La historia de Aterciopelados es larga y contradictoria. Vuelven con toda la pasión con la que se han separado en 2011. Son dos personajes fuertes que hacen una de las músicas más interesantes de Colombia.
Ciudad de México, 14 de julio (Sin Embargo).- Aterciopelados es una banda vigente y contradictoria, que ha cambiado para siempre la historia del rock en Colombia. Cuando ellos surgieron, ese género en español pasó a tener pasos de cumbia y a ver lo que pasaba en el medio del continente. Ya no era Argentina ni México, era Colombia.
La separación fue en 2011 y según asegura la cantante, Andrea Echeverri, “fue muy dura”. Durante tres años no se vieron ni se hablaron nunca.
En 2014, un concierto de homenaje a la trayectoria de la banda y por tanto a sus dos músicos, limpió un poco el canal para que ambos, Andrea y Héctor Buitrago, comenzaran a charlar y a poner las cosas en el pasado.
“Fue una reconexión, un paso a un plano superior, es el momento de que olvides el pasado y escuches; que te dejes sorprender por algo nuevo, vital, calmado y enfurecido, constructivo y consciente y a la vez crisis irreverente”, dice el boletín de prensa, en un lenguaje muy común en la agrupación, al presentar su nuevo disco Claroscura.
“Es un volcán en erupción y un remanso de paz; es alegría, esperanza y pesimismo gótico; es arcoíris, vuelo de colibrí y es lamento de mujer, aullido de loba”, dicen los “atercio”, en una nueva vuelta de tuerca, cuando es cierto que el mundo ha cambiado, pero también es cierto que un grupo como el de ellos no ha surgido.
Andrea y Héctor son efectivamente dos personas fuertes, un «dúo dinámico alto voltaje – aunque es distinto nuestro equipaje – no pararemos de crear», dicen ahora. Vamos a ver si seguirán juntos, pero mientras tanto podemos escuchar con todo goce Claroscura.
Se trata de un disco con 12 nuevas canciones, producidas por el laureado productor argentino “Cachorro” López y Héctor Buitrago. Cuenta con la participación de voces de dos grandes: Anita Tijoux de Chile en “Play” y el Juglar Vallenato Jorge Celedón en “Ay Ombe”(Vamo’ a relajar el Pony). El diseño es un delicado y elegante arte surrealista-mágico, chamánico, realizado por el Colectivo bogotano Comes Cake.
–¿Cómo es este regreso, parece ser que uno tiene que estar a la luz o a la sombra?
–(Andrea)Digamos que es un poco un chiste. Tiene exageración y tiene humor. La luz sin la sombra no puede existir. Pero hay como un planteamiento de historieta cómica, él es claro y yo oscura. Él es vegetariano, ecologista y medita. Y yo soy un desastre. Soy como mujer a borde de un ataque de nervios, náufraga y perdida.
–En la vida real es un poco al revés, ¿no?
–(Andrea) Noooo. Es que la gente piensa que soy vegetariana y yo llego con sed de sangre y él me da lechuga.
–¿Cómo ha sido este renovarse, estar juntos otra vez?
–(Andrea) Me fascina esta imagen, que es como una grieta, de la que le salen florecitas. Como que somos muy diferentes, pero hemos estado tanto tiempo juntos también que hay cosas que antes era él y ahora soy yo. Él escribe canciones feministas, hay mucho pasado entre los dos, estar juntos, después de haber estado separados, tiene unas cosas muy chéveres. Cuando estuvimos separados cada uno tuvo que aprender lo que el otro hacía y ahora que estamos juntos otra vez es rico delegar. Yo tengo que cantar y componer. Él tiene una visión de la producción, del sonido, de las redes. Cada uno tiene su campo de acción, da como un respiro a la vida, a los hijos, en mi caso a la cerámica.
–Aterciopelados fue una visión musical muy nueva, no hubo un grupo parecido luego de ustedes.
–(Héctor) Cuando nosotros arrancamos en los ’90 pensamos que iban a venir muchos grupos colombianos detrás nuestro, pero no fue así. No había una infraestructura, no había manera de tocar, de ensayar, de conseguir instrumentos, todo era difícil. Ahora, hasta hace 10 años empezó a haber todo eso y hay grupos que no se parecen a nosotros pero que empiezan a mostrar otra cara de la música colombiana, como Bomba Stereo, ChocQuibTown, Monsieur Periné y otros más underground, de mucho nivel. Ahora sí, la música en español ha evolucionado también, el rock en español no es la música que está sonando en todas partes y ha cambiado mucho. Ahora hay como otro resurgimiento que están haciendo cosas importantes, el reggaetón está mutando, hay espacio para todos.
–¿Cómo recuerdan la época que pasó?
–(Andrea) Éramos jóvenes, salvajes, lo disfrutábamos mucho. No había proceso ahí, todo fluía, muy espontáneamente. Aterciopelados es el encuentro de dos personajes muy fuertes, siempre ha sido. De pronto ahora es más difícil, hay mucha competencia, el YouTube tiene cosas infinitas. Hay cosas que no escucharemos en nuestra vida, es más difícil sobresalir ahora.
–¿Con qué músico te gustó haber estado, qué concierto?
–(Héctor) Recuerdo las primeras giras que tuvimos que fueron con Caifanes, luego con Soda Stereo. Éramos un grupo amateur que estaba empezando, que no habíamos empezado a tocar con grupos grandes y de pronto abrirle a Caifanes, luego ir de gira con Soda Stereo, fue increíble. Con Bunbury también, con él y su grupo Héroes del silencio fuimos a tocar a España, hicimos 20 fechas.
–¿Qué recuerdan de Gustavo Cerati?
–(Andrea) Eso fue increíble. Fue la primera vez que íbamos a los Estados Unidos, estábamos pendientes de cada movimiento, nos encontrábamos con él en el elevador y él nos decía a qué calle teníamos que ir para comprarnos una maleta y ropa y ponernos fashion. A ponernos elegantes como ellos iban. Ellos estaban súper establecidos y en mi participación en “La ciudad de la furia”, Gustavo fue súper dulce conmigo. Me escribió la letra en un papel, a mano. Era muy tierno.
–¿Musicalmente qué piensas de Soda?
–(Héctor) Creo que Soda, tal vez Cerati, era un músico que más adelantado estaba en ese momento. Considero que siempre estaba en un paso hacia el futuro, de una calidad, yo incluso me soñé con él y lo veía en los sueños como el maestro de la música latinoamericana.
–¿Hubo una separación dura entre ustedes?
–(Andrea) Sí, hubo una separación dura entre nosotros. Lo que hizo que nos juntara fue que Rock al Parque cumplía 20 años, el curador de ese festival, Chucki García, empezó a hacer llamadas diciéndonos que sería interesante que Aterciopelados tocara. Tanto Rock al Parque como Aterciopelados son icónicos de Bogotá. Luego de esa tocada, que fue súper conmovedora, la gente lloraba, fue un encuentro generacional, los que nos escuchaban y los hijos de quienes nos escuchaban. Así que firmamos con Sony y aquí estamos.
–Nunca nadie siguió formando Aterciopelados, era como algo de ustedes dos
–(Héctor) Hicimos proyectos solistas cada uno, nos especializamos en nuestras inquietudes.
–¿Más allá de la reconciliación que los mueve ahora?
–(Héctor) Nos mueve que todavía hay muchas cosas por decir. Aterciopelados ha construido un lenguaje donde decimos las cosas a nuestra manera, nos esforzamos por tocar temáticas que no se tocan habitualmente. Esas canciones solamente las podemos tocar nosotros dos. De la manera que somos cada uno de los dos. Lo de los hits es relativo, las radios ya no tocan como hace 20 años el género en rock en español ni nuestro género. En vivo estamos sonando muy bien.
–¿Tienen más paciencia ahora?
–(Andrea) Yo lo que siento es que hay como una nueva oportunidad y que hay interés. Hay presupuesto para hacer las cosas. Yo disfruté mucho la época de independencia, debo admitirlo, ni reuniones con nadie por nada. Aunque había poca plata, de eso vivió mi familia durante todos estos años. Pero tener otra vez un respaldo económico, un respaldo de difusión y poder hacer un disco, que parece que los discos se van a acabar, me parece muy emocionante.