En una sociedad saturada de información, lo visual impacta más que una etiqueta con números pequeños. En México, un país en donde recientemente se declaró epidemia de obesidad y diabetes, los productos informan su contenido calórico, pero no de forma clara. El proyecto fotográfico de Antonio Estrada sinAzucar.org muestra con técnicas publicitarias lo apetecible de un alimento procesado y la cantidad de azúcar que tiene. ¿Cuántos terrones de más comes o bebes al día? Seis son los recomendables, dice la OMS.
Ciudad de México, 14 de enero (SinEmbargo).– Al salir de una cadena de comida rápida, un mexicano adulto promedio habrá consumido un vaso de refresco de 700 mililitros que contiene 20 terrones de azúcar, el triple de lo recomendable al día. Si una mujer que tiene una dieta desayuna un yoghurt sin grasa está llevándose a la boca cuatro terrones de azúcar. Un padre alimentando a su hijo con yoghurt para bebés le está dando dos y medio de terrones. No lo saben. Pero la industria de alimentos procesados sí y le resulta más económico producir esos bienes porque el azúcar es más barata que otros insumos, como la leche, y se venden más.
Aunque los productos procesados tienen etiquetado, la gente «busca la comodidad y no está acostumbrada a leer esa información». El proyecto visual sinAzucar.org busca informar y concientizar a la sociedad sobre lo que come a diario, contó a SinEmbargo Antonio Estrada, el fotógrafo madrileño detrás de esta idea.
El sitio Convergencia Alimentaria reveló que diez empresas multinacionales son las que controlan casi todos los productos que se consumen en el mundo: Coca-Cola, Pepsico, Nestlé, P&G, Johnson y Johnson, Unilever, Mars, Kellogg’s, Kraft, Mondeléz y General Mills, la mayoría de Estados Unidos.
Sin embargo, dijo Estrada, la procedencia del producto no es lo más importante, sino el tipo. El contenido de un refresco, por ejemplo, «es prácticamente igual» en una fábrica de España que de Estados Unidos o México.
«Meter azúcar a un producto es garantía de ventas y dinero. El paladar está acostumbrado a sabores dulces. El objetivo de una empresa es hacer dinero. Como parte de su responsabilidad es cuidar a la sociedad que consume sus productos, pero es secundario. El azúcar es un producto muy económico y apetecible. Si se utiliza en un producto, se vende más y el costo de producción será más económico», aseguró.
En diciembre pasado, Antonio –con apoyo de asesores en nutrición y consumo– lanzó sinAzucar.org, un proyecto fotográfico que pretende visualizar el azúcar oculto que hay en muchos de los alimentos procesados que consumimos habitualmente.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda no superar el 5 por ciento de las calorías, es decir, en un adulto medio el consumo máximo de azúcar diario debería ser de 25 gramos equivalentes a 6 terrones de azúcar al día.
De todos los productos que ha fotografiado, las bebidas azucaradas como la Coca Cola de 600 mililitros (13 terrones y medio) o el Monster (15 terrones) son los más dañinos, destacó Estrada.
Coca-Cola, fundada desde 1892, es una de las marcas más caras del mundo y se encuentra en la lista más importante de índices bursátiles de Estados Unidos. Sus ingresos anuales superan los 47 mil millones de dólares.
“México es el principal consumidor de refrescos a nivel mundial y el 70 por ciento de los azúcares añadidos que consume el mexicano son aquellos que provocan sobrepeso, diabetes, enfermedades del corazón e incluso algunos tipos de cánceres”, aseguró el director de Contrapeso, Luis Encarnación.
«CADA VEZ SE COCINA MENOS»
De acuerdo con Alejandro Calvillo, de El Poder del Consumidor, las calorías vienen más concentradas en los alimentos procesados y bebidas azucaradas.
«La comodidad lleva a la gente a descuidar su alimentación. Hoy en día la se vive con mucha prisa y cuando se hace la compra buscamos recoger algo rápido del supermercado y no leemos las etiquetas. Cada vez se cocina menos, comemos fuera de casa, comemos productos prefabricados. Hay que volver a alimentarnos con comida real: fruta, carne, pescado, legumbres, huevos, leche…», dijo Antonio Estrada vía telefónica desde España.
«A la larga, el consumo abusivo de azúcar puede generar obesidad, diabetes o inflamación múltiple», alertó.
México tiene la segunda tasa de obesidad más alta entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), después de Estados Unidos, y la tercera en América Latina, de acuerdo con la Organización Panamericana
El sobrepeso y la obesidad afectan a 7 de cada 10 adultos mexicanos de las distintas regiones, localidades y niveles socioeconómicos, con base en cifras oficiales.
El problema no se queda en el ámbito de la salud pública sino se extiende a una carga económica para el presupuesto familiar, los sistemas de salud y las finanzas públicas.
El costo a la economía, derivado de las enfermedades que genera y su tratamiento, va de entre 82 y 125 mil millones de pesos, de acuerdo con el Instituto Mexicano de la Competitividad.
Además, la enfermedad provoca que la fuerza laboral de las personas con sobrepeso y obesidad se vuelva menos productiva como resultado del ausentismo al trabajo. Eso, calculó la consultora HS Estudios Farmacoeconómicos, provoca costos por 300 mil millones de pesos.
LA INUTILIDAD DEL ETIQUETADO
En una sociedad saturada de información, lo visual impacta más que una etiqueta con números pequeños. En México y España los productos procesados tienen etiquetado del contenido, pero en la sociedad actual, la gente prefiere la imagen que el texto.
«Sería más útil un semáforo de información nutricional con terrones, por ejemplo. La información siempre ha estado presente en las etiquetas, sin embargo, estamos acostumbrados a que en el mundo actual no se lee sobre el perjuicio del azúcar. Vamos a lo rápido y visual, no al texto», aseguró el fotógrafo Antonio Estrada.
En el proyecto, emplea las mismas técnicas de iluminación que la publicidad para que luzca «radiante y apetecible», pero añade un detalle: el contenido de azúcar de cada producto.
En España, hace un año se obligó a poner en el etiquetado la cantidad de azúcares en el producto, contó. Pero «no es útil» porque la gente no sabe o no acostumbra leer la información. También se aprobó un proyecto de ley para incluir impuestos en productos azucarados, pero aún no se pone en marcha.
En el caso de México, en 2014 la Reforma Hacendaria aumentó un porcentaje de impuestos a productos calóricos y bebidas azucaradas para intentar disminuir su consumo.
«El gobierno debe fortalecer mucho más la regulación a la publicidad y al etiquetado [etiquetas de advertencia]; basarse en evidencias científicas, recomendaciones internacionales y de la academia”, declaró de Contrapeso Encarnación. Además “necesitamos que la regulación que prohibe alimentos chatarra en las escuelas se cumpla. Otra medida es el acceso a bebederos de agua”, agregó Alejandro Calvillo.