El director de cine es hoy el jefe máximo de TV UNAM, un puesto que le ha caído un poco para su sorpresa pero al que ha dicho que sí, como antes trabajó como rector del CUEC, de donde es egresado. En esta, una entrevista a fondo, habla de su documental a favor de Rius y del estreno de su próximo filme, contra el alcoholismo.
Ciudad de México, 14 de enero (SinEmbargo).- Egresado del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la Universidad Nacional Autónoma de México (CUEC-UNAM), Armando Casas (México, 1964), estrenó en 2001 su película Un mundo raro.
Era una película buena, con actuaciones fenomenales y en donde se hacía parodia de la televisión, ese monstruo que en esa época todavía dominaba el país y el mundo.
Su más reciente largometraje de ficción como director, Familia Gang, se estrenó en marzo de 2014 en el Festival Internacional de Cine en Guadalajara y trae a un delicioso Rafael Inclán en el papel principal.
Desde diciembre de 2016 es director de TV UNAM, un puesto que no la ha hecho perder su condición de cineasta, tal el estreno próximamente de su filme contra el alcoholismo.
–No estás alejado del cine
–No, de hecho se estrena otro largometraje mío en febrero, se llama Mala copa, trata sobre el alcoholismo. Lo filmé el año pasado. Desde que dejé de ser director del CUEC y ahora que soy director de TV UNAM he estado continuamente haciendo películas. Afortunadamente. Como director del CUEC produce más de 15 películas, de ficción y documentales.
–El cine es muy difícil
–Sí y también forma parte de decisiones que uno va tomando. En el camino se me atravesó el CUEC y como director fue muy difícil tratar de realizar una película durante ese período. Al terminar mis funciones en el CUEC, hice otro par de películas. Ahora como director de TV UNAM, también es difícil, pero la encomienda que tengo aquí no es muy larga.
–¿Qué significa para ti ser docente y ser funcionario?
–Mi vocación es la de docente. Soy docente en tiempo completo de la UNAM, es algo definitivo para mí para la universidad, esa será mi vida hasta el final. Me gusta mucho dar clases porque te exige todo el tiempo estarte preparando para transmitir el conocimiento. No puedes ser buen docente si no te estás preparando todo el tiempo. También están los alumnos inquietos, que te aporta otras aristas de lo que enseñas, estar por otro lado en el área académica, te da otra visión sobre tu área creativa. Ahora bien, la parte de funcionario, en este caso es una televisora que conozco bien y me interesó la propuesta desde el punto de vista creativo. La invitación de un creador al que respeto profundamente como es Jorge Volpi, me interesó mucho. Somos contemporáneos, él conoce la televisión e hizo cosas muy interesantes al frente de Canal 22. He propuesto cosas y esas cosas han sido impulsadas. No soy un administrador, mi idea es aportar creatividad.
–¿Cómo fue la relación con el sindicato?
–La Universidad tiene un sindicato bastante activo. En el caso de TV UNAM además tiene un convenio de condiciones especiales de trabajo y es lógico que exista. Lo que uno tiene que buscar es conciliar, respetar derechos sindicales y hacer televisión de manera eficaz. Ese es el reto de la televisión.
–¿En un momento donde nadie está viendo televisión?
–Es interesante lo que me dices. Lo que yo destacaría son las nuevas tecnologías, que hacen más alcanzable la red televisiva y en un momento donde la percepción generalizada es que la televisión ya no es vista. Lo que he descubierto es muy interesante, esa percepción me parece lógica entre nosotros, donde Netflix se nos ha hecho muy funcional, pero el dato estadístico establece que son las clases media y la alta las que tienen poder adquisitivo las que han dejado de ver televisión abierta. Pero en las clases más marginales, donde no llega Netflix, se ve muchísimo. No hay cable, no hay satélite, el grueso son los canales abiertos, de los cuales el que más se ve es Bandamax (http://www.bandamax.tv/), es un canal de música de banda. Ni siquiera yo había oído hablar de él. El país es eso, con la revista que más se consume es TVnotas, el programa de televisión es La Rosa de Guadalupe, es decir, productos con los que nosotros no tenemos contacto. Yo siempre hago la broma diciendo que vemos México desde La Condesa y Coyoacán, pero cuando vemos los datos duros la realidad nos desmiente muchísimo.
–¿Cómo es tu documental sobre Rius?
–Yo le hice una muy larga entrevista. Tenía un proyecto apoyado por el FONCA para entrevistar a los caricaturistas mexicanos más importantes, para después desarrollar un documental o una serie de televisión, que terminó existiendo para el Canal 11. Me costó mucho trabajo Gabriel Vargas, él no daba entrevistas, tenía la mitad del cuerpo paralizado, pero lo convencimos. Me costó trabajo Naranjo, porque él tenía la idea de que la televisión no era algo interesante. Afortunadamente entendió y tuvimos una estupenda relación, nos llegamos a ser amigos. Cuando llegó el turno de Rius, fue un hombre muy accesible, yo tenía la ventaja además de haber empezado este proyecto con José Hernández, el caricaturista que ahora presenta sus libros sobre el Che. La primera pregunta que le hice fue si no estaba cansado de tantas entrevistas. Era generoso dando las entrevistas y me empezó a explicar algo que uno intuía, eso de decir siempre lo mismo, de repetirse. Hicimos una entrevista larga que abarcaba todo lo que él había hecho, su propio aprendizaje del dibujo, sus influencias, sus libros. Quedó tan contento que nos invitó a comer. Poco tiempo antes de que se muriera, yo hice la última entrevista audiovisual. La hice con El Fisgón. Se ve bien, ya traía una bolsita como diálisis, él mismo la escondió, siempre estuvo lúcido. En la entrevista estuvo simpático, interesado, hablando que él pensaba que iba a cambiar el pensamiento de mucha gente con su obra. Creo que él lo consiguió, es el gran educador de los mexicanos durante los años 60 y 70, en el régimen autoritario en el que vivíamos. Pensaba que el PRI se iba a ir por su obra y eso lo decepcionó mucho tiempo, pero al final se dio cuenta de que no era su función.
–¿Murió decepcionado por eso?
–No, creo que no. Especialmente Los Súpermachos era su mayor orgullo. Luego se los quitaron y no pudo vivir la época de apertura que ahora vivimos. Sí sabía que no iba a ver un presidente más cercano a sus filias, eso sí lo sabía. Su popularidad por esta forma tan poco ortodoxa de criticar aquello que le duele al mundo llegó a lugares tan remotos que Ernesto Che Guevara se declaró admirador de la obra del mexicano, lo mismo que el músico británico Joe Strummer, líder del grupo de punk The Clash, quien confesó que su primer acercamiento a Marx fue por medio de Rius. El documental tiene animación y se ve muy bien la obra de Rius.
Sabía que en cada presentación siempre iba a aparecer algún caricaturista diciéndole: “Usted fue mi inspiración”, y por ello ya tenía una réplica preparada y lista bajo la manga, como constató Bef (Bernardo Fernández), quien recibió por respuesta el consabido: “¿Y yo qué culpa tengo, mano?”. O cuando le adjudicaban la “paternidad monera” –como la llama Jis—, usualmente remataba: “¡Cómo que el papá! Yo soy el abuelo”. (Gaceta digital de la UNAM)
–¿Qué es Mala Copa?
–Es una película como su nombre lo indica sobre el alcoholismo, en clave de comedia seria. Me gusta más la ironía. El juego tiene que ver con un ente que él sólo puede ver y es su alcoholismo. Es interesante porque todos los elementos que provoca el alcoholismo se ven a través de alguien que los presenta. El protagonista es Luis Arrieta (nació en 1982), es un actor de cine y de televisión, ya ha hecho bastantes películas como protagonista; el otro actor es Luis Ernesto Franco, un actor también bastante conocido. Lo interesante es que aquí aparece un actor mexicano que no hacía cine desde hace 30 años. Es Alfonso Arau, hizo varias películas en los Estados Unidos y yo tuve la oportunidad de tratarlo bastante porque me invitaron a hacer un libro de conversaciones con él y nos hicimos muy amigos. Lo invité a mi película y aceptó.