Luego de la muerte de la madre de Khya, los veterinarios del zoológico de Guadalajara se hicieron cargo de alimentar y atenderla para lograr que se desarrolle lo más normal posible. De no haberlo hecho hubiese muerto o tendría problemas de crecimiento, pues ninguna mamá canguro adopta bebés que no sean propios.
Por Mariana González
Guadalajara (México), 14 jul (EFE).- Khya, una canguro bebé de ocho meses de edad, es criada por humanos dentro de un marsupio artificial en el Zoológico de Guadalajara, luego de que la madre muriera de problemas cardíacos hace tres meses.
La médico veterinario Alma Ortega desde hace diez semanas se convirtió en la «mamá sustituta» de la canguro de la especie rojo, una labor que realiza durante cerca de 12 horas al día y que significa cargar a la cría en una bolsa para hacerla sentir segura y abrigada.
«Hay dos cosas que para ella representan seguridad: su marsupio y yo, entonces puede estar conmigo pero sin su marsupio, si la pongo en uno y se asusta no importa quién esté con ella, lo que necesita ella es la protección de su primera piel» que es esa bolsa externa artificial, afirmó la encargada de la «Villa australiana» del zoológico.
Ania, la mamá de Khya, falleció en cautiverio en mayo pasado casi de manera súbita. Un par de días antes dejó de cuidar a su cachorra -la más pequeña de su descendencia- y se alejó para morir en uno de los espacios donde cohabitaba con otros canguros.
La canguro bebé #Kía perdió a su mamá a los 4 meses, afortunadamente Alma, #MVZ del @ZooGuadalajara, se hace cargo de ella como si fuera su mamá. Con un morralito sustituye el marsupio para hacerla sentir segura y la alimenta con? especial para evitar deformaciones#ZooAlRescate pic.twitter.com/nSnTBpShkY
— AZCARM (@azcarmx) 11 de julio de 2019
Los veterinarios del zoológico se hicieron cargo de alimentar y atender a la cangura para lograr que se desarrolle lo más normal posible. De no haberlo hecho hubiese muerto o tendría problemas de crecimiento, pues ninguna mamá canguro adopta bebés que no sean propios, explicó la experta.
«Hay mamás muy cariñosas, pero no así con otras crías, la mamá canguro siempre tiene crío, en sus dos úteros, en su marsupio y afuera y eso hace difícil que una mamá adopte a otra cría, aún cuando si un canguro que se asusta y por error llega a meterse a otro marsupio, esa mamá va a reaccionar agresiva y lo va a golpear, si no es que hasta morderlo para que se retire», señaló.
Desde el primer día Ortega jugó el rol de mamá para Khya. Juega con ella, la acicala, la mima, la acaricia, la anima a saltar, a acercarse a los demás canguros, se mantiene cerca de ella y, ante todo, es su refugio cuando se siente insegura, nerviosa o quiere dormir.
Cuando la cachorra quedó huérfana tenía cinco meses y medio, lo que equivale a un bebé humano de seis meses al que hay que enseñarle todo. Haber dejado a medias su proceso de gestación sin la compañía de su mamá hizo a la cachorra insegura y vulnerable, por lo que los veterinarios consideran que es casi como un bebé prematuro.
Por ello, si Khya se anima a saltar más lejos, o deja que las otras crías se acerquen u orina sola, su mamá humana lo celebra como si fuese un logro propio.
Atenta a lo que la cría necesite, tiene siempre su marsupio a la mano para recibirla y arroparla en sus brazos. Si está asustada, Ortega sabe que debe apretarla entre sus brazos tal y como lo haría una mamá canguro.
Además de seguir las indicaciones de un manual de procedimientos para la crianza de canguros, Ortega ha aprendido de las otras mamás de la «Villa australiana» en cuanto a cómo crían y «educan» a sus cachorros para aplicarlo en su trato con Khya.
«Implica mucho sacrificio porque absorbe todo tu tiempo y todo tu pensamiento, (su rutina) es muy cambiante y siempre hay algo nuevo, a veces son avances grandes, a veces chiquitos, la crianza es día por día, sin desesperarnos, no podemos pretender que logre lo que llega a hacer un canguro con su madre», afirma.
Aunque la canguro y la madre humana se han encariñado, la médico veterinaria sabe que habrá un momento en el que la cría se despegará de su lado y se hará independiente, un hecho que ocurrirá en pocas semanas, una vez que Khya interactúe normalmente con los demás canguros y se anime a dormir en el suelo junto a ellos.
«Ella ya no cabe en su marsupio pero se sigue metiendo, lo va a ir sintiendo tan incómodo que se va a ir obligando a estar en la tierra, todavía no lo logra, pero ya convive mucho con sus congéneres, va llegar el momento que ella busque estar con ellos y no con nosotros, ahora lo hace porque somos su protección, pero el instinto es el instinto, ella va a buscar ser un canguro», explicó.