Por Rosalía Vázquez, especial para SinEmbargo
Xalapa, Veracruz, 5 de junio (SinEmbargo/BlogExpediente).– «Ya los cargó la verga. Se van a morir», les decían los 10 hombres armados mientras les pateaban el cuerpo y golpeaban su rostro con palos, bates y hasta machetes. La agresión duró menos de cinco minutos pero se volvieron un infierno para los ocho estudiantes de la Universidad Veracruzana que fueron atacados la madrugada de este viernes en una vivienda de la calle Herón Pérez.
El ataque y la denuncia pública del mismo sufrieron respuestas contradictorias por parte del Gobierno del estado y la Secretaría de Seguridad Pública, que fueron acusados de ser responsables de las agresiones.
Como siempre, la palabrería gubernamental salió más rápido que las acciones que legalmente correspondían hacer. En diez horas la Policía Ministerial no se acercó a investigar o acordonar el área donde ocurrió la agresión.
Los elementos de la SSP llegaron en la madrugada y se retiraron en cuanto recibieron una extraña instrucción de los ocupantes de un vehículo Pontiac blanco. Se fueron sin auxiliar a los heridos ni dar parte a otros elementos policiacos o a un hospital.
Pero aunque los policías tardaron mucho, los comunicados asegurando el ya esperado «yo no fui» se distribuyeron como pan caliente. Uno donde la dependencia manejada por Arturo Bermúdez Zurita (SSP) se hace de la vista gorda: «La Secretaría de Seguridad Pública (SSP) niega rotundamente tener participación alguna en el ataque que sufrieron estudiantes de la Universidad Veracruzana (UV) la madrugada de este viernes. Desde la dependencia condenamos categóricamente los hechos».
Uno más para asegurar que en realidad no es tan grave como parece y usando el nombre del Centro de Especialidades Médicas como escudo: «La dirección del nosocomio dio a conocer que se trata de tres pacientes policontundidos, que se encuentran estables y sin lesiones internas».
Y el tercero como sello de la casa y con el nombre de la Universidad Veracruzana para indicar que en realidad, de los ocho agredidos, sólo uno se encuentra inscrito en la autónoma casa de estudios.
CINCO MINUTOS DE HORROR
Nadie lo imaginó. Se reunieron horas antes para comerse un pastel juntos, compartieron palomitas y un poco de jugo Boing. La casa del cumpleañero era el lugar perfecto para reunirse por la cercanía con el área de humanidades donde la mayoría estudia.
El ruido de un automóvil se escuchó cerca, de pronto golpes sobre la puerta, las ventanas estallando, el terror de no saber hacia dónde correr porque la casa es en realidad una habitación con baño.
No hubo tiempo ni de preguntar la razón, sin dar minutos para esconderse lanzaron sobre los muchachos sus palos y machetes. Sobre la espalda a algunos, directo a la desfiguración del rostro para otros tres.
No les importó que hubiera mujeres, los golpes se dieron sin distinción. Los insultos llovieron y la sangre también.
«Entraron rompiendo las ventanas y la puerta, empezaron a golpearnos rápidamente. Yo alcancé a taparme pero nos golpearon y nos decían muchas groserías. Varias veces gritaron ‘vámonos’ pero no se iban. Me escondí por la cama pero nos decían que nos íbamos a morir», recuerda la única estudiante que no tuvo que ser hospitalizada.
A sus 21 años, la estudiante de Pedagogía en la UV vivió uno de los peores episodios en su vida. Poco ha querido hablar con la gente, su cabello anda alborotado y su cabeza más. Tiene ganas de llorar por la impotencia y el temor. Los moretones en su cara y su cuerpo delgado hablan de que fue la menos lastimada.
«Yo creo que me golpearon dos [hombres]; pero no los pude ver porque estaba boca abajo. Les pedimos que ya pararan, pero ellos nos seguían gritando».
Nadie pudo ver completamente el rostro de sus agresores, la mayoría tenía el rostro tapado con capuchas, gorras, máscaras y paliacates. Llevaban pantalón de mezclilla y playeras de diferentes colores. Está segura de que todos eran hombres.
Tres estudiantes quedaron irreconocibles. El que recibió un machetazo a la mitad de la cara fue al que mejor le fue. El mayor de ellos no podía respirar bien, le quebraron la nariz, el pómulo parece salido de su rostro, la cara cuarteada por moretones, hinchazón y cortadas. La quijada colgada por el desprendimiento que le provocó un golpe.
Otro se desvaneció en los primeros golpes sobre su cabeza, al despertar había sido agredido de tal manera que su rostro y cabeza se veían con el doble de tamaño por las confusiones que tuvo. Todos los dientes se le cayeron después de las patadas y golpes que le propinaron sobre la cara.
Cuando se supieron sobrevivientes a un ataque brutal, denunciaron el ataque a través de sus familiares y amigos. También avisaron a la prensa porque ya ni en las autoridades pueden confiar.
MARCHA EN VERACRUZ POR ESTUDIANTES
Este viernes por la tarde, maestros, estudiantes y ciudadanos se concentraron en la plaza Regina Martinez cerrando la vialidad de la avenida Enríquez del primer cuadro de la ciudad para condenar la brutal golpiza que recibieron estudiantes de la UV en manos den grupo de hombres encapuchados dentro de un domicilio mientras festejaban un cumpleaños la madrugada de este viernes, haciendo responsables al Gobierno del Estado y a la Secretaria de Seguridad Pública.
RETRATO PÚBLICO DE LA VIOLENCIA
Dicen que nadie escuchó el ataque pero los vecinos pasaron todo el día asomados e indicándole a la prensa que la habitación seguía accesible por sí querían entrar a ver el escenario de una noche traumática para 8 jóvenes.
No hay forma de no voltear a ver el lugar, los vidrios quedaron regados por toda la banqueta, algunos con manchas de sangre, otros con cartón atorado. Notas escolares sirven de tapete para el peatón, y en el desagüe tres guantes de látex.
La pequeña vivienda quedó destruida, como prueba de la masacre quedan decenas de manchas de sangre sobre las paredes. Junto a la cama parece que les azotaron la cabeza, en la puerta hay una mano marcada, por el refrigerador quedaron restos de gasas y papel higiénico que ellos mismos utilizaron para detener sus hemorragias.
La ropa está revuelta, ensangrentada, el chaleco olvidado de uno de ellos se ve como trapeador. La cama desatendida, la sangre embarrada en el piso, en la lámpara, sobre las libretas de estudio.
El lugar de los hechos fue infectado por periodistas y curiosos que entraron hasta el baño para ver el resultado de la golpiza. Nadie llegó antes a cerrar el lugar donde se cometió un crimen, por el contrario, se dejó fotografías, hacerlo público, difundir el daño causado.
VERACRUZ, ESTADO DE REPRESIÓN
El Gobierno de Veracruz demuestra con el ataque que se suscitó contra los estudiantes, que su política continúa siendo la de la represión que se ejercía en los años 50 en México opinó Jorge Rodríguez Molina, académico de la Facultad de Historia.
«Hay una constante en los últimos meses donde muchos movimientos han sido reprimidos. Hay una violencia selectiva sobre ciertos liderazgos, grupos, movimientos sociales, y los políticos veracruzanos se quedaron en esa etapa, se quedó atrás».
Los profesores poco sabían sobre la agresión al iniciar el día. Las versiones fueron varias y muchos rumores intentaron minimizar el acto. Algunos dijeron que en realidad no eran buenos estudiantes, otros los culparon de ser los incendiarios del Instituto Nacional Electoral, otros opinaron que a lo mejor fueron golpeados por haber cometido un ilícito.
La madre de uno de ellos anunció que interpondrá la denuncia correspondiente.