Ciudad de México, 10 de agosto (SinEmbargo).- Hace un mes WikiLeaks publicó más de un millón de mensajes de correo electrónico del proveedor de software malicioso de vigilancia Hacking Team. Estos correos electrónicos muestran el funcionamiento interno de la controvertida industria de la vigilancia mundial que antes de las publicaciones de WikiLeaks ya había sido motivo de escrutinio debido a sus nexos con diversos gobiernos del mundo.
Según los correos dados a conocer, la Secretaría Nacional de Inteligencia de Ecuador (SENAIN) se encuentra entre los clientes de Hacking Team. Los correos desvelan cómo la SENAIN compró el Remote Access Software, una herramienta invasiva de acceso remoto de esta compañía italiana que permite que su operador pueda intervenir teléfonos, interceptar mensajes y grabar conversaciones, entre otras cosas.
Al igual que en otros países en los que se señalaron nexos con Hacking Team, los medios ecuatorianos reportaron el uso de este software para espionaje por parte de su gobierno y, sucesivamente, sus sitios web fueron hackeados y puestos fuera de línea después de que la historia saliera a la luz. Por su parte, y como era de esperarse, el gobierno ecuatoriano negó haber orquestado esos ataques.
Mientras tanto, el grupo Ecuador Transparente, autodenominado como el «WikiLeaks ecuatoriano», también publicó la semana pasada, de manera separada, documentos filtrados del SENAIN que sugieren que el gobierno está espiando extensamente a sus rivales políticos.
Un gobierno que usa software para vigilar de forma secreta es exactamente el tipo de asuntos que WikiLeaks y su líder Julián Assange se enorgullecen de mostrar al mundo. Por su parte, Assange tiene un amplio historial condenando a gobiernos de vigilancia y censura, y se ve a sí mismo como una persona que huye de gobiernos dispuestos a monitorearlo clandestinamente por haberse atrevido a denunciar su opresión, publicó el sitio Gizmodo.
Así, entre muchas cosas, Assange ha hablado en contra de las tácticas de censura de China, reprendió su natal Australia por mentir acerca de su programa de vigilancia y habló pestes de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSA). De igual manera, este año Wikileaks criticó duramente a Google por ceder sus mensajes de correo electrónico para la aplicación de la ley estadounidense.
Sin embargo, en medio de todos estos reclamos, Assange se ha mantenido en silencio sobre las tácticas de vigilancia de Ecuador.
De acuerdo con Inside Bitcoins, una posible explicación de la postura de Julian Assange en Ecuador se debe a su «protección actual por funcionarios del gobierno». Es de conocimiento público que desde julio de 2012, Assange reside en la Embajada ecuatoriana de Londres, ya que el gobierno de Rafael Correa le concedió asilo político. Sin embargo, debido a los derechos de extradición, no es capaz de viajar físicamente a Ecuador sin riesgo de que las autoridades inglesas lo capturen por el camino.
Desde hace tres años se le ha cuestionado a Assange por no posicionarse contra los casos de espionaje a periodistas en Ecuador. El fundador de WikiLeaks esquivó las críticas argumentando que todos los países tienen sus problemas, y que la actividad de Ecuador en ese sentido era insignificante comparada con la de potencias como Estados Unidos o China. Sin embargo, hoy que el tema de Hacking Team vuelve a poner en el centro de la polémica al país sudamericano (entre otros tantos gobiernos), Assange ni siquiera hace comentarios al respecto.
La relación entre Assange y sus cuidadores es entendible y hasta obvia. Mientras que el gobierno ecuatoriano ha tratado a Assange como si fuera un vacacionista de lujo, detrás de esta asistencia se deja ver también un intento desesperado de aprobación con todos los riesgos diplomáticos que pueda representarle la presencia del australiano.
Así, el presidente Correa ha dicho incluso que Assange puede permanecer en su pequeña embajada en Londres durante «siglos» si él quiere. Por su parte, Assange ha llamado Correa «un líder transformador» y ha felicitado públicamente sus habilidades. No es de extrañar que el fundador de WikiLeaks tenga sus reservas a la hora de atacar al gobierno que le apoya… de momento.