“No hace falta ser particularmente sensible para que a uno se le ponga la piel de gallina cuando Nick Cave canta “con mi voz te estoy llamando” en esa letanía que es el estribillo de “Jesus Alone”, que abre el flamante Skeleton Tree. Los Bad Seeds, en la línea del antecesor Push the Sky Away, crean un ambiente sonoro con una suerte de zumbido eléctrico al que apenas se le cuelan la voz, algunas líneas de piano y una batería tocada con escobillas. Sobre el sonido del dolor y la angustia, Cave pasa lista de un elenco de desesperados: un hombre que camina cubierto en sangre ajena, un drogadicto en una habitación de hotel en Tijuana, un médico africano “cosechando surcos de lágrimas” no encuentra consuelo en creer en dios, un anciano del que su creador se ha olvidado… A todos ellos los llama el cantante y les propone sentarse juntos hasta que el momento llegue”.
Esa es la crítica que leo (Roque Casciero en silencio.com.ar) mientras me entero que el australiano más famoso del mundo vendrá en octubre a la Ciudad de México.
Todavía resuena en mí la noticia de la muerte de su hijo. Al parecer iba drogado y se cayó por un acantilado cerca de la casa familiar. Tenía 15 años y dejó al cantautor sumido en el dolor inexplicable.
Nick Cave regresa con su dolor a cuesta, con el que ha podido hacer un disco memorable y compartir ese desasosiego por el alma perdida con todo su público.
El 2 de octubre en el Pepsi Center WTC Nick Cave & The Bad Seeds estarán aquí, con
Nick Cave (voz y piano), Warren Ellis (piano, teclados, violín y guitarra tenor), Martyn Casey (bajo), Thomas Wydler (batería), Jim Sclavunos (vibráfono, percusión y piano), George Vjestica (guitarra) y Larry Mullins (teclados y piano).
“El dolor que la voz transporta en Skeleton Tree es casi demasiado fuerte para soportarse, pero al compartirlo con seis mil discípulos experimentando el mismo sentimiento lo convierte en una afirmación de vida…sus shows se han convertido en arte puro. Y como todas las formas de arte te transforma y se queda contigo en los años por venir”, ha dicho la revista Forbes.
Allí estaremos, Nick, compartiendo tu dolor y tu arte.