Nightmare Alley está basada en la novela homónima de William Lindsay Gresham, adaptada al cine en 1947 con un filme protagonizado por Tyrone Power. La cinta llegará a los cines el próximo 17 de diciembre.
Por Rafael Cores
Ciudad de México, 14 de diciembre (La Opinión).- Guillermo del Toro entró en el Olimpo del cine en 2018 con The Shape of Water (La forma del agua), film con el que ganó el premio Óscar a Mejor Director y Mejor Película. Casi cuatro años después –y una pandemia por medio– llega con Nightmare Alley, una historia muy diferente pero que mantiene el sello visual del director mexicano de 57 años a la vez que rinde homenaje al cine negro de los años 40.
Este thriller gira en torno a Stanton Carlisle (Bradley Cooper), quien trabajando en un circo ambulante aprende los trucos de un mentalista, con los que logrará el éxito entre la élite adinerada de la sociedad neoyorquina de la época. El film está plagado de actores conocidos, de oscuros engaños y de giros sorprendentes. Charlamos con Guillermo del Toro al día siguiente de la premiere mundial de Nightmare Alley en el Lincoln Center de Nueva York.
Pregunta: En la premiere presentaste el filme diciendo que no tenía monstruos, pero que los monstruos eran los humanos.
Guillermo del Toro: Sí.
P.: ¿Es una película muy diferente a las que has hecho antes?
G.d.T.: Siento que tiene empatía con mucho de lo que hecho. Para empezar, el cine negro tiene mucha empatía con el expresionismo alemán que también generó el cine de horror. Temáticamente se parece a ciertas cosas de las que hablo en El Espinazo del Diablo y en El Laberinto del Fauno. Pero finalmente es una película que se hace sin una posibilidad de recurrir al elemento encantador que tiene la fantasía, el elemento fascinante de un monstruo o de un mundo fantástico. Tenemos que reconstruir una realidad de época casi fantásticamente. El mundo que recreamos es hermoso, cautivador, hipnótico… pero tiene que tener una base en la realidad.
Por lo demás, hay empatías con el personaje de [Eduardo] Noriega en El Espinazo del Diablo. Ése es un Stanton Carlisle en un contexto muy diferente. Me acuerdo que Marisa Paredes lo definía en El Espinazo como un príncipe sin reino. Y lo mismo podría decirse de Stanton Carlisle.
P.: El elenco es espectacular. Bradley Cooper, Cate Blanchett, Rooney Mara, Willem Dafoe, Toni Collette, Richard Jenkins, David Strathairn, Ron Perlman –con quien ya trabajaste antes–… ¿Es el mejor elenco con el que has trabajado en tu carrera?
G.d.T.: Sin duda es como una Justice League of Actors, jajaja. Es un equipo maravilloso. Cada semana teníamos un enfrentamiento entre King Kong y Godzilla. Bradley Cooper con Cate Blanchett, con Toni Collette, con David Strathairn, con Willem Dafoe… Era maravilloso eso. Yo lo defino como comer en un restaurant con estrella Michelin todos los días.
P.: Pero a ese restaurante llegó la pandemia y les paró todo el rodaje. ¿Es muy difícil volver meses después al mismo punto y retomar, tanto visualmente como poniendo a todo el mismo equipo en la misma página?
G.d.T.: Cortamos a la mitad de la escena del detector de mentiras, lo cual es muy simbólico y muy hermoso. Por COVID, lo que se hace es que todo se deja idéntico. La taza de café que estabas bebiendo seis meses atrás sigue ahí. La Luz no cambió nada. Salvo la cámara, el equipo está ahí. Volvimos al set y todo estaba idéntico. Nada más tuvimos que quitar el polvo de seis meses y dijimos: “Como decíamos ayer…” y adelante. Es un momento muy bonito de solidaridad, de trabajo, de haber sobrevivido y de, después de 15 mil pruebas de COVID al personal, haber logrado llevar la película a buen fin sin un caso de enfermedad mortal o de hospital.
P.: Y Rooney Mara tuvo un bebé entre medias durante el parón del rodaje.
G.d.T.: En la escena en que Stanton persigue a Molly en la estación de autobuses, Rooney está embarazada, y cuando entran al baño a discutir, ya tuvo el bebé, jajaja. En la misma escena, en el mismo plano –simulado porque está armado con dos planos diferentes–, ella tiene al bebé.
P.: Has logrado un reconocimiento universal. Con tu anterior film, The Shape of Water, ganaste el premio Óscar a Mejor Película. ¿Qué se busca en un proyecto después de eso? ¿Haber llegado a esas cotas te pone mucha presión?
G.d.T.: No. Realmente la presión se pone o no se pone desde adentro. No hay una presión real. Si a mí me preguntas qué película ganó en el 2012 o en el 2015, no me acuerdo. La presión viene de aceptar la presión. Lo que yo busco de un proyecto a otro es cómo puedo hacer algo diferente que no haya hecho hasta ahorita. Por ejemplo, hacer El Laberinto del Fauno o Pacific Rim son dos ejercicios completamente diferentes. Hacer Cronos y hacer Hellboy II, lo mismo. Ésa es la actitud de lo que buscar como creativo: no quedarte haciendo “lo que haces” todo el tiempo.
P.: Se ha hablado muchísimo de la irrupción de los tres directores mexicanos, con Alfonso Cuarón y Alejandro Iñárritu. ¿Sientes que estáis creando una escuela y viene una generación por detrás haciendo cosas interesante?
G.d.T.: Creo que sí. Este año apoyo dos películas, Los lobos de Samuel Kishi y Noche de Fuego” de Tatiana Huezo, dos directores que debutan en largometraje de ficción. Y te puedo decir que Noche de Fuego me causó una profunda, profunda impresión. Entre nosotros y esta generación ya hay otras dos. Hay gente como Amat Escalante, [Gerardo] Naranjo, [Fernando] Eimbcke con Temporada de patos… Hay un montón de gente que vino después de nosotros que está dando continuidad al cine mexicano, a pesar de que el Estado ha retirado la mayoría de los apoyos. Se sigue haciendo.