Se suben al podio o no. Buscan siempre su mejor marca. Arrastran conmovedoras historias de vida y merecen ser recordados como personas imprescindibles en el desarrollo del deporte, esa actividad fascinante que suele dar algo de sentido a la especie humana.
Ciudad de México, 14 de agosto (SinEmbargo).- Muchas historias fascinantes se tejen en la vida de varios atletas de alto rendimiento. Algunas de ellas serán llevadas al cine, como seguramente pasará en el caso de Michael Phelps, uno de los mejores nadadores de todos los tiempos, con más de 20 medallas doradas en su haber.
Historias de heroísmo, de amor, de discriminación, de lucha por vencer las dificultades innatas, superar los obstáculos económicos y sociales mediante la práctica deportiva salen a la luz en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.
Aquí están nuestras 10 historias favoritas, narrativa de un universo donde entre actos de heroísmo y esfuerzo sobrehumano, los atletas buscan ganarse a sí mismo.
KATINKA HOSSZÚ
Aunque representa a los colores de Hungría, país donde nació el 3 de mayo de 1989, Katinka Hosszú vive en los Estados Unidos y está casada con un hombre oriundo de ese país.
Precisamente, Shane Tusup es también su entrenador, la figura polémica en la carrera de la renombrada nadadora olímpica, quien en Río de Janeiro refrendó su reinado imparable, ostentando un nivel inalcanzable para sus rivales.
Cuando eran novios, Katinka le pidió a Shane que fuera su director técnico, algo que no parecía una buena idea para llevar a buen puerto la relación sentimental que los unía. Sin embargo, decidieron correr el riesgo y caminar sobre brasas ya como marido y mujer.
La unión dio resultado, aunque sólo para la nadadora –llamada “La Dama de Hierro” por su carácter y su resistencia en el ejercicio de la natación–, pues los métodos duros de su esposo lo hicieron ver como un déspota por otras nadadoras del equipo olímpico estadounidense que dejaron de entrenar a sus órdenes.
Es el caso de Jessica Hardy, quien dejó a Shane “porque me daba miedo”.
Menos entrenamiento y más competencias es el método del marido de Katinka. Juntos ganan millones y medallas.
MICHAEL PHELPS
Llamado “El tiburón de Baltimore”, nacido el 30 de junio de 1985 en Towson, Maryland, entró al estadio Maracaná como abanderado de la nutrida delegación estadounidense en la Ceremonia Inaugural de los Juegos Olímpicos de Río 2016.
Dejaba atrás así un pasado de gloria y también de tormentas con el alcohol que amenazaban con llevarlo a un abismo definitivo y alejarlo para siempre de la competencia de alto nivel.
Llegó a estar preso por ebriedad y fue en prisión donde decidió terminar con la autodestrucción. Con esa voluntad llegó a su quinta cita olímpica para deslumbrar a propios y extraños y pasar la barrera de 20 medallas doradas, para olvidarse entre otras cosas de las fiestas nocturnas, las drogas y los tragos.
Hizo las paces con su novia, madre de su único hijo, Boomer y se reconcilió con su padre, con el que siempre mantuvo un vínculo hostil. Volvió a ser “El Tiburón de Baltimore”, otra vez Michael Phelps.
PAULA PARETO
Mide apenas 1.50 metros de altura, pesa apenas 48 kilogramos de peso, nació en Buenos Aires el 16 de enero de 1986.
Su medalla de oro en Judo fue fruto de una pelea inteligente frente a una rival peruana que parecía medir y pesar el doble. Sin embargo, lo de Paula Pareto es enfrentar desafíos a diario, como ser una deportista olímpica de primer nivel y al mismo tiempo estudiar Medicina.
“Es una chica muy organizada, pero yo que también soy médica, debo admitir que no sé cómo lo hizo, cómo pudo hacer las dos cosas”, dijo su madre, emocionada, en Río de Janeiro.
La doctora Paula Pareto es además una comprometida defensora de los derechos humanos y en apoyo a la búsqueda de los niños robados durante la Dictadura Militar en su país de origen, grabó un video para la organización Abuelas de Plaza de Mayo.
MARIEKE VERVOORT
Cuando terminen los Juegos Paralímpicos de Río de Janeiro (que se realizan inmediatamente después de los convencionales), la atleta belga Marieke Vervoort va a morir. Así lo ha decidido esta deportista increíble, quien a los 37 años no soporta más los fuertes dolores a que la condena una enfermedad degenerativa de larga data y por cuya causa ha decidido cometer eutanasia.
Nacida en Diest el 10 de mayo de 1979, Marieke no cuenta su historia de manera dramática y por el contrario agradece a la vida las medallas ganadas y las que espera obtener en las pruebas de velocidad, cuando inicien los Paralímpicos el próximo 27 de agosto.
Ya tiene firmados los papeles para la eutanasia –en Bélgica es legal- y cuenta para ello con la autorización de tres médicos.
La enfermedad que padece hace 14 años avanza sin cesar, pero ella agradece “haber vivido lo que muchos ni se atrevieron a soñar”.
YUSRA MARDINI
Se ha ganado por derecho propio la categoría de la estrella del deporte en los JJOO de Río. Acaparó todos los focos en la piscina el pasado 6 de agosto, fruto de la conmoción que causó su historia en el mundo.
Nacida en Siria hace 18 años, es una adolescente llena de alegría que formó parte del Equipo de Refugiados formado por el COI y donde buscó su mejor marca en Río, con vistas a competir con más chances en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
Huyó de la Siria envuelta en llamas rumbo a Alemania y junto a su hermana protagonizó una hazaña de película, cuando saltaron al agua para poner a salvo el bote en el que trataban de cruzar el mar Mediterráneo después de que se apagara el motor.
“Éramos las únicas personas que sabíamos nadar, tenía una mano halando una cuerda de la balsa y la otra la usaba para nadar con todas mis fuerzas. Fueron tres horas y media en agua fría. Tu cuerpo te dice que no puede más…la verdad no sé de qué otra forma describirlo”, contó a la prensa acreditada en Río y que busca permanentemente sus declaraciones.
Su hermana, ella y los demás pasajeros se salvaron del naufragio y pudieron llegar vivos a Grecia. Hoy es vista como una heroína y una promesa del deporte.
RAFAELA SILVA
Consiguió la primera medalla dorada para la delegación brasileña y se convirtió en una heroína para dicha nación sudamericana. Estuvo a punto de abandonar el deporte luego de los Juegos Olímpicos de Londres, cuando algunos medios de Brasil le dedicaron insultos racistas a ritmo de frases como “Mono, vuelve a tu jaula”.
Sin embargo, la judoca nacida hace 24 años en la favela Ciudad de Dios, persistió en la tarea y la vida la recompensó con el máximo logro olímpico.
«Esta medalla es una respuesta a todos los que me insultaron y me dijeron que el judo no era cosa de monos, que el lugar de los monos era en una jaula, no en unos Juegos, que yo era la vergüenza de mi familia», dijo apenas ganar.
Los pobres de Brasil festejaron más que nadie su logro. Ella, a pedido de su orgulloso padre, no olvida nunca de donde proviene.
GAURIKA SINGH
Tiene apenas 13 años y por tanto es la atleta más joven en los Juegos Olímpicos de Río. Nació en Nepal, donde sobrevivió al terrible terremoto de 2015.
«Fue terrible. Estábamos en la quinta planta de un edificio (en Katmandú) del que no pudimos escapar, por lo que nos refugiamos debajo de una mesa durante 10 minutos en el medio de la sala y tuvimos que bajar luego las escaleras en medio de las réplicas», contó a la prensa.
La nadadora, que participó el domingo en la competencia de los 100 metros espalda, vive en Londres y regresó a Nepal para los campeonatos nacionales, donde marcó récords. A eso le siguió una ansiosa espera antes de asegurarse su presencia en los Juegos Olímpicos de Río.
«Quería ir, pero no estaba segura de que pudiera por ser tan joven», señaló Singh, que viajó a Brasil acompañada de su padre. «Cuando finalmente me lo confirmaron hace un mes, fue una gran noticia», dijo.
OKSANA CHUSOVITINA
Nadie podría pensar que una mujer a los 41 años podría participar en las competencias olímpicas de gimnasia artística. Sin embargo, Oksana Chusovitina lo hizo y su desempeño ha sido calificado de milagro en los Juegos de Río de Janeiro, que son para ella los séptimos de su carrera deportiva.
Aunque vive en la ciudad alemana de Bergisch Gladbach, Chusovitina compitió en Río 2016 por su país de nacimiento, Uzbekistán y logró colocarse en la final de salto.
«No tengo dolores ni problemas. Lo más duro para mí siempre es la espera hasta el siguiente entrenamiento».
Chusovitina se mudó a Alemania en 2002 después de que a su hijo Alisher le diagnosticaran leucemia. Muchos amigos gimnastas de Alemania le ayudaron a costear el tratamiento de su hijo en la Universidad de Colonia y en 2006 obtuvo la nacionalidad alemana, empezando una nueva vida a orillas del Rin.
Alisher se recuperó de la enfermedad y ahora, con 17 años, juega al básquetbol.
MIRAILDES MACIEL MOTA “FORMIGA”
Es la jugadora más veterana de la selección femenina de futbol de Brasil. Tras 20 años de portar la camiseta canarinha se retirará del deporte, aunque siempre será “eterna Formiga” para la afición. Nacida hace 38 años en Bahía de San Salvador, es una centrocampista prodigiosa y guerrera, pieza fundamental en su equipo.
“Es considerada defensiva, pero es la que arma el juego. Además, puede llegar con peligro al área rival, dispara con las dos piernas y tiene la facilidad de anticiparse a las jugadas. Es una futbolista absolutamente completa. Formiga es uno de los grandes símbolos del fútbol femenino de Brasil”, dijo el entrenador Oswaldo Álvarez “Vadao”.
ALEKSANDAR PETROVIC – ENTRENADOR
El entrenador de la selección de básquetbol de Croacia, tiró la toalla tras ser expulsado de la cancha durante el partido que su equipo perdió ante el de Argentina.
La frustración duplica su sentido si se piensa que este hombre alto y canoso es el hermano mayor de Drazen Petrovic, el recordado basquetbolista croata que falleciera en 1993, cuando apenas tenía 28 años, a causa de un accidente automovilístico en Alemania.
A Aleksandar, él mismo un ex basquetbolista de primer nivel, le tocó recibir los restos de su hermano y contener el sufrimiento inenarrable de la madre de ambos, además de seguir ligado al deporte de su vida.
En un documental estremecedor narrado por el ex basquetbolista de Los Ángeles Lakers Vlade Divac, se cuenta la historia de Drazen, de Aleksandar y del basquetbol yugoslavo cuando la nación no se había pulverizado merced a la Guerra de los Balcanes.