Jorge Alberto Gudiño Hernández
13/05/2017 - 12:00 am
Un pésimo segundo lugar
Una “cuartilla” puede ser sinónimo de página pero, también, es una extensión determinada que servía para calcular caracteres antes de la computadora. Así, una cuartilla se constituía a partir de la idea de 65 caracteres por veintisiete renglones. Cuando, en el pasado, a alguien le pedían un texto de determinado número de cuartillas, le bastaba […]
Una “cuartilla” puede ser sinónimo de página pero, también, es una extensión determinada que servía para calcular caracteres antes de la computadora. Así, una cuartilla se constituía a partir de la idea de 65 caracteres por veintisiete renglones. Cuando, en el pasado, a alguien le pedían un texto de determinado número de cuartillas, le bastaba multiplicar ese número por mil 800 caracteres que, pese a no ser exacto, funcionaba bien a la hora de saber a qué extensión se referían los editores, los reporteros y los escritores.
Esta semana el International Institute for Strategic Studies (IISS) publicó la lista con los países con mayor número de muertes violentas. Dado que el estudio se llama “Armed Conflict Survey 2017”, todo parecía indicar que se trataba de países en guerra, al menos en su interior. Esto aplicaba muy bien para naciones como Siria (que encabeza la lista), Irak o Afganistán. El problema es que México apareció en segundo lugar, con 23 mil muertos.
El gobierno mexicano de inmediato se respondió. Los argumentos que esgrimió podrían ser válidos: errores metodológicos en la medición, cifras sacadas de fuentes no aclaradas, la negación absoluta de que el país se encuentre en guerra o que algunas de estas muertes no obedecen a ningún conflicto armado sino que son producto de conflictos entre particulares.
El problema no es quién tenga razón. El problema, como siempre, son las decenas de miles de muertos que se siguen acumulando. Y que, además, ganan terreno sobre el territorio nacional. Los casos se repiten en las redes sociales más que en los medios, toda vez que ahí no hay restricciones de contenido: la violencia nos circunda. Y la respuesta del Estado es atacar el estudio, no las causas.
Lo que es claro es que estamos mal y cada vez es peor. Mucho peor. Desde la absurda guerra iniciada por Calderón hasta este año, han muerto demasiados mexicanos víctimas de la violencia. Y eso es grave. Tan grave, que nuestra percepción de las cifras se ha distorsionado. Si escribiéramos el nombre de un muerto en un renglón de una página tradicional, casi llenaríamos 852 cuartillas, considerando sólo a los 23 mil que menciona el estudio. Se requerirían muchas resmas de papel para escribir los de estos últimos sexenios. Y serían sólo los nombres, no sus historias, sus relaciones, la forma en que tenían de despertar o de emocionarse por sus familias. Miles de cuartillas de nombres que se van borrando en el olvido. Miles de cuartillas que deberían ser un recordatorio de que las cosas están mal y cada vez están peor. Miles de cuartillas que, sin duda, no leerán los responsables, preocupados por archivarlas y evitar que se aparezcan ante nuestros ojos.
Da igual si el segundo lugar es cierto o no. El problema es que, de seguir así, pronto se aparecerán nombres cercanos en esa lista infausta, si no es que ya lo han hecho. Y no es posible sentarnos a esperar a que alguien lo resuelva.
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