Ciudad de México, 23 de agosto (SinEmbargo/TICBeat).– Mitali Thakor es una estudiante del doctorado en Historia de la Ciencia y la Tecnología del MIT, especializada en el estudio del trabajo (y el tráfico sexual), así como el la ciencia forense digital, explorando las formas en que activistas, informáticos, juristas y agentes de las fuerzas de seguridad se coordinan en su labor contra la trata de personas a través de las tecnologías emergentes.
Así, Thakor resume en 3 los modos en que las tecnologías emergentes pueden ayudar a luchar contra la trata con fines sexuales, especialmente de menores:
DETECCIÓN DE MENSAJES Y TRANSACCIONES FINANCIERAS
Los algoritmos de minería de datos están siendo usados en investigaciones penales para analizar grandes bases de datos de forma rápida y eficiente. De este modo se analizan textos de mensajes publicados en webs y redes sociales, para evaluar si el lenguaje utilizado en los mismos sugiere de forma velada la oferta de servicios sexuales por parte de menores de edad. Estos análisis también pueden servir para aportar palabras clave, fechas y lugares relevantes como pruebas en los procesos legales posteriores a la investigación.
ANÁLISIS DE IMAGEN Y VIDEO
El análisis de archivos multimedia (un proceso que incluye detección, filtrado, clasificación y reconocimiento de ima´genes y vídeos) es una de la herramientas de uso más habitual en los casos de explotación sexual infantil. Las herramientas forenses digitales automatizan el proceso de búsqueda a partir de los datos fotográficos obtenidos en ordenadores confiscados por la policía, y la INTERPOL gestiona una base de datos de imágenes que se pueden utilizar para establecer alguna correspondencia con víctimas, desaparecidos, criminales o localizaciones.
OPERACIONES SEÑUELOS
En varios países, las fuerzas del orden llevan a cabo operaciones encubiertas con señuelos para atrapar a posibles explotadores de niños. En otros, por contra, estas operaciones son ilegales y la información que permitan recopilar, nulas a efectos judiciales.
Sin embargo, Thakor estudió el caso de la ONG neerlandesa ‘Terre des Hommes’, que dio el paso de llevar a cabo la primera ‘operación señuelo’ digital organizada desde un ámbito activista, diseñando un avatar fotorrealista (“Sweetie”) en vídeo de un niño que usaron en sesiones de chat con potenciales explotadores de niños. Gracias a eso, durante 6 meses recopilaron los nombres y correos electrónicos de un millar de personas que solicitaron contacto con el avatar. Esta campaña generó a continuación un gran debate en torno a la privacidad, pero también al uso de imágenes reales de un centenar de menores para fusionarlas en el avatar Sweetie.
LOS RIESGOS DE CIERTAS POLÍTICAS
“El uso de las tecnologías digitales contra la trata debe tener en cuenta la privacidad y los derechos humanos. Muchas de las técnicas innovadoras para aplicar la ley en este ámbito requieren de un uso exhaustivo de la vigilancia biométrica en sus investigaciones, lo que no está exento de controversia“, explica Thakor. Además, “la privacidad personal online puede ser algo absolutamente crítico para los disidentes políticos y activistas LGTB, por ejemplo, que buscan el anonimato para evitar la persecución de gobiernos represivos”. Así, legitimar ciertos tipos de vigilancia con la excusa de la lucha contra la pederastia se traduciría, de facto, en una forma de control político.
Thakor también avisa contra modelos basados en censurar el acceso de los menores a los medios de comunicación social en nombre de su seguridad. Entiende que la Convención de la ONU sobre Derechos del Niño debe ser de aplicación en Internet, y su artículo 13 protege el derecho del menor a buscar y difundir información. “Hay que evitar el tecno-pánico y centarse en enfoques de reducción de daños para la seguridad de los menores“.