Hay esperanza de cambio; pero no se si la 4T lo logre, dice Mauricio Carrera, autor de La vida endeble

13/04/2019 - 12:03 am

Mauricio Carrera, ganador de múltiples premios por su necedad de contar historias y ponerlas en tinta y papel, habló con Puntos y Comas sobre su último libro, la literatura y los cambios que espera con la administración de Andrés Manuel López Obrador.

“La esperanza del cambio está ahí, por eso el voto mayoritario en las urnas. Desde tiempo atrás la corrupción, la violencia, la inseguridad y la impunidad gobiernan a nuestro país. La clase política convertida en delincuencia organizada, la delincuencia organizada en contubernio con autoridades y gobernantes. Deseo un cambio, sí. Un México mejor, no el que desde tiempo atrás nos han heredado. Si ese cambio es posible en la 4T, no lo sé, aunque desearía que sí. El reto es inmenso”, señaló el autor de La vida endeble, ganadora del Premio Nacional de Novela Breve “Amado Nervo”.

Ciudad de México, 13 de abril (SinEmbargo).– El arte, la educación y la cultura contribuirán a cambiar el México que lleva tiempo gobernado por la corrupción, la violencia, la inseguridad y la impunidad, señaló Mauricio Carrera, autor de La vida endeble.

“Deseo un cambio, sí. Un México mejor, no el que desde tiempo atrás nos han heredado. Si ese cambio es posible en la 4T, no lo sé, aunque desearía que sí. El reto es inmenso. Hay demasiada colusión, demasiada complicidad, demasiados intereses de muchos grupos muy poderosos”, indicó Carrera.

El autor, quien ha ganado múltiples reconocimientos por su necedad de contar historias y ponerlas en tinta y papel, habló sobre su último libro, la literatura y los cambios que espera con la administración de Andrés Manuel López Obrador. Puntos y Comas reproduce sus palabras aquí.

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–¿Qué es La vida endeble, ganadora del Premio Nacional de Novela Breve “Amado Nervo”?

–Muchas cosas. Entre ellas, una historia de amor. Un amor no cursi, no amelcochado, donde la vida se entromete. Es la historia de amor entre Martha Gellhorn y Arturo Díaz Vigil. Ella es un personaje de la vida real, esposa de Hemingway, y él un personaje inventado. Leí que Martha Gellhorn vivió una temporada en Cuernavaca y eso detonó mi interés. La vida endeble se sitúa mayormente en ese sitio, donde también, coincidentemente, vivieron otros dos protagonistas de mi novela: Alfonso Reyes y Malcolm Lowry.

–Tú practicas la “literatura referencial”. ¿En qué consiste?

–Lo definí en uno de mis libros, Infidelidad y otras historias. La literatura referencial se nutre de la realidad para reinventarla. Juega con la siempre esquiva verdad y con la inquieta verosimilitud literaria para crear otros ámbitos de la realidad y la ficción. Es un homenaje. Es salir de la mera trivia. Es servirnos de las referencias culturales que nos han marcado para hacer literatura. La literatura referencial está anclada a acontecimientos reales, pero siempre al servicio del asombro de la creación y la imaginación. Hay un juego con la realidad. El chiste consiste en jugar con la realidad y la invención hasta borrar sus límites o certidumbres. Continúo en La vida endeble lo empezado en libros míos como Las hermanas Marx, Infidelidad o La derrota de los días. La literatura referencial, a final de cuentas, es una forma de la escritura y de la admiración.

–La novela se mueve en dos tiempos: el tiempo real en Cuernavaca y el tiempo pasado en la Guerra Civil española.

–Son dos tiempos que coinciden en lo mismo: el de la batalla. El de la lucha por mantenerse vivo. Hay guerras donde hay que cuidarse de las balas, las esquirlas, las bombas, y hay guerras donde esta batalla se da en el ámbito de lo cotidiano: la chamba, el matrimonio, el amor, los hijos, el arte. En ambos casos hay heridas, muertes, luchas por seguir adelante pese a todo. Una de las frases recurrentes la tomo de Bajo el volcán. “Estamos perdiendo la batalla del Ebro”. Esta batalla marca el fin de la República española, el avance victorioso del fascismo franquista. Así nosotros siempre estamos perdiendo la batalla del Ebro, porque la vida nos gana. Aparece el desamor, las separaciones, la enfermedad, la vejez, la muerte.

–¿Por eso titulas a tu novela La vida endeble?

–Sí, porque la vida es vulnerable, frágil, porque se nos puede ir en cualquier momento. A eso le oponemos ilusiones, esperanzas, ciertas certidumbres. El amor, por ejemplo. El amor, mientras dura, nos proporciona abrigo y un sentimiento de inmortalidad. La vida endeble refleja eso. Es una historia de amor. El secreto del mundo es la ternura, asegura uno de sus personajes. También se menciona aquello de Malcolm Lowry en Bajo el volcán: “No hay solución fuera del amor”. Insisto, no se trata de una novela rosa. No, se trata de una novela donde los personajes luchan en distintos frentes, entre ellos el del amor, ante la certeza de la vida endeble. Un brindis aparece continuamente en sus páginas: “Contra la muerte”. Magnífico brindis, me parece, aunque sepamos que se trata de una ilusión.

–Practicas muchos géneros literarios. ¿Qué tan fácil o difícil te resulta saltar de uno al otro?

–Considero que un escritor escribe en cualquier género que le pongan. Nuestro oficio son las palabras. Soy más narrador que ensayista, pero el ensayo me atrae mucho. Igual el periodismo, la crónica, el testimonio. He escrito biografía, libros de desarrollo personal o autoayuda. Novelas históricas. Ahora me ha dado por la poesía. Acabo de publicar mi primer libro de poesía: Indiferente cosmos. Tengo material para otro libro de poesía, a ver en qué editorial puedo publicarlo. No se trata de saltar por saltar. Se trata de qué genero te funciona mejor para expresar tu cosmovisión del momento. Ahora, tal vez por encontrarme cerca de los sesenta años, siento la necesidad de la introspección de la poesía. Aún así escribo una nueva novela y otro libro de cuentos.

-Dice Rosa Montero que vivimos en tiempos oscuros…

-La historia de la humanidad es, desde sus inicios, una época oscura. Guerras, matanzas, holocaustos, asesinatos, linchamientos, crímenes de odio, robos, asalta-caminos o delincuencia organizada, contrabando, narcotráfico, corrupción, la ley del lado del más fuerte, el lobo del hombre contra el lobo del hombre, es la constante. Por eso hay leyes y cárceles, para disuadirnos de dar rienda suelta a nuestra naturaleza violenta. Se ahorca a los abigeos no por robar vacas, sino para que los demás no se roben las vacas. Nos salvan las artes, pero nada pueden contra el poder político, económico, religioso, militar. Pienso en Foucault. La verdadera historia de la sociedad se encuentra en eso que se reprime o se esconde: la cárcel, el manicomio, la sexualidad. México no ha sido la excepción. País de violencia, de matanzas, de corrupción, de tumbas. Siempre ha sido así. El que ahora lo suframos más es porque nos toca esta época, no otra, donde seguramente también se vivía en zozobra. Un México inseguro y lleno de crímenes, desapariciones, secuestros, feminicidios, extorsiones, asesinatos de reporteros, en el marco de una impunidad alentada desde las esferas del poder.

-¿Qué opinas del nuevo gobierno, de la 4T? ¿Crees que las cosas cambiarán?

-La esperanza del cambio está ahí, por eso el voto mayoritario en las urnas. Desde tiempo atrás la corrupción, la violencia, la inseguridad y la impunidad gobiernan a nuestro país. La clase política convertida en delincuencia organizada, la delincuencia organizada en contubernio con autoridades y gobernantes. Deseo un cambio, sí. Un México mejor, no el que desde tiempo atrás nos han heredado. Si ese cambio es posible en la 4T, no lo sé, aunque desearía que sí. El reto es inmenso. Hay demasiada colusión, demasiada complicidad, demasiados intereses de muchos grupos muy poderosos. Me preocupan además ciertas estrategias del nuevo gobierno: su apuesta clientelar, el obvio conflicto de intereses para designar magistrados, los despidos masivos, el uso del mismo esquema bélico para combatir la delincuencia (en lugar de una labor más certera y eficaz en la inteligencia financiera o militar para detectar el rumbo del lavado de dinero), las mañaneras como forma de gobernar mediante la palabra y no con acciones, la famosa austeridad republicana, que está bien para detener prácticas corruptas pero no para actuar en perjuicio de una gran cantidad de población que aspira al bienestar, a un mejor nivel de vida. Esto último es preocupante en muchos ámbitos, pero me interesa en particular el de la cultura. A la cultura siempre se le deja al final, cada vez con menos presupuesto, como si no importara. Además, la ambigüedad y vaguedad de quienes manejan ahora las políticas culturales habla de desinterés, improvisación y desconocimiento. Decir que los apoyos del Sistema Nacional de Creadores se quedan en la Condesa es un insulto. No entender a la cultura como una prioridad, lo es aún más. Creer que la cultura es publicar libros a diez pesos es tener una visión estrecha y anquilosada del ámbito cultural. No tomar en cuenta a los creadores o querer encajonarlos en prácticas populistas, es no entender nada del arte y la cultura como memoria, imaginación, libertad y bienestar. Si en verdad queremos abrazos, no balazos, el arte, la educación, la cultura, contribuyen a ello, sin duda.

–¿Qué autores recomiendas?

–Muchos. Borges, Joseph Conrad, Kazantzakis, Malcolm Lowry, Hemingway, Tom Wolfe. A ratos depende del estado de ánimo, de la edad. Ahora leo con gusto a Vila-Matas, a Antonio di Benedetto, a Juan Vicente Melo, a Vicente Leñero y a Grace Paley. De esta autora me gusta mucho que logra, en unas cuantas páginas, mezclar las virtudes del cuento y la novela. Igual lo hace Isaac Bashevis Singer. Palabras mayores de la literatura.

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