Ciudad de México, 9 de septiembre (SinEmbargo).– Una pequeña población de ranas conocidas como jambato (atelopus bomolochos), que había sido considerada como extinta desde hace poco más de una década fue redescubierta en la provincia de Azuay, ubicada al sur de Ecuador.
El descubrimiento fue realizado por especialistas de varios grupos entre los que se encuentran Tropical Herping, el Zoológico Amaru, científicos del Ministerio de Ambiente de Ecuador y la Universidad de Azuay y la Tecnológica Indoamericana, y ha generado gran expectativa en la comunidad científica, pues los ejemplares encontrados no están infectados con un mortífero hongo al que fue atribuida su desaparición.
El hongo, llamado quitridium, causaba una enfermedad en la piel del anfibio y provocó una disminución «catastrófica» de la población de ésta y algunas otras especies de Atelopus. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), que cataloga a la especie en Peligro Crítico de Extinción, explica que «los animales muertos y moribundos infectados con el hongo patógeno fueron recogidas en Ecuador y fue la primera especie en América Central que se infectó de quitridiomicosis».
Pero la enfermedad causada por este hongo no fue su única amenaza, sino también la destrucción de su hábitat y la introducción de especies invasoras que se convirtieron en sus depredadoras. El Ministerio de Ambiente de Colombia agrega además que el cambio climático, incendios forestales, el uso de su hábitat para fines agropecuarios y la minería son otros factores de riesgo.
La buena noticia del redescubrimiento es que los sapos encontrados no están infectados, pero los científicos aseguran que aún así, su supervivencia no está garantizada.
Juan Manuel Guayasamín, director del Centro de Investigación en Biodiversidad y Cambio Climático de la Universidad Tecnológica Indoamericana de Quito, explicó a National Geographic que «aunque haber encontrado la especie perdida ofrece esperanza, los obstáculos para impedir que desaparezca realmente son colosales. Tenemos por delante la parte más complicada: encontrar la forma de asegurar la persistencia de la población descubierta».
Las ranas fueron encontradas hace un par de meses en unos páramos que no están bajo protección y tienen riesgo de contaminación, por lo que ahora los cuatro individuos permanecen en cuarentena en el zoológico de Amaru bajo observación y ya se ha apartado a un individuo macho y una hembra para comenzar su proceso de reproducción. Un proceso que no es nada fácil.
National Geographic, explica: «Poco se sabe de la biología del [también llamado] sapo del Azuay, excepto que el apareamiento es un proceso bastante lento» y Guayasamín, su entrevistado, explica que esto se debe a que «cuando llega el momento de reproducirse, las parejas son muy obstinadas, y el amplexo [la posición sexual, donde la hembra lleva al macho sobre la espalda] puede prolongarse más de un mes, y en ese tiempo el macho no se alimenta”.
No obstante las complicaciones para la recuperación de la especie, el investigador de la Universidad Tecnológica de Quito declaró que éste es un descubrimiento positivo y que «cada redescubrimiento brinda una segunda oportunidad para hacer bien las cosas».