Ciudad de México, 21 de septiembre (SinEmbargo/VICE Media).- Un tranquilo domingo por la tarde en una estación del Metro en la zona norte de la Ciudad de México, el silencio es interrumpido por gritos de batalla mientras unos treinta policías uniformados se dirigen con prisa hacia las plataformas subterráneas.
La reciente redada, no anunciada, a los trabajadores informales del Metro es parte de un operativo de los cuerpos de seguridad a la que los vendedores han apodado «La Barredora».
Momentos después, los policías regresan con bolsas y cajas llenas de bienes confiscados, y media docena de vendedores son arrastrados por oficiales de la Policía Bancaria e Industrial de la capital.
Rara vez la vida ha sido tan difícil para los miles de vagoneros o vendedores informales del Metro de la Ciudad de México.
«Es soltar 600 pesos o pasar la noche en la cárcel», dijo Kevin, un vendedor de 26 años de edad, a VICE durante su trabajo. «Si tiene suerte, puedes quedarte con tu mercancía».
Abriéndose paso entre la multitud, con toda la experiencia del mundo, en uno de los Metros más usados del mundo —alrededor de 4.5 millones de personas usan el Metro al día— los vagoneros son hombres, mujeres, y con frecuencia también niños, que se suben y se bajan de los trenes para vender dulces, CDs, baratijas y casi cualquier cosa que podrías estar buscando en el camino al trabajo.
Para algunos, son parte del vívido caleidoscopio cultural de la Ciudad de México. Para otros, son una molestia que tienen que aguantar.
Olvídate de un traslado tranquilo y sin molestias; se escucha como los gritos de los vendedores anunciando películas piratas de Hollywood y la música, desde banda hasta Britney, ahogan el ruido de los trenes del Metro.
Los vendedores también compiten con los que piden limosna, a menudo gente pobre o indígenas que dejan pequeñas notas impresas en el regazo de los usuarios del Metro, pidiéndoles lo que sea de dinero, o personas que han sido mutiladas o que tiene que vivir con cualquier otra consecuencia de los golpes trágicos de la vida.
«Su presencia es la queja más frecuente que hemos recibido de los usuarios.»
La industria es grande. El Metro de la Ciudad de México cuenta con doce líneas y 195 estaciones. Las autoridades estiman que unos 2 mil 800 vagoneros-vendedores trabajan en los trenes, la mayoría de ellos orillados por falta de mejores oportunidades a pertenecer a la economía informal.
La venta ilegal de estos artículos en el Metro no es oficialmente un crimen. Sin embargo, está en contra de los reglamentos del gigantesco organismo de la ciudad que supervisa el Metro, el Sistema de Transporte Colectivo, o STC. Los huecos en el reglamento le han permitido a los vagoneros trabajar por debajo de la mesa durante décadas.
Las autoridades toleran su presencia, siempre y cuando reciban presuntos sobornos de grupos organizados de vendedores. Sin embargo, la actual medida de control, oficialmente denominada operativo «Cero Tolerancia «, ha incluido el despliegue de más de mil policías y la detención de cientas de personas en las últimas semanas.
«Su presencia es la queja más frecuente que hemos recibido de los usuarios», dijo el director de Metro Jorge Gaviño en una conferencia de prensa antes de la puesta en marcha de la operación a mediados de agosto. «Estamos tratando de limitar gradualmente su presencia».
En 2013, las autoridades de Metro aumentaron el precio del acceso de tres pesos a cinco pesos, un decisión que dijeron es necesaria para sostenerse y mejorar la calidad general del servicio.
Otro objetivo clave que la dirección dijo tener fue el de acabar con la venta informal. Después de dos años, claramente esto no ha sucedido.
Los vagoneros de la Ciudad de México tienen todas formas y tamaños. Payasos, malabaristas, músicos, aspirantes a cantantes y ciegos toman a los vagones del Metro para ganarse la vida.
En muchos casos, familias enteras trabajan en los trenes. Los vendedores incluso tienen subgrupos como los bocineros, con altavoces a todo volumen atados a sus espaldas o escondidos en sus mochilas, y pasilleros que son los que ponen su negocio en los enredados pasillos que conducen a las plataformas.
«Mi padre, mi hermano y mi hermana son vagoneros», dice René, de 39 años, quien comenzó a vender en los vagones cuando tenía ocho. «Los domingos son los más rentables. Es cuando tienes que llegar y moverte por todos los vagones».
René, un vendedor de diferentes cosas —desde libros escolares hasta accesorios de moda— le dijo a VICE que en un día normal gana hasta 200 pesos. Él utiliza hasta la mitad de eso para comprar más mercancía en el mercado de la Merced.
«Es como cualquier otro negocio, en el que se invierte y se recupera», dijo. «Hace veinte años, mi familia podía tener una vida decente al hacer esto. Pero como está la economía hoy en día, es mucho más difícil. Creo que pasa lo mismo con la mayoría de los mexicanos en estos días».
«Yo lo veo como un trabajo; es igual que alguien que va a la oficina».
René trabaja en la sumamente ocupada línea azul, que atraviesa la ciudad de noreste a sur. Vende de 11:00 a las 18:00 horas, seis días a la semana. La dedicación es todo, asegura.
«Algunos vendedores son perezosos. Trabajan una hora luego se toman un descanso para comer; trabajan una hora y salen a platicar con sus amigos. Nunca hacen dinero y luego se andan quejando», dijo René durante un descanso, cerca de la estación de Bellas Artes en el centro de la ciudad.
René no le hace caso a la declaración de las autoridades de que los usuarios de la Ciudad de México están cansados de los vagoneros.
«Nosotros les vendemos las cosas más barato», dijo. «Claro, cuando es hora pico y el Metro está atascado, es frustrante para todos, de todos modos estaría loco si quisiera trabajar a esas horas».
Al igual que muchos otros trabajadores informales de la Ciudad de México, la mayoría de los vagoneros se organizan en sindicatos no oficiales que tradicionalmente pagan sobornos a las autoridades del Metro y al sindicato oficial del Metro para tener permiso para trabajar. Sin embargo, los vagoneros que entrevistó VICE compartieron videos grabados con teléfonos celulares que muestran las tácticas severas que utilizan los policías y el robo frecuente de mercancías a los vendedores.
«Hay líderes y encargados», dijo José, de 27 años, que pertenece a una familia de vendedores que ya lleva mucho tiempo ahí y quien ha trabajado en el Metro durante 18 años. «Para trabajar en una línea o ruta, lo mejor es pedirles permiso para evitar cualquier problema».
«Lo peor es cuando tratan de inculparte al plantar drogas en tu mochila.»
Kevin, quien vende teléfonos celulares y accesorios para los productos de Apple en la línea roja en el norte de la ciudad, dijo que tiene sus beneficios pertenecer a una asociación de vendedores, pero incluso las asociaciones ahora corren riesgo.
«Estás protegido de la extorsión», dijo. «Los líderes pagarían a quien tenga que pagársele. Ahora, el Gobierno de la ciudad ha enviado a la PBI, y están detrás de todos, los líderes incluidos».
«Nadie está seguro ahora», agregó.
Por el momento, al menos, se ven pocas posibilidades de éxito del operativo Cero Tolerancia. El hermano menor de José Ramón fue detenido recientemente en una redada policial. Sin embargo, dos días más tarde, después de haber pagado la multa de 600 pesos, quedó libre y había vuelto a vender CDs en su ruta habitual.
«Normalmente, pasas una noche encerrado y te evitas pagar la multa,» dijo Roman a VICE.
«Me han golpeado un par de veces», continuó. «Llega a pasar. Lo peor es cuando tratan de inculparte al plantar droga o algo en tu mochila, o cuando se ponen difíciles con las mujeres y los niños … Eso es inaceptable».
Los vagoneros le mostraron a VICE imágenes en sus celulares de varias ocasiones en las que se observa como los policías los tiran al suelo y los golpean.
Como resultado, los vendedores en la línea roja han formado un grupo de WhatsApp para alertar sobre las redadas. Por lo general, ponen sus productos en un lugar seguro y evitan trabajar en los trenes hasta que los policías desaparecen.
Sin embargo, hay un verdadero resentimiento por parte de los vendedores que hasta hace poco trabajaban en los trenes sin problema alguno. En los últimos meses, se han hecho varias detenciones en las estaciones de Metro de la ciudad.
«Es verdad, a veces las cosas se salen de control», dijo un oficial de policía a VICE. «Pero por lo general es porque nos están haciendo la vida difícil. Sólo estamos tratando de hacer nuestro trabajo como cualquier otra persona».
En un comunicado, la PBI dijo que la operación era necesaria para controlar a los vendedores y mejorar la calidad de servicio del Metro.
«Es un operativo profesional y bien coordinado con apoyo de los usuarios. La idea es que controlemos a las personas que abusan del sistema de transporte público».
Los pasajeros que hablaron con VICE expresaron tener sentimientos encontrados acerca de los vagoneros y la represión que se está llevando a cabo.
«Claro, se están ganando la vida, pero son demasiados «, dijo un usuario de Metro. «El Metro ya es demasiado molesto sin ellos».
«¿Qué más se puede esperar que haga la gente en esta ciudad?», dijo otro. «¿Y cómo planean mantenerlos afuera? Es sólo otro truco publicitario del gobierno de la ciudad».
«A veces uno quisiera ya no venir «, dijo Kevin, mientras se prepara para otro día en el trabajo. «Pero no vas a ver que los vendedores renuncien. La mayoría de nosotros no tenemos otra opción. El Metro es de todos, y los vagoneros están aquí para quedarse».