Ciudad de México, 3 de agosto (SinEmbargo).- Tiene atmósfera, cuenta con satélites y, muy probablemente, también presenta actividad geológica en su superficie. Entonces, ¿qué más necesita Plutón para ser perdonado del exilio al que ha sido condenado desde hace nueve años?
El reciente sobrevuelo de la sonda New Horizons alrededor de Plutón colocó al que fuera el noveno planeta del Sistema Solar en el centro de una gran cantidad de discusiones. De nuevo, aquel que fuera el olvidado cuerpo celeste que generaciones aprendieron de corrido en las clases de geografía, volvía a llamar la atención de las masas y no sólo de la comunidad científica que hace casi una década estableció que el homónimo del dios de los infiernos en la mitología griega no contaba con los «privilegios» suficientes para ser incluido en el mismo grupo que los otros ocho planetas que están más cercanos al Sol.
Ahora, imágenes de alta resolución del antes desconocido mundo han salido a la luz. Se comprobó la presencia de atmósfera y se obtuvieron imágenes de sus lunas por primera vez. Su geografía es similar a la de algunas cordilleras terrestres y sus glaciares de nitrógeno repartidos en la superficie revelan una historia geológica reciente. ¿De qué otra manera puedes llamarlo, además de un planeta?», dice Alan Stern, jefe de la misión New Horizons, sobre Plutón.
Sin embargo, a pesar de que oficialmente ya no se considera un planeta, a un nivel masivo, Plutón aún ostenta su estatus perdido, incluso por la misma Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA, por sus siglas en inglés) que, en los eventos televisados de la misión New Horizons, sigue considerando como un planeta, sobre todo por Stern y sus colegas, lo que es catalogado por algunos como un desafío a la Unión Astronómica Internacional (IAU, en inglés), que se encarga de nombrar a los objetos en el espacio y redefinió el estatus de Plutón en 2006.
«Este proxenetismo de Plutón hace un flaco favor al público», dice Mike Brown, astrónomo del Instituto de Tecnología de California (Caltech) y autoproclamado como el asesino de Plutón tras descubrir a Eris un pequeño planeta helado de tamaño similar a su «víctima», lo que condujo luego a que ambos mundos fueran clasificados como «planetas enanos» hace nueve años.
«Como educador, me gustaría que la gente entienda lo que nuestro sistema solar real es, no un dibujo animado del mismo. Llamar a Plutón un planeta es como un sistema solar de dibujos animados de nuevo», dijo Brown.
Así, en este debate se encuentran dos bandos. Uno, integrado por científicos que dicen que el tamaño sí importa y que, de acuerdo con la IAU, Plutón no pertenece a esta categoría. En el otro lado, se encuentran científicos como el mismo Stern o Mark Sykes, director del instituto de Ciencia Planetaria, que no compran el argumento de que la diferencia de tamaño sea un factor definitorio para nombrar a un planeta como tal.
Aquellos que comparten el punto de vista de Stern y Sykes creen que cualquier objeto que orbite el Sol y cuente con la gravedad suficiente para poder adquirir una forma esférica puede ser llamado planeta. «Cuando llegan a ese tamaño, es cuando se enciende la geología», dice Sykes.
Por otra parte, la definición de la IAU no es universal en un estricto sentido de la palabra. Así, este criterio de clasificación sólo aplica para nuestro sistema solar, mientras que en el caso de otros planetas, en otros sistemas, los parámetros son diferentes. Una diferencia interesante, sobre todo si se toma en cuenta que esta organización pretende estandarizar convenciones y garantizar coherencia.
Por su parte, la IAU aún no ha dado muestras de que se planee cambiar la definición de planeta que ellos mismos establecieron. Mientras tanto, los científicos planetarios estiman que hay miles de millones de estos exoplanetas en nuestra galaxia y que estar considerados como tales no los hace ni remotamente especiales como alguna vez se pensó. Quizás es tiempo de extender esta filosofía a nuestro propio sistema.