Alejandro Díaz de León y Miguel Messmacher, funcionarios y amigos del Canciller Luis Videgaray Caso, pasarán, según las previsiones, de una Secretaría de Hacienda que «destrozó» las finanzas públicas de México a un Banxico que batalla, entre otras cosas, con la inflación, dijeron economistas.
Ciudad de México, 15 de febrero (SinEmbargo).– Los funcionarios y amigos del Canciller Luis Videgaray Caso, Alejandro Díaz de León y Miguel Messmacher, de acuerdo con un sondeo de la agencia Reuters, pasarán de una Secretaría de Hacienda (SHCP) que «destrozó» las finanzas públicas a un Banco de México (Banxico) que batalla, con una sola arma, contra un dólar caro y los gasolinazos que están presionando al alza la tasa de interés a 4.72 por ciento, un nivel no registrado desde los últimos años.
Esta rotación entre puestos dentro de la administración pública es común en el servicio público, dijeron analistas económicos. El mismo Agustín Carstens Carstens antes de ser el actual Gobernador de Banxico fue el Secretario de Hacienda en el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa (2006-2009).
Sin embargo, no descartaron que ambos economistas que pasaron por Hacienda, Díaz de León y Messmacher, por su cercanía con Videgaray Caso lleguen a «contaminar» a la Junta de Gobierno de Banxico. Hasta ahora, es una de las instituciones con mayor prestigio por su autonomía respecto a las necesidades financieras del Gobierno federal.
Sobre Alejandro Díaz de León y Miguel Messmacher, el investigador de la Universidad Iberoamericana Miguel Reyes Hernández dijo: «qué desastre hicieron con las finanzas públicas».
Para financiar «el gran hoyo» en los ingresos públicos, la Secretaría de Hacienda –liderada entonces por su amigo itamista Luis Videgaray– recurrió a más deuda y a gravar a servicios y productos con un mayor impuesto para equilibrar la caída de ingresos petroleros.
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También obtuvo 300 mil millones de dólares con los remanentes de Banxico obtenidos en parte con la especulación del tipo de cambio durante las subastas de dólares que «intentaron» combatir la caída del peso durante 2015, recordó el académico. Mientras, el peso se ha depreciado 17 por ciento de 2016 a a la fecha.
«En la SHCP ha habido una política fallida en dos sentidos: Uno, en el manejo de la deuda, y otro en los impuestos», explicó.
Hoy, las consecuencias son dos. Las agencias calificadoras como Moody’s y Standard & Poors han alertado sobre el rápido ritmo de aumento de la deuda pública y exigen una consolidación entre gasto e ingresos. En cuatro años pasó de 35 por ciento a 48 por ciento del PIB, lo que ahuyenta la inversión. Además, 3.67 pesos del precio en las gasolinas es por el Impuesto Especial a Productos y Servicios (IEPS) que intentó contrarrestar las pérdidas en ingresos petroleros por la crisis petrolera de 2014-2016.
«No le voy a cobrar a las grandes corporaciones, no a los que pagan 1 por ciento de impuestos, no voy a reducir los gastos onerosos de los gobiernos locales y federal, no voy a quitar los seguros privados ni los aguinaldos, no voy a quitar los sobresueldos ni reduzco significativamente gasto corriente, sino pongo impuestos a la población y endeudo al país. Ese es el manejo desastroso que ha hecho Hacienda y es esa gente que van a mandar al Banco de México», criticó Reyes Hernández.
«Los están premiando. ¿Y qué van a hacer en Banxico? Lo mismo que en Hacienda. Una política económica que va a beneficiar a unos cuantos y no a la mayoría de los mexicanos. ¿Para quién van a trabajar? ¿Para la estabilidad económica de los mexicanos o para un grupo específico que se ha beneficiado en los últimos años?», añadió.
El investigador destacó que el «fracaso» de Banxico para controlar la inflación va a profundizarse por el «vínculo político» que podría darse con Hacienda.
¿Qué garantías podríamos tener ahora de las decisiones de un Gobernador del banco central que fueran realmente independientes de las necesidades financieras del gobierno federal o que no vayan en sintonía con la política fiscal?, cuestionó.
LA COMÚN ROTACIÓN EN EL SECTOR PÚBLICO
Alejandro Díaz de León, quien fue nombrado en diciembre pasado uno de los cuatro subgobernadores de Banxico, es la opción más probable para ocupar la titularidad de la entidad monetaria, según seis de diez economistas de los principales bancos del país consultados por Reuters. El subgobernador de Hacienda, Miguel Messmacher, tomaría su puesto como subgobernador de Banxico, según los consultados.
Ambos han estado tanto en Banxico como en Hacienda.
El analista económico Alejandro Villagómez, dijo en entrevista que «muchos de los que están en Banxico ya venían de Hacienda o viceversa porque hay una movilidad propia en ese mercado laboral en México, porque no hay mucho de dónde sacar para ese puesto».
Alejandro Werner, economista del ITAM y del Instituto de Massachutes, sería un posible candidato, pero el requisito de la Ley del banco central sobre la nacionalidad por nacimiento se lo impide. Werner fue el director del departamento de investigación de Banxico (1999 -2003) y Subsecretario de Hacienda en 2003.
El caso de Carstens es el mismo, expuso Villagómez. Economista por el ITAM y la Universidad de Chicago, inició su carrera en 1980 en el Banco de México, en donde ocupó diversos cargos en la división internacional, en la unidad de investigación económica y en la oficina del Director General.
De 2000 a 2003, Carstens fue subsecretario en Hacienda y luego Secretario de Hacienda durante el sexenio de Felipe Calderón, quien en diciembre de 2009 lo propuso como el Jefe de Gobierno de Banxico y en diciembre de 2015 el Presidente Enrique Peña Nieto lo ratificó.
Desde enero de 2011, es miembro del Consejo de Administración del Banco de Pagos Internacionales (BIS). En octubre se convertirá en su gerente general. Revistas internacionales especializadas en finanzas lo han nombrado el banquero central del año en 2011, 2012 y 2013.
«Históricamente muchos de los personajes que estuvieron en la Secretaría de Hacienda después formaron parte de Banxico», afirmó la analista del grupo financiero BX+, Mariana Ramírez.
«[Miguel] Messmacher estuvo en Banxico [fue investigador ahí y hoy Subsecretario de Hacienda]. Se tiene este entendimiento de cómo funciona la política pública en México. En ese sentido no habría riesgos importantes en cuanto a la toma de decisión de política monetaria», consideró.
La analista económica Mariana Ramírez confía en la Junta de Gobierno como todo un equipo de cinco miembros.
«Los dos son personas que tienen amplia trayectoria y reconocimiento en el sector. Independientemente de quién se quede, podrían continuar dándole esta fortaleza a Banxico. Se trata de todo un comité que toma las decisiones de política monetaria, sólo solo el Gobernador. Es todo un equipo de especialistas. Habría que ver cómo se define y la respuesta del mercado al asumir la noticia», determinó.
Jorge Gordillo, analista de CI Banco, destacó que en el sector financiero aún se considera que Banxico «es una institución autónoma y que no está politizada».
El problema, dijo, es que este tipo de cambios «dejan un mal sabor de boca». Consideró, que no ha sido «el mejor momento» para que Carstens Carstens se vaya «y genere más ruido del que hay».
«Afortunadamente Banxico es más que una persona; es todo un comité robusto sin decisiones unilaterales de política monetaria que nos seguirá dando cierta confianza. Pero no mejoran, sino dan un paso atrás», concluyó Gordillo Arias.
Además de Agustín Carstens, Gobernador, y Alejandro Díaz, subgobernador, la Junta de Gobierno del Banxico se compone de los siguientes integrantes:
–Roberto del Cueto: abogado, profesor en el ITAM y ha trabajado en Banxico desde 1973.
–Javier Eduardo Guzmán Calafell: economista por la UNAM y Yale. Ha laborado en el Banxico desde 1980 y también ha colaborado en el Fondo Monetario Internacional. Fue director general de Bancos Centrales del Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos.
–Manuel Ramos Francia: economista y articulista por el ITAM y la Universidad de Yale. Laboró en la SHCP y desde 2001 en Banxico.
AMIGOS LLEGAN A UN BANXICO EN PROBLEMAS
De acuerdo con su último anuncio de política monetaria, el principal objetivo de Banxico es regresar la inflación (precios de bienes y servicios) al objetivo de 3 por ciento en 2018. Hoy araña el 5 por ciento presionada por un dólar arriba de 20 pesos y los gasolinazos implementados por zonas geográficas del 30 de marzo al 30 de diciembre de 2017.
Durante 16 meses consecutivos, la inflación estuvo por debajo del límite de 3 por ciento. Pero, expuso la Junta de Gobierno en su último comunicado, tanto la depreciación del peso como los ajustes en energéticos la elevaron hasta 4.72 por ciento en enero. En 2014 fue de 4.08 por ciento y en 2013 de 3.97 por ciento.
Su principal herramienta contra las alborotadas olas es ajustar las tasas de interés (el precio del dinero), actualmente en 6.25 por ciento.
«[El jueves pasado] tomó la actitud de halcón, muy duro en la decisión de política monetaria. La Reserva Federal no ha subido su tasa, es más paloma», comentó el analista Alejandro Villagómez.
De hecho, el aún Gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, especificó en entrevista radiofónica que se seguirá aumentado la tasa de manera «moderada» hasta pasar de «tasas extraordinariamente bajas» a un nivel de «tasas más normales». En la crisis de 2008-09 estaba en 8 por ciento.
Sin embargo, el director del programa de «Crecimiento económico y mercado laboral» del Centro Económico Espinosa Yglesias, Marcelo Delajara, y el economista de la Ibero, Miguel Reyes aseguraron que la medida no funcionará.
«La receta que han aplicado [subir la tasa para detener la fuga de inversionistas] no es para la misma enfermedad que antes», determinó Reyes.
Delajara explicó que la inflación se compone por subyacente y no subyacente. En esta última, al tratarse de energéticos y alimentos con precios volátiles, Banxico no tiene control mediante el ajuste a la tasa de interés.
«De enero de 2016 a enero de este año ha habido un incremento en el arroz del 26 por ciento, del frijol de 15 por ciento y del limón entre 3 y 12 por ciento. Pero otros productos bajan como el jitomate porque dependen de la demanda interna y la distribución», documentó Reyes Hernández.
Además, es el incremento pronunciado y constante del dólar lo que se está traspasando al precio de los bienes.
El Banxico prevé que la inflación regrese a 3 por ciento en 2018. Pero los economistas no lo creen e incluso visualizan más desaceleración de la economía porque se frenará el consumo ante los altos intereses de los créditos.
«No vería factible ese regreso al 3 por ciento de inflación. No veo medidas adecuadas. La única es monetaria, pero no en cuestiones productivas [para influir en el precio de productos agropecuarios que no puede controlar con la tasa]», sostuvo el académico de la Ibero.
Marcelo Delajara añadió que «Banxico está en una situación muy difícil; muy incómoda. Está en un problema porque ya subió muchísimo la tasa de interés en relación a la de Estados Unidos para retener los capitales y el peso sigue teniendo presiones a la alza, empeorando el estado de ánimo y esto ya se traspasó a la inflación».
En 2012, el Fondo Monetario Internacional (FMI) sugirió algún tipo de administración del flujo de capitales ante los golpes que se venían por el aumento en el precio del dinero en EU que atraería a los inversionistas quitándoselos a México.
«Se están sufriendo las consecuencias de no haber prestado atención al FMI para tener otro instrumento a la mano, además de la tasa de interés. Ahora ya es tarde», dijo Delajara.
«Muchos analistas que tradicionalmente han apoyado las medidas de Banxico están empezando a tener dudas de la política en relación a la tasa de interés. Si como institución está enfrentando esta coyuntura correctamente; si está usando todas las herramientas a su disposición», concluyó.