En la villa Paralímpica de PyeongChang no hay horarios, hay comedor las 24 horas del día con varias estaciones, dependiendo de la cultura o religión de los deportistas, además, el servicio en las habitaciones es similar al de los hoteles, en pocas palabras está hecha para que las necesidades se adapten al deportista y este solo tenga que estar centrado en rendir en su competición.
Por David Ramiro
PyeongChang, 15 de marzo (EFE).- La Villa Paralímpica en la que residen las delegaciones nacionales de los países que compiten en los Juegos es un lugar cerrado para público y prensa, lleno de facilidades para que los deportistas estén centrados únicamente en su competición.
En la Villa Paralímpica no hay horarios. El claro ejemplo es que hay un comedor abierto las 24 horas que no cierra nunca. «La gente se hace sus horarios en función de sus competiciones, de sus entrenamientos o de sus intereses», explica César Carlavilla, jefe de la expedición española los últimos cuatro Juegos, desde Londres 2012.
La vida en la Villa está hecha para que las necesidades se adapten al deportista y este solo tenga que estar centrado en rendir en su competición.
«Es una especie de hotel al que llaman centro de residentes y que cuenta con su propia recepción. Todos los días te hacen la habitación, cada dos días te cambian toallas y cada cuatro las sabanas», desvela Carlavilla, que apunta que si se requiere de «alguna necesidad adicional se puede solicitar sin problema».
En la Villa hay ordenadores e impresoras para obtener información específica de los rivales y de los propios Juegos. Esta todo encaminado a que la gente pueda tener la mayor información posible.
La Villa Paralímpica abre entre seis y ocho días antes del inicio de los Juegos y cierra dos días después. Una vez en la Villa, el deportista puede estar el tiempo que quiera o que su delegación quiera que esté.
Para que un deportista resida en la Villa su delegación tiene que aprobarlo. Si el Comité dice lo contrario, el deportista no obtiene el paso para entrar.
De conseguir toda la documentación necesaria para que los deportistas puedan acceder a la Villa se encarga el Comité de cada país. «Si ese deportista no nos hace llegar al Comité, y nosotros al organizador, una foto, el pasaporte y un documento firmado de deberes diciendo que se va a portar bien, no entra», apunta Carlavilla.
Residir en la Villa no cuesta dinero a los deportistas ni a sus Comités. Lo que sí tiene coste es el desplazamiento hasta el país organizador.
Dentro de la Villa los comedores suelen tener varias estaciones de comida en función de la cultura o la religión.
«Uno de los comedores es de comida asiática, otro internacional, hay una zona de ensaladas y otra halal. En verano además hay comida khoser. En otra parte hay un centro nutritivo, donde los que tienen una intolerancia o una alergia lo dicen, le preparan la comida específica y les dicen lo qué pueden o no pueden comer», indica el representante español.
En cuanto, a las habitaciones hay individuales y dobles, aunque la gran mayoría son para dos. Los deportistas se alojan en apartamentos de tres o cuatro dormitorios.
Todas las delegaciones tienen derecho a televisión dependiendo del número de miembros, porque no todos tienen una dentro de su apartamento. En las zonas comunes sí que las hay.
El Comité Organizador hace el reparto de las habitaciones. Ellos reciben todas las solicitudes de los países y las atienden en función de las que tienen. La distribución la comunican a las delegaciones pocos días antes de alojarse.
La principal diferencia entre la Villa de los Juegos de verano y la invierno es el tamaño, más pequeña esta. En verano hay un gimnasio, pero en invierno no. El resto de áreas funcionales es el mismo.
En la Villa existe la llamada ‘Zona internacional’, en la que los deportistas pueden quedar con amigos o familiares, puesto que a la residencia no puede acceder gente externa a las delegaciones.
Se trata de una especie de Centro Comercial en la que hay banco para cambio de monedas, una floristería, peluquería, correos, un sitio de lavado y planchado de ropa y puestos para comprar comida y bebida.