Los mexicanos, en general, nos quejamos y no sólo del clima. Nos quejamos porque quisiéramos que alguien nos resolviera los problemas acumulados. Que viniera alguien a lidiar con el calor o con el frío o con el país o con la felicidad. Cierto, no tenemos los mejores candidatos a la presidencia, pero tampoco hay seres humanos que pudieran estar a la altura de nuestras expectativas, porque lo que nosotros queremos no es un administrador público, lo que queremos es a Dios, que venga y que nos ayude a que nunca, nunca vuelva a llover.
Por Nicolás Alvarado