Sao Paulo, 7 ago (EFE).- El ex Presidente brasileño Luis Inácio Lula da Silva recibió hoy la solidaridad de movimientos sociales que realizaron un acto contra «el odio y la intolerancia política» frente a la sede de su instituto, que fue atacada la semana pasada con una bomba casera de escaso poder.
El acto fue celebrado frente al Instituto Lula, situado en Sao Paulo y que dirige el ex Mandatario, quien lanzó unas flores a los manifestantes que le expresaron su apoyo en momentos en que Brasil atraviesa por una aguda crisis política, derivada de los escándalos de corrupción en la estatal Petrobras.
Por ese asunto han sido detenidos reconocidos dirigentes del Partido de los Trabajadores (PT), fundado por Lula en 1980, y se investiga a medio centenar de políticos, en su mayoría de la base que apoya al Gobierno de Dilma Rousseff, ahijada política y sucesora del ex Mandatario.
La semana pasada personas no identificadas lanzaron contra la sede del instituto una bomba casera de escaso poder, que no causó heridos ni daños pero fue interpretada por Lula como un atentado de carácter político.
El acto fue convocado por movimientos agrupados en un llamado «Frente Todos por la Democracia», cuyos activistas le dieron un «abrazo simbólico» al edificio.
En la manifestación también participaron algunos militantes del PT que expresaron su apoyo a Rousseff, quien, según una encuesta difundida esta semana, sólo cuenta con un 8 por ciento de aprobación entre los brasileños.
El Gobierno de Rousseff enfrenta una delicada situación económica y política, que ha llevado a sectores minoritarios de la oposición a exigir un juicio político con miras a su destitución, aunque hasta ahora no han encontrado el respaldo necesario en el Parlamento.
Lula y Rousseff participaron este jueves en un espacio publicitario del PT transmitido por televisión, que fue recibido con un sonoro cacerolazo en las principales ciudades del país, en las que miles de personas protestaron durante los diez minutos que duró el programa.
En ese espacio, Rousseff reconoció que el país pasa por serias dificultades y que «hay brasileños que están sufriendo», pero aún así intentó transmitir esperanza en el futuro.
Lula, por su parte, también admitió que «la situación no está fácil y que la crisis ya llegó a nuestras casas», pero garantizó que ésta «no es la peor crisis» por la que ha pasado el país.
Según Lula, Brasil cuenta con «todo para tener un futuro mejor que este presente y mucho mejor que su pasado» y «será más fácil llegar a ese puerto seguro con quien ya hizo avanzar al país y protegió a los que más lo necesitan».
Los mismos grupos que promovieron los cacerolazos que resonaron anoche han anunciado una manifestación para el próximo día 16, cuando esperan llevar a las calles de todo Brasil a millones de personas, tal como ya ha sucedido en protestas similares realizadas en marzo y abril pasados.
Los manifestantes que se solidarizaron hoy con Lula anunciaron que repetirán el acto ese mismo día 16, cuando tienen previsto hacer una «vigilia» frente a la sede de su instituto.