“Las historias registran más ejemplos
de fidelidad de perros que de amigos.”
Alexánder Pope
Ciudad de México, 19 de agosto (SinEmbargo).– Decir que el perro es el mejor amigo del hombre no es poca cosa. Un amigo, por lo general, es una persona con la que se genera un lazo afectivo muy particular, acompañado de valores como confianza, reciprocidad y lealtad. Y como no falta quien sostiene que los perros son los animales más leales del mundo –muchos aseguran lo son aún más que los propios humanos– y mucho menos el incrédulo que lo desmiente, SinEmbargo consultó a un experto que nos da una explicación científica de eso que nosotros llamamos “lealtad” de un perro hacia su dueño.
Alberto Tejeda Perea, especialista en conducta de perros y gatos de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) explica que eso que nosotros solemos llamar ‘lealtad’, es más bien una forma de apego emocional desarrollada por los perros hacia sus amos:
«Se trata de una relación muy similar a la que se da entre padres e hijos en los humanos. Hay pruebas psicológicas que determinan, por ejemplo, que en el tipo de apego desarrollado en la relación hijo-madre y perro-amo se dan respuestas muy similares», explica.
De acuerdo con Tejeda, esta capacidad que los perros tienen de generar lazos afectivos responde a diversas adaptaciones evolutivas de tipo biológicas y psicológicas que derivan de su proceso de domesticación: «Al parecer, [en el inicio de este proceso] a algunos lobos les resultó mejor vivir en compañía de humanos que a otros. Desde aquel momento, los perros desarrollaron cambios en sus conductas y dejaron de competir con el hombre por alimentos, de modo que se convirtieron –por llamarlo de alguna manera– en animales mentalmente inmaduros, pues se hicieron dependientes de nosotros prácticamente para todas sus funciones biológicas».
El especialista explica que para que este proceso sucediera, tuvo que darse una especie de apego emocional de forma que, ahora, en los canes «se observa un cambio a nivel de estructuras cerebrales que resultó en un procesamiento de la información un poco más complejo y en que la parte cerebral destinada a cuestiones emocionales creciera para poder darse el lujo de depender de alguien más».
Por otro lado, en cuanto a las cuestiones psicológicas, «los perros desarrollaron una serie de conductas conocidas como et-epimeléticas, que los orientan a buscar ser cuidados, mismas que propiciaron la domesticación: se hicieron más simpáticos, amigables e inclusive sumisos. Así es como los perros cambiaron su percepción de los humanos y ahora logran generar una figura de apego con su amo».
Para Tejeda, esta relación de apego está basada en una convivencia que implique respeto, límites, buena comunicación y entendimiento de las necesidades de la mascota, de modo que amo y mascota «se hagan compatibles». Y, entonces «si por lealtad nos referimos a ser compatibles con alguien más, bueno pues, entonces los perros nos serán leales», concluye.