moreno, es abordado en el jardín Libertad por un supuesto grupo de universitarios que, de manera respetuosa, le solicitan intervenga en el conflicto generado al interior del Sindicato Único de Trabajadores de la Universidad de Colima (SUTUC), cuyo líder fue depuesto hace unos días.
El gobernador, en un tono de camaradería que responde a la forma en la que está siendo interrogado, contesta: “si alguien los quiere a ustedes, ‘ijo e’ la chingada, soy yo”. Y después conversa con los manifestantes hasta que el diálogo es interrumpido por el panista Leoncio Morán, quien, exaltado, le llama corrupto al gobernador, lo que ocasiona que el mandatario se retire.
Cierro el video y voy a la liga que viene debajo del mismo. Al terminar de leer la nota me sorprende lo siguiente: los redactores de Colima 3.0 en lugar de escribir lo que se ve y escucha realmente en el video escriben que el gobernador contestó con evasivas a los supuestos universitarios y con la frase “hijos de la chingada”.
Por si esto fuera poco, algunas horas después, el corresponsal de Proceso en Colima, Pedro Zamora Briseño, en su nota “Difunden video del gobernador de Colima en supuesto estado de ebriedad”, además de reproducir el error de Colima 3.0, desliza que “por la expresión y tono de la voz del mandatario, usuarios de las redes sociales consideraron que éste se encontraba en estado de ebriedad”, para luego, casi al final de la nota, agregar un comentario tomado de la cuenta de Facebook “Colima Se Suma”, que ya, para ese entonces, afirma temerariamente: “En claro estado de ebriedad el gobernador de Colima Mario Anguiano Moreno les dice “Hijos de la chingada” a los maestros del Sutuc…” (las negritas son mías).
Aunado a esto, el corresponsal de La Jornada, Juan Carlos Flores Carrillo, en su nota “Empleados universitarios increpan al gobernador de Colima”, vuelve a reproducir el ofensivo “hijos de la chingada”, pero éste lo consigna como si lo hubiera escuchado con sus propios oídos, pues no menciona ninguna fuente, como lo hiciera Pedro Zamora para Proceso. Flores Carrillo filtra también la versión de que el gobernador estaba en estado de ebriedad, pero lo hace utilizando un comentario de tuiter del propio panista Leoncio Morán.
Entonces la “nota perfecta” es consumada, pues los corresponsales dan con la fórmula perfecta: la credibilidad de un “hijos de la chingada” se podrá poner en duda si viene de la boca de un sobrio, pero nunca de la de un ebrio. Fue gracias a ello que los usuarios de las redes sociales tomaron esta tergiversación informativa como una verdad contundente y, luego de ello, soltaron todos sus perros contra el mandatario.
Pero esto es lo de menos. Lo de más es, en primer lugar, que el ejecutivo estatal no insultó a nadie y, en segundo, que los colimenses (yo mismo lo soy) que han escuchado sus discrusos saben que ese es (guste o no) su modo y velocidad de hablar.
La única razón de crear una nota “amañada” es buscar -es innecesario repetirlo- apilar audiencia. Esto es comprensible en un medio de reciente creación como Colima 3.0, pero no de las corresponsalías de Proceso y La Jornada, y mucho menos de dos periodistas colimenses (Juan Carlos Flores Carrillo y Pedro Zamora Briseño) que muchos consideramos profesionales. ¿A quién le creeremos ahora?
Si el gobernador Anguiano Moreno cometió el error de decir una “mala palabra” (y lo pongo entrecomillas porque para mí sólo existen las malas intenciones, y, en este caso, no las vi por ningún lado), peor se vieron los corresponsales mencionados, quienes fueron (para mal del periodismo colimense y en perjuicio de la reputación de tales medios nacionales) devorados por las fauces del sensacionalismo.
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