Ciudad de México, 15 de agosto (SinEmbargo).– Es un vehículo pequeño, muy parecido a un mototaxi, pero la diferencia es que no sólo transporta humanos: frecuentemente una serpiente, un zorrillo o un tejón dan un paseo a bordo. El «bichomóvil» ronda de vez en cuando por las calles de Malinalco, Estado de México, en dirección al rescate de algún animal, o a alguna escuela para concientizar a los niños sobre la importancia de la conservación.
«La gente del lugar nos conoce como ‘Los bichos'», explica el biólogo Iván Trujano, cofundador del Centro Regional para la Conservación Biológica «Lauro Arteaga», un espacio orientado a tareas de conservación, aprovechamiento sustentable e investigación de especies locales, así como de «bioalfabetización» de los habitantes de la zona; y lugar al que, por cierto, pertenecen los bichomóviles.
«La bióloga Danae Arteaga y yo fundamos el centro. Hace 15 años, haciendo visitas periódicas al lugar, nos percatamos de que aquí existe una alta biodiversidad y, contradictoriamente, un índice de pobreza bastante elevado. Así que decidimos hacer algo al respecto y trabajar con ambas situaciones.
«Aquí, la gente pensaba que la selva baja que abunda en el lugar se veía bonita pero no les daba de comer, pero nosotros quisimos demostrar lo contrario y optamos por crear un centro que pudiera rescatar la importancia económica de la biodiversidad del municipio y la zona sur de Estado de México», comenta Trujano.
Así surgieron el «Museo Vivo», cápsula de conservación y sentidero de naturaleza; y «Xanat», santuario de la tortuga casquito y estación biológica. Ambos, pertenecientes al Centro «Lauro Arteaga» y con los objetivos de conservar la biodiversidad de la zona, propiciar su aprovechamiento sustentable, bioalfabetizar a los habitantes de la región a través del contacto directo con especies y recaudar recursos para la autosustentabilidad del proyecto, de modo que se financien proyectos de investigación y capacitación.
Pero después de observar los índices de pobreza de la localidad, para Trujano y Arteaga, no podía (ni debía) tratarse sólo de conservación o concientización de la biodiversidad con fines científicos y educativos, sino también de economía sustentable:
«A través de nuestros espacios procuramos que se tome conciencia de la importancia de la conservación en términos culturales y sociales, pero, sobretodo, económicos, por que la biodiversidad tiene un valor económico súmamente alto. Nosotros les hablamos a la gente no sólo de forma abstracta de los beneficios de la naturaleza, sino también en términos pragmáticos: ‘en pesos y centavos’.
«Mucha gente está peleada con el concepto de ‘aprovechamiento sustentable’ porque dicen que la biodiversidad no es una mercancía y no debe tratarse como tal para satisfacer los intereses humanos. Pero lo cierto es que la biodiversidad es el principal satisfactor de necesidades humanas en el planeta y es la base abre la puerta a todas las dinámicas económicas que conocemos.
«El concepto de conservación es absolutamente antropocéntrico: implica cuidar las cosas porque nos conviene. Decir esto puede ser políticamente incorrecto, pero es pragmáticamente real. Las cosas son así: la biodiversidad da empleos, riqueza, etcétera [y] alrededor de recursos naturales construimos el concepto de economía humana.
«Así que, en función de esto, nuestra intención es mostrarle eso a la gente: que la biodiversidad puede ser una base de ingresos increíblemente alta: la conservación es una cuestión que nos impacta directamente en el bolsillo», sostiene Ivan Trujano.
Los espacios
El Museo Vivo y Xanat ya se han convertido en una especie de atractivo turístico en Malinalco.
En el primero, un herpetario, acuario, y colecciones de insectos y plantas de la zona son el atractivo. Y cómo no iban a serlo, si las serpientes se pueden enredar en el cuerpo, algunas plantas se mueven y los insectos caminan sobre las manos de los visitantes:
«Con la bioalfabetización intentamos demostrar la importancia de la biodiversidad de manera vivencial. La idea es alejar un poco del concepto de educación ambiental a través de sólo formar conciencia y conocimiento sobre la biodiversidad y, en su lugar, que se aprenda de la materia en forma totalmente ‘experiencial”: se trata de tocar, ver y oler: concientizar al ser humanos a través de los sentidos.
«Cuando las personas vienen, no para de reírse, y pareciera que sólo es un espectáculo, pero en realidad aprenden muchas cosas porque estamos atacando sus sentidos. No hay como agarrar tarántulas para comprender que no existe ni una especie venenosa, o ser enrollado por una serpiente para saber que la gran mayoría tampoco causa daño», explica Trujano.
Con relación al santuario Xanat, el mismo explica que se trata de un espacio con el fin de desarrollar programas de reproducción, crecimiento y alimentación, con el fin de conservar a la tortuga casquito, una especie catalogada bajo Protección Especial por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat). «Los primeros ejemplares llegaron a Xanat tras ser decomisadas por la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa). Ahora, ya hemos generado conocimiento a través de su estudio que hasta ha llegado a ser requerida por la Semarnat».
Entre otros logros relacionados con la generación de conocimiento de las especies del lugar, Trujano señala que el equipo del Centro «Lauro Arteaga» generó los primeros inventarios de insectos, hongos y peces de la zona y se observó el ciclo ecológico, hasta antes desconocido, de algunas especies. Inclusive han realizado inventarios de árboles frutales de importancia económica del lugar. Actualmente, el centro se encuentra en la realización del primer inventario de reptiles.
Para realizar estos proyectos, el centro se financia mediante una cuota que se cobra a foráneos que visitan el lugar. Los habitantes de Malinalco, tienen acceso gratuito.
*El Museo Vivo y Xanat se encuentran en la Calle del Pensamiento S/N, Barrio de San Guillermo, Malinalco, Estado de México.