El 50 por ciento de las empresas de fracking en Estados Unidos corren el riesgo de quebrar tras el desplome del precio del petróleo, afirman expertos del sector energético. Otro dato publicado por Deloitte también es muy esclarecedor: alrededor del 35 por ciento de las empresas exploradoras y productoras de crudo en el mundo se encuentran en riesgo de bancarrota. El conjunto de estas compañías acumulan deuda en sus balances por valor de 150 mil millones de dólares, según el informe de la auditora.
Ciudad de México, 14 de abril (SinEmbargo/EconomíaHoy).– Los expertos del sector como Fadel Gheit, analista senior en Oppenheimer, han asegurado que cerca de la mitad de las empresas de fracking en Estados Unidos corren serio peligro de caer en bancarrota tras el desplome del petróleo. Su punto débil es que el «fracking» es un procedimiento muy costoso: unos 50 dólares por barril. Energy XXI ya ha necesitado llegar a un acuerdo con sus acreedores para reestructurar su deuda e intentar sobrevivir.
Esta empresa energética especializada en la exploración de petróleo y gas ha tenido que acogerse al Capítulo 11 de la Ley de Quiebras de Estados Unidos, que permite a las empresas con problemas financieros reorgonizar su balance bajo el amparo de esta ley.
Energy XXI eliminará más de 2 mil 800 millones de deuda de su balance para intentar que su estructura será sostenible a largo plazo. Esta firma energética incrementó sustancialmente su gasto en inversión entre 2009 y 2014, los años en los que el petróleo se mantuvo revoloteando en los 100 dólares por barril. El margen que ofrecía este negocio con el crudo a esos precios invitaba a las empresas a apalancarse para incrementar su estructura productiva.
Durante el ciclo alcista del petróleo, Energy XXI compró MitEnergy y adquirió activos de Exxon Mobil por un valor que supera los 1.000 millones de dólares, además de gastar otros 2.000 millones de dólares en inversiones en EPL Oil & Gas, según informa Bloomberg. Esta empresa es el mayor productor independiente del Golfo de México, cotiza en bolsa desde hace más de 10 años.
EL SECTOR SE TAMBALEA
Sin embargo nada es para siempre, al igual que la vivienda no sube para siempre, al petróleo le ha ocurrido lo mismo. Ahora cerca del 50 por ciento de las empresas de fracking en Estados Unidos podrían tener serios problemas para mantener su solvencia. Según explicaba Fadel Gheit a la CNBC muchas de estas empresas no son rentables con el crudo por debajo de los 70 dólares el barril. A los precios actuales, «el 50 por ciento de las compañías de fracking corren el riesgo de entrar en bancarrota».
Su punto débil es que el fracking es un procedimiento muy costoso: unos 50 dólares por barril. Arabia Saudí, que veía con terror la posibilidad de perder su relevancia internacional, podía permitirse bajar los precios hasta 20 dólares y seguir ganando dinero. Con una deuda soberana mínima, decidió echar un pulso a las empresas del sector, a ver quién podía más, y está ganándolo.
Otro dato publicado por Deloitte también es muy esclarecedor: alrededor del 35 por ciento de las empresas exploradoras y productoras de crudo en el mundo se encuentran en riesgo de bancarrota. El conjunto de estas compañías acumulan deuda en sus balances por valor de 150 mil millones de dólares, según el informe de la auditora.
La situación es complicada para este sector que ha vivido un boom importante desde 2009. Aunque la historia del fracking se viene fraguando desde hace muchos más años, han sido los elevados precios del petróleo de los últimos años los que han impulsado a muchas empresas a realizar inversiones millonarias. Ahora que la ‘marea’ del crudo ha bajado se puede ver qué empresas iban desnudas y cuáles iban bien vestidas y preparadas para la aventura.
EN 2015 QUEBRARON 45 EMPRESAS
Uno de los motivos por los que Arabia Saudí permitió que los precios del crudo se desplomaran fue dar una lección y sacar del mercado a la enorme cantidad de pequeñas empresas que habían encontrado una mina de dinero en la extracción mediante fracking y que estaban acercando a Estados Unidos al autoabastecimiento petrolífero. Y todo parece indicar que, además de golpear la economía mundial en varias direcciones, están a punto de alcanzar este objetivo. Los bancos se preparan para impagos por valor de decenas de miles de millones de dólares mientras los pequeños productores intentan sobrevivir desesperadamente entre compañeros que van cayendo uno tras otro.
Las perspectivas eran maravillosas al principio: con el precio de petróleo por encima de los 100 dólares, era posible obtener grandes beneficios y, de paso, ayudar al país a librarse de las importaciones extranjeras en un sector tan delicado. Texas y Dakota del Norte, entre otros, vivieron un boom del oro negro. Los bancos financiaron alegremente a las empresas: al fin y al cabo, hay pocos bienes más rentables a medio plazo que un pozo de petróleo, o por lo menos eso decía la experiencia. Con la producción disparada, se empezaba ya a hablar de derogar la ley que prohíbe la exportación de crudo estadounidense.
La situación es una amenaza axfisiante para los bancos estadounidenses, que, según estimaciones de Bloomberg, prestaron un total de 237 mil millones de dólares a las «frackeras» durante los años de apogeo y continuaron refinanciando la deuda pese a los primeros signos de debilidad.
Muchas de esas compañías emitieron bonos basura para seguir funcionando y cerraron sus pozos ya preparados con la esperanza de que el precio rebotara y pudieran reiniciar la extracción. Ahora parece que la mayoría de extractoras tendrá que elegir entre trabajar a pérdidas para cubrir las deudas inmediatas o arriesgarse al concurso de acreedores y la venta de sus bienes.
En 2015 ya quebraron 45 empresas del sector, según el gabinete jurídico Haynes and Boone. En total, unas 25 frackeras fueron evaluadas por Moody’s con un nivel de B3 o inferior, enormemente peligroso, y producen menos de 10 mil barriles al día. Estas empresas se han ganado el calificativo de «zombis», y su número no deja de crecer.
Aun así, muchas de estas compañías, previendo lo que podía pasar, renegociaron los créditos para aplazar los vencimientos más inmediatos hasta 2017, a la espera de que los países productores no puedan soportar la reducción de ingresos públicos y el precio logre rebotar para finales de año. Si no, la resaca de la borrachera energética puede dejar un gran reguero de víctimas en los estados petroleros norteamericanos, donde cientos de miles de trabajadores ya han sido despedidos o ven sus puestos de trabajo pender de un hilo. La fiebre del oro americano moderna está llegando a su fin.
–Con información de Víctor Ventura, EconomíaHoy