En agosto de 2010, Kristian Karim Flores Huerta y Martín Alejandro Fiol Alfaro desaparecieron cuando se dirigían desde Villa Juárez, Nuevo León, a Piedras Negras, Coahuila. Desde ese entonces, la madre de Kristian, Lourdes Huerta, inició una imparable lucha para dar con el paradero de su hijo.
Lourdes ha ido y venido por diferentes estados, ha excavado en fosas, ha marchado en distintas ciudades, se ha manifestado y alzado la voz, pero a más de ocho años de la desaparición de su hijo las autoridades de Nuevo León no le han entregado ni la sábana de las llamadas de los teléfonos de Kristian Karim.
Ciudad de México, 13 de septiembre (SinEmbargo).– “Caminaré mi vida entera hasta donde he de escuchar su voz. Mi sueño y mi esperanza no muere”, dice el mantra de Lourdes Huerta Tarrega, madre de Kristian Karim Flores Huerta, de quien no sabe nada desde hace más de ocho años.
Kristian, de entonces 24 años de edad, desapareció una madrugada del 12 de agosto del 2010, en compañía de su cuñado Martín Alejandro Fiol Alfaro, de 18 años, en algún punto entre Nuevo León y Coahuila.
Lourdes recuerda a Kristian no conforme con el viaje que emprendería, pero necesitaba dinero porque su esposa estaba a punto de dar a la luz. Aún tiene grabado en su memoria el diálogo que tuvieron la noche previa al día de su desaparición.
–Mamá, no me quiero ir –dijo Kristian.
–Pues no te vayas hijo –le respondió Lourdes.
–Me falta dinero para completar la maternidad –le comentó a la madre.
–Yo te presto, pero no te vayas –le dijo Lourdes.
La madre detalla que abrazó a su hijo y le volvió a pedir que no se fuera. «Eso a mí me ha ocasionado mucho conflicto emocional. Yo me reclamo el no haber insistido más que él que no se fuera, a lo mejor era un aviso”, lamenta.
Ya han pasado más de ocho años de que Kristian y Martín fueran vistos por sus familiares y ese mismo periodo también ha sido de una larga lucha por obtener una respuesta de parte de las autoridades que siguen sin tener una línea de investigación sobre el caso ni algún sospechoso.
Lourdes ha ido y venido por diferentes estados, de fosas, ha marchado, se ha manifestado, ha alzado la voz. En ese andar se ha encontrado con más madres que buscan a sus hijos y otras personas que buscan a sus familiares, activistas y defensores de derechos humanos. Y ese camino la llevó a cofundar el colectivo Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Nuevo León (FUNDENL).
UNA DESAPARICIÓN
Kristian era transportista de productos, manejaba una camioneta refrigerada. La madrugada del lunes 12 de agosto del 2010, salió acompañado de su cuñado Martín, desde Villa Juárez, Nuevo León, con rumbo a Piedras Negras, Coahuila; a su paso visitarían varios municipios.
Al siguiente día de la partida, “Chepina”, esposa de Kristian y hermana Martín, llamó a Lourdes para preguntar si había logrado hablar con los dos jóvenes, luego de no obtener éxito en ninguno de los cinco teléfonos que entre ambos portaban.
La madre reconoce que en un principio no se «alarmaron tanto», pues creían que la mala recepción en la carretera había impedido el contacto. Pero al paso de los días, la preocupación aumentó y la familia comenzó a llamar a clínicas, hospitales, ministerios en busca de su paradero, incluso“en la Policía Federal nos dijeron que no tenían nada reportado” dice Lourdes. “Desde que ellos salieron ya no hubo nada y durante todo el fin de semana era un locura y una lloradera entre su esposa, sus hermanos y yo”.
Llegó el fin de semana y al no tener noticia de los jóvenes, Lourdes y su familia organizaron su propia búsqueda, “unos le dieron por el lado de Monclova y otros por Laredo nos fuimos pegando fotos y teléfonos por si alguien los encontraba, pero nada”.
Finalmente. el 16 de agosto interpusieron una denuncia en el Ministerio Público de Villa Juárez, Nuevo León, por la desaparición de ambos, “de ahí nosotros nos quedamos pensando que los iban a buscar, pero fueron pasando los días y otra vez nada”.
Y mientras esperaban, la desesperación y angustia de “Chepina” crecía y corría el riesgo de enfermarse y afectar a su bebé. Fue doce días después de la desaparición de su padre y tío que nació el primogénito de Kristian y Josefina.
“Jamás en la vida nos imaginamos qué era o qué podía ser una desaparición, no teníamos en la mente qué era. Sí sabíamos que había violencia, pero cruelmente aquí solo oíamos de asesinatos, baleados y cosas así, pero no de personas que no regresaran”, resalta.
Una aproximación a la crisis actual de desapariciones en Nuevo León puede hacerse a través del Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas que reporta 2 mil 919 casos de mujeres y hombres de los que no se sabe su paradero y que la última vez que fueron visto fue en esa entidad.
LUCHA Y BÚSQUEDA
Días después de haber interpuesto la denuncia, comenzó una larga lucha por encontrar respuestas. Lourdes recuerda que al principio se «la pasaba a diario en el MP, preguntándoles qué sabían y qué habían hecho”.
En ese entonces, las autoridades estatales “manejaban todo: robos, violaciones, broncas familiares, nos les alcanza la vida para hacer un búsqueda es más ni sabían cómo hacerlo ni tampoco qué era una desaparición”.
“Yo entiendo que también a las autoridades les cayó como de balde agua fría, pero estamos estábamos tatas personas encima aún cuando hubo gente que se quedó callada, pero hubo mucha gente que nos atrevimos a hacer una denuncia y a andarlos buscando porque ellos no se tomaron la molestia de decir ‘oye qué vamos a hacer con todo esto’, en lugar de empezar a rezagar los expedientes debajo del escritorio. Hay denuncias que no se movieron jamás, yo porque nunca me despegué”, denuncia la madre.
La desaparición cambio la vida de Lourdes: renunció a su empleo, se cambió de casa y hasta llegó a enfermar. “En el 2012 estuve quince días internada por una depresión grave, yo me quería morir. Era un dolor que no le deseo a nadie, era que el corazón te lo arrancaban con las manos”, explica.
En aquel entonces, rememora Lourdes, “Coahuila ya había abierto una Fiscalía, pero no aceptaba casos más que de ahí, los únicos que habían aceptado era el de unos policías de Guadalupe, pero de gente común no agarraban nada”, igual dejó los datos de su hijo y Martín.
Aun con la constancia, reclama que las autoridades nunca le han podido dar por lo menos una sábana de llamadas con la que “dijeran en esta antena se apagaron los aparatos, para tener un radio para saber mínimo por donde se los habían llevado o si había sido aquí en Nuevo León o habían alcanzado llegar a Coahuila”.
Hasta la fecha la camioneta en la que iba Kristian y Martín tampoco ha sido encontrada “quizás porque era chiquita y no llamaba la atención, además era refrigerada”, se explica.
DESAPARECIDOS POR IGUAL
A lo largo de los más de sus 6 años de existencia, el colectivo FUNDNL ha visibilizado las desapariciones en el estado. Reclamó al ex Gobernador priista Rodrigo Medina de la Cruz ocultar las cifras reales sobre los casos de desaparición en el estado y al actual mandatario Jaime Heliodoro Rodríguez Calderón, «El Bronco», le ha reclamado las declaraciones con las que busca criminalizar a las víctimas.
Su búsqueda de justicia los ha llevado a articular su lucha con otras organizaciones de otros estados del país con las que impulsaron la Ley General en materia de Desaparición Forzada de Personas, Desaparición Cometida por Particulares y la del Sistema Nacional de Búsqueda de Personas.
Aunque los grupos sociales reconocieron un avance en la legislación promulgada en noviembre de 2017, Lourdes señala que no está de acuerdo con los términos “desaparición forzada y desaparición por particulares”, porque en su caso “nadie me puede decir que a mi hijo se lo llevaron autoridades o un particular”, por lo que «significa menos derechos».
Afirma que debe haber un trato por igual para todos los desaparecidos sobre todo en la cuestión de las garantías. “Desde ahí tenemos que fomentar la paz para que las familias estemos tranquilas mínimo”, dice.
Hoy, con la entrada de la administración de Andrés Manuel López Obrador, espera que lleguen funcionarios sensibles y con conocimientos en la materia, “porque no puede ser posible que sepamos más nosotras que los que están ahí”, señala.
“Como persona y como católica te puedo decir que perdonar sí es necesario para poder seguir viviendo. Yo podría perdonar a quien se llevó a mi hijo, haya pasado lo que haya pasado, porque sí hay una necesidad interna como persona de perdonar porque si no, no podemos seguir viviendo”, afirma Lourdes.