Ciudad de México, 9 de septiembre (SinEmbargo).- “A mi llegada a Nueva York me encontraba en la cola de la aduana del JFK, esperando bajo las mortecinas luces de neón del aeropuerto, cuando empecé a darle vueltas a la guerra contra las drogas y, concretamente, al momento en que se había iniciado aquel conflicto. Tenía la impresión de que posiblemente había sido en la década de 1970, durante el mandato de Nixon, cuando se popularizó el término. Aunque, quién sabe, tal vez fuera en la década de 1980, con Reagan como presidente, cuando el Sencillamente di no se convirtió en una especie de himno nacional alternativo.
Solo después de haberme recorrido Nueva York de cabo a rabo entrevistando a expertos en materia de política antidroga, alcancé a entender que esta historia en realidad había empezado mucho antes. La idea de librar una guerra implacable contra las drogas surgió en la década de 1930 de la mano de un hombre que hoy está completamente olvidado, a pesar de que su aportación ha sido capital en la concepción de las drogas que impera en la actualidad. Pronto me enteré de que en la Penn State University había infinidad de documentos de aquel hombre su diario, sus cartas, los expedientes de sus casos…), así que sin dudarlo un instante me subí a un autobús Greyhound y, en cuanto llegué, me puse a leer todos los escritos que pude encontrar de Harry Anslinger o sobre su persona”.
Las primeras líneas del libro Tras el grito, publicado en español por Planeta para su subsello Paidós, vuelve a poner en el centro del debate un tema tan vigente como desgarrador en nuestra realidad cotidiana.
La obra del periodista británico Johann Hari, que según el músico Elton John “a todos dejará sin habla”, se enmarca en la línea de Cero Cero Cero, del italiano Roberto Saviano, motivada por desenraizar la clave de por qué el vendaval de sangre y muerte que hoy tiene confiscados el presente y el futuro de países como México, por ejemplo, no logra ser resuelto mediante una medida que obedece al mayor de los sentidos: el común.
“Johann Hari expone de manera brillante uno de los mayores y más dañinos escándalos que hemos sufrido en los últimos cien años”, dijo el comediante y escritor Stephen Fry, para referirse a un gran volumen de datos y anécdotas que el sociólogo Noam Chomsky calificó de “fantástico”.
El título obedece a un hecho real que convirtió al citado Anslinger (1898-1975), quien en 1930 propulsó la creación de la Oficina Federal de Narcóticos en el FBI, en el resultó ser el primer zar antidrogas de la historia.
“En 1904, en el oeste de Pensilvania, un niño de doce años se encontraba en la granja de su vecino, entre campos sembrados de maíz, cuando oyó un grito. Venía de alguna de las habitaciones de arriba. Ese aullido —desesperado, doliente— le dejó perplejo. ¿Qué es lo que estaba pasando? ¿Por qué aullaba una mujer adulta como un animal?
El marido bajó corriendo las escaleras y apresuradamente le dio al chico unas cuantas instrucciones: –Toma mi caballo y cabalga hasta el pueblo lo más rápido que puedas. Tienes que recoger un paquete en la farmacia. Tráelo aquí. ¡Vamos, date prisa! .
El chico azuzó con furia a los caballos, pues estaba convencido de que, si tardaba demasiado, a su vuelta se encontraría con un cadáver. Apenas había traspasado el umbral y entregado la bolsa de la farmacia a su vecino cuando este corrió en pos de su mujer. El grito cesó de inmediato; ahora estaba tranquila. El chico, sin embargo, no se sentía tranquilo y de hecho nunca volvería a estarlo.
“Jamás olvidé aquellos gritos”, escribió años más tarde. Desde entonces estaba convencido de que entre nosotros hay personas que parecen tener un aspecto normal, pero que en cualquier momento pueden volverse «impulsivas, histéricas, depravadas, violentas e incluso locas de atar” si se les permitía entrar en contacto con la sustancia más desquiciante que existe: las drogas.
De adulto iba a alimentar algunos de los temores más arraigados en la cultura americana —su miedo a las minorías raciales, a la ebriedad y a la pérdida del control— y a canalizarlos en una guerra global contra las drogas a fin de evitar esos gritos. Por su parte, esta guerra iba a provocar
también muchos otros gritos. Prácticamente no hay ciudad en el mundo en que no puedan oírse cada noche. Y así es como Harry Anslinger entró en la guerra contra las drogas”, cuenta Hari.
UNA INVESTIGACIÓN DE TRES AÑOS
Johann Hari, nacido en 1979, investigó durante tres años, recorriendo cerca de 50 mil kilómetros, con el fin de develar los secretos de la guerra contra las drogas.
Recurre a la narración de historias reales de diversas personas que han visto transformadas sus vidas por culpa de esta guerra. Entre ellas encontramos desde un traficante transexual que busca a su madre en Brooklyn hasta un joven sicario mexicano que busca una salida a su encrucijada.
El libro comienza con algo sorprendente que descubrió el propio autor: que en el inicio de la guerra contra las drogas se encuentra el acoso y asesinato de Billie Holiday por parte del hombre que lanzó esta cruzada y concluye con la historia de un osado doctor que consiguió que su país legalizase todas las drogas, desde el cannabis hasta el crack, con resultados más que notables.
Hari es un periodista británico que ha escrito para The New York Times, Los Angeles Times, The Guardian, Le Monde, The New Republic y The Nation, entre otros. Fue columnista en The Independent durante nueve años y fue nombrado en dos ocasiones Periodista del año por Amnistía Internacional del Reino Unido (entre otros premios).
Con Tras el grito parece conseguir la redención luego de que en 2011 cayera en desgracia al descubrirse que inventó historias para sus publicaciones en los periódicos, robó frases de otros para sus entrevistas y además cambió perfiles de personas en Wikipedia.
“Superperiodismo en estado puro y una narración apasionante”, dijo Naomi Klein, de Tras el grito, por lo que se puede pensar que Hari ha iniciado una nueva era profesional en la que seguramente vigilará con certeza y dedicación sus procedimientos.
“Cualquier individuo puede iniciar la lucha y cualquier país del mundo romper la cadena y empezar el proceso de legalización de las drogas. Si Uruguay –una nación pequeña de tres millones de habitantes- es lo bastante osada, ¿por qué no Gran Bretaña o Australia o cualquier otra nación. Estos serán también países valientes, si nosotros hacemos que así sea”, pregona el autor.
Tal como dice Glenn Greenwald, la guerra contra las drogas es “una de las mayores injusticias de nuestra época y una de las menos analizadas. Su ensayo presenta una investigación rigurosa, combinada con un relato profundamente humano” que suscitará el debate necesario al respecto.
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