La cadena de bloques o «blockchain» funciona como una red de pares (P2P), por lo que el intercambio de energía se lleva a cabo directamente entre los usuarios sin que intermedie ninguna empresa suministradora, de manera barata, segura y sencilla que se puede controlar en tiempo real.
La cadena de bloques puede usarse también para medir de forma fiable y transparente las acciones de los países para reducir el calentamiento global y mejorar la eficiencia ecológica de la economía.
Por Gaspar Ruiz-Canela
Bangkok, 13 de diciembre (EFE).- El colegio internacional Bangkok Prep forma parte del primer proyecto en el Sudeste Asiático de uso de «blockchain» en la compraventa entre particulares de energía generada por paneles solares, un ejemplo de que esta tecnología, vinculada en su origen a las criptomonedas, sirve también en la lucha contra la crisis climática.
Además del colegio, el proyecto energético, que comenzó el año pasado, incluye a un centro comercial, una clínica dental y un edificio de apartamentos en la comunidad Town 77, todos ellos situados en la capital tailandesa.
De momento, la energía solar solo cubre el 20 por ciento de la demanda energética de los participantes en el proyecto, pero los paneles solares y el «blockchain» permiten un ahorro de un 15 por ciento en la factura de la luz y reducir las emisiones de CO2 en 530 toneladas anuales (equivalentes a 64 hectáreas de bosque).
ESTUDIANTES POR EL MEDIO AMBIENTE
La iniciativa destaca como un oasis ecológico en un Bangkok donde manojos de cables cuelgan como lianas en numerosas calles y que, como el resto del país, no se distingue por su sostenibilidad medioambiental.
El director de Bangkok Prep, Duncan Stonehouse, explica a Efe que la idea de instalar paneles solares surgió de un grupo de estudiantes que participaron con sugerencias en el diseño del centro de secundaria en T77.
«Una de las ideas relacionadas con la energía sostenible era tener paneles solares en los edificios, porque en Bangkok y Tailandia hay un montón de sol», señala Stonehouse en una entrevista en el centro privado.
Más adelante, la constructora responsable de T77, Sansiri, puso en marcha el proyecto energético con ayuda de la empresa de energía renovable tailandesa BCPG y la firma australiana de «blockchain» Power Ledger.
La cadena de bloques o «blockchain» funciona como una red de pares (P2P), por lo que el intercambio de energía se lleva a cabo directamente entre los usuarios sin que intermedie ninguna empresa suministradora, de manera barata, segura y sencilla. De hecho, se puede controlar en tiempo real desde un simple programa en el ordenador o el móvil.
Además, el sistema contribuye a la eficiencia energética, ya que aprovecha los momentos en los que unos edificios producen más electricidad de la que consumen y otros tienen demanda, detalla la cofundadora y presidenta ejecutiva de Power Ledger, Jemma Green.
La emprendedora afirmó que el objetivo de su empresa es crear plataformas que mejoren la eficiencia energética e, incluso, la inversión en renovables con proyectos en Australia, Malasia, Japón, Estados Unidos, Francia e Italia, entre otros.
«Definitivamente, queremos hacer una contribución significativa a los objetivos climáticos de París y pensamos que una forma es preparando a los ciudadanos a controlar su futuro energético», afirma desde Australia en una videollamada Green en relación con los objetivos contra la crisis climática acordados en París en 2016.
Gracias a la encriptación presente en las redes «blockchain», la información compartida está muy segura frente a posibles ataques informáticos.
No es este el único uso en pro del medio ambiente del «blockchain», hasta ahora más asociado a criptomonedas y a su poco sostenible minado, muy criticado por su enorme consumo energético.
La cadena de bloques puede usarse también para medir de forma fiable y transparente las acciones de los países para reducir el calentamiento global y mejorar la eficiencia ecológica de la economía.
CADENA DE BLOQUES EN EL SUDESTE
Ya en el Sudeste Asiático, la compañía tecnológica Hara usa la cadena de bloques en Indonesia para crear una red de agricultores que comparten información sobre los cultivos y el clima y también pueden financiarse o adquirir bienes como fertilizantes
La empresa emergente Bananacoin creó una criptodivisa adaptada al mercado laosiano para vender a China un tipo de plátano orgánico muy demandado en el gigante asiático de forma sostenible.
La plataforma Dacsee, en Malasia, quiere crear un entorno más equitativo y justo en las plataformas de transporte a través de aplicaciones gracias a la tecnología de cadena de bloques, mientras que otras empresas en Singapur la usan en el sector financiero, eléctrico y logístico.
A pesar de ser una tecnología emergente, la venta de activos basados en el «blockchain» ascendió a 2 mil 400 millones de dólares entre 2014 y 2018 en Asia, principalmente en países como China, Corea del Sur, Japón e India, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
La consultora estadounidense IDC estima que las inversiones en cadenas de bloques ascenderán en Asia-Pacífico a 552.7 millones en 2019, un 81 por ciento más que en 2018, y llegarán hasta los 3 mil millones de dólares en 2023.