Una gran bola verde con cara malvada y las espigas propias del coronavirus comparte escaparate estos días con las tradicionales piñatas con forma de estrella y las que representan a los personajes favoritos de los niños, Pikachu y Spiderman incluidos.
Por Eduard Ribas i Admetlla
México, 14 dic (EFE).- A la espera de hacerlo con la vacuna, los niños mexicanos y sus familias podrán golpear estas navidades al coronavirus con un palo. Y es que el bicho que ha amargado el año a tantas personas protagoniza la piñata estrella de las festividades de este diciembre en México.
Una gran bola verde con cara malvada y las espigas propias del coronavirus comparte escaparate estos días con las tradicionales piñatas con forma de estrella y las que representan a los personajes favoritos de los niños, Pikachu y Spiderman incluidos.
«Últimamente, por lo del COVID», se está vendiendo mucho la piñata del coronavirus, revela este lunes a Efe Martín García, un vendedor que encuentra un minuto de respiro tras poner al exterior de su tienda decenas de piñatas con formas de superhéroes, pero también de villanos, como la del virus causante de la COVID-19.
«Más que nada vienen y la piden para romperla. Para desquitarse ahora con lo del COVID», explica con socarronería este joven en el interior de la tienda, ubicada en un corredor de establecimientos para fiestas en el Circuito Interior de la capital mexicana.
Sin necesidad de cubrebocas pero con el pañuelo reglamentario en los ojos, los más pequeños y los no tan pequeños pueden ahora devolver a bastonazos parte del daño que el coronavirus ha hecho, sin temor a que de su interior salga la covid-19, sino puros dulces y regalos.
UN OBJETO ESENCIAL DE MÉXICO
La piñata es el invitado indispensable de los cumpleaños y de las posadas mexicanas, una serie de festividades populares que se celebran en diciembre para recordar la peregrinación de María y José hacia Belén.
En el momento más esperado por los niños, los más pequeños de la familia golpean la piñata con un palo y los ojos tapados al son de «dale, dale, dale», hasta romperla y recoger las sorpresas de su interior.
«Ahorita han venido clientes a pedir piñatas de estrella, que es lo principal que se está vendiendo por la temporada», cuenta Martín. Estas son las piñatas más tradicionales, pues tienen siete picos que representan los siete pecados capitales que hay que golpear.
Pero en los últimos tiempos los niños piden romper piñatas con la forma de sus personajes favoritos. En la tienda donde trabaja Martín están Batman, Mario Bros, Mickey Mouse, Hello Kitty, las Tortugas Ninja, el Grinch, Aladdín, Miguel de «Coco»… Y aquí, como en todo el mundo, también ha impactado el coronavirus.
«Sí ha habido una baja empezando el año; cuando empezó la pandemia hubo una baja de ventas de piñatas, pero ahora ya nos volvieron a abrir y se ha ido recuperando esto», explica.
En pleno repunte de contagios en la capital, donde más del 70 por ciento de las camas de los hospitales están ocupadas, la alcaldesa, Claudia Sheinbaum, ha pedido encarecidamente a los ciudadanos quedarse en casa y no hacer fiestas navideñas, como ya pasó con el Día de Muertos y el Día de la Independencia.
Esta enfermedad se ha llevado ya más de 114 mil vidas en el país.
FIESTA REDUCIDAS PARA PREVENIR
A juzgar por la intermitente llegada de vehículos que estacionan ante las piñaterías, muchos no están dispuestos a cancelar sus fiestas. Aunque Miguel matiza que la mayoría «buscan más que nada piñatas chicas para un grupo pequeño de personas».
Tania Solórzano es una de las que no renunciará a festejar su cumpleaños dentro de pocos días, pero ha optado por una fiesta muy reducida.
«Cada año vengo para comprar la piñata de la Navidad o del cumpleaños y ahora busco una piñata mucho más chica; han subido muchísimo los precios, entiendo que es por la situación», explica esta fiel compradora.
Las más pequeñas cuestan 100 pesos (unos 5 dólares), mientras que las gigantes, que están reforzadas para que cueste más romperlas, rondan los 700 pesos (35 dólares).
Otros años, Tania recibía entre 30 y 40 niños en su casa, pero esta vez ni se lo plantea. Solo estarán sus dos hijos de cinco años, su sobrina y la abuelita.
«Soy de las que no he sacado a mis hijos más que cinco veces en 10 meses (…) Es muy complejo porque los niños necesitan convivir con otros niños, tomar sus clases y la relación como papás se afecta», cuenta esta madre que se ha tomado el confinamiento a rajatabla.
Para el festejo, su hija quiere una piñata de un unicornio, de una princesa o de Lady Bob, mientras que el niño le pidió una de Carts, de Paw Patrol o de Spiderman.
Pero ni hablar de la piñata del coronavirus. «El COVID no, lo odio, nos vino a cambiar la vida a todos», zanja esta madre.