El Presidente de Estados Unidos parece distanciarse, al menos, en público del polémico Steve Bannon. El descontento Trump podría derivar del alto perfil de su asesor en los primeros días del Gobierno: Los demócratas hicieron una campaña para apodarlo «Presidente Bannon», apareció en la portada de la revista Time que lo llamó «El gran manipulador», fue interpretado en «Saturday Night Live» como la parca que tiraba de los hilos del Presidente, y la prensa de EU e internacional lo llamó el «poder oscuro» en la Casa Blanca.
Por Julie Bykowicz y Jill Colvin
Washington, 13 de abril (AP).- El Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha afirmado que «Yo soy mi propio estratega». Eso parece un mal augurio para su estratega actual, Steve Bannon.
Además, el Presidente parece estar distanciándose en público de su asesor.
En una entrevista con The New York Post, el Presidente dijo: «Me gusta Steve», al que describió como «un buen tipo», pero uno que en realidad no había estado tan implicado en su victoria electoral. Y en referencia a las disputas entre sus principales colaboradores, Bannon incluido, señaló que deben «resolverlo o lo haré yo».
En una segunda entrevista con The Wall Street Journal, restó importancia a Bannon al hablar de él como «un tipo que trabaja para mí».
Este apoyo del jefe, tibio y poco habitual, ha hecho que los amigos y asesores de Bannon teman que pronto pueda quedarse sin empleo. Pero despedir a Bannon no sería un cambio sencillo del equipo.
El ex directivo de medios de comunicación y locutor de radio, conocido como un duro y combativo rival político, tiene sus propios seguidores más que cualquier otro miembro del entorno de Trump.
Muchos conservadores le ven como la base ideológica en una Casa Blanca dirigida por un Presidente que presume de flexibilidad.
«Creo que es importante reconocer el valor de las bases. Es importante reconocer que las bases ven a Steve Bannon como su defensor», comentó Michael Caputo, ex asesor de campaña de Trump y que conoce al Presidente desde hace décadas.
Bannon no es el primer miembro del equipo que se ve en una situación complicada en la dividida Casa Blanca. El Secretario de prensa Sean Spicer también se ha visto criticado por unas declaraciones que hizo el martes sobre el Holocausto. Spicer se ha disculpado varias veces, también el miércoles, y la Casa Blanca espera que esa controversia se agote.
En cuanto a Bannon, él sirvió como asesor informal antes de convertirse en director ejecutivo de la campaña el pasado verano. Y como jefe del sitio web conservador Breitbart News pasó la mayor parte del año conectando a Trump con los votantes nacionalistas y populistas que impulsaron su victoria sobre 16 rivales republicanos y la demócrata Hillary Clinton.
Durante la campaña, Bannon entrevistó a Trump más de media docena de veces en el programa de radio de Breitbart, donde el candidato presentó su visión para gobernar el país, con Bannon a veces en el papel de instructor.
Más que ningún otro miembro del Gobierno, Bannon entiende el lenguaje de las bases populistas de Trump. En febrero habló sobre «nuestra soberanía» como país y sobre el objetivo de «deconstruir el estado administrativo» que se había marcado el nuevo Gobierno. También ayudó a escribir muchos de los discursos más duros de Trump.
«Sería una señal terrible si Trump obliga a Bannon a marcharse o le despide, porque él es el rostro del populismo nacional que inspiró a muchos votantes a votar por Trump», dijo Ned Ryun, fundador del grupo conservador American Majority y viejo amigo de Bannon.
«Y lo que lo hace aún peor ahora mismo», añadió Ryun, «es que a la gente le preocupan mucho los demócratas progresistas de Nueva York asociados con Goldman Sachs que llegan y ganan terreno en la Casa Blanca».
Esa opinión llega al fondo de por qué podría verse Bannon en una posición incómoda en la Casa Blanca.
Ha chocado con el yerno de Trump, Jared Kushner, que se ha convertido en un importante asesor, y con el responsable económico Gary Cohn. Ambos son neoyorquinos que han votado por demócratas. Cohn, ex número dos en Goldman Sachs y la exdirectiva de Goldman Sachs Dina Powell, una de las principales asesoras del Presidente en seguridad nacional, han ido ganándose el favor de Trump.
Trump retiró la semana pasada a Bannon del Consejo de Seguridad Nacional, mientras que Powell parece estar ganando influencia.
El descontento del Presidente con Bannon podría derivar del alto perfil de su asesor en los primeros días del Gobierno. Los demócratas hicieron una campaña para apodarlo «Presidente Bannon». Apareció en la portada de la revista Time y fue interpretado en «Saturday Night Live» como la parca que tiraba de los hilos del Presidente.
El Presidente ha desautorizado a Bannon ante otros miembros destacados de su equipo en los últimos días, lo que ha incluido cuestionar la necesidad de que esté presente en algunas reuniones.
A Bannon se le ve cada vez más aislado en la Casa Blanca, especialmente tras la debacle de la reforma sanitaria. Su dura estrategia con los legisladores del Freedom Caucus —dijo a los republicanos que la legislación basada en propuestas de la Casa Blanca no era negociable— fue criticada en el Ala Oeste como un gran error que le costó votos a Trump.
El primer decreto de restricciones de inmigración, un proyecto de Bannon, está bloqueado en los tribunales, y Trump parece alejarse de algunas de las políticas económicas que defendió Bannon.
Bannon creó un grupo de estudios llamado Strategic Initiatives, que ahora se ve marginalizado. Algunos empleados contratados en principio para ese proyecto interno forman parte ahora de la oficina de American Innovation que dirige Kushner.
Es la disputa de Bannon con Kushner lo que más parece haber preocupado al Presidente.
Los dos, de 63 y 36 años, respectivamente, han chocado varias veces en las últimas semanas.
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Trump ha insistido en la lealtad en sus carreras política y de negocios y se ha mostrado reacio a destituir a colaboradores importantes, incluso bajo presión pública. Pero también ha trazado una línea en el pasado cuando se trata de sus hijos.
Es una lección que aprendió el primer director de campaña de Trump, Corey Lewandowski, que fue destituido tras chocar con los hijos del Presidente sobre la dirección de la campaña.
Sin embargo, los partidarios de Bannon dicen que la importancia de Kushner no anula la de Bannon. Caputo señaló que el asesor debe «arreglar cosas» en las relaciones en la Casa Blanca, pero rechazó como «rumores» la idea de que esté a punto de perder el puesto.
«Kushner es familia. No va a irse a ningún sitio», comentó Ryun, aunque añadió que «Bannon tampoco debería irse a ningún sitio por lo que representa para el votante».
Al final, sea quien sea el que asesore en la Casa Blanca, «esta será una presidencia Trump», dijo el ex Presidente de la Cámara de Representantes Newt Gingrich, asesor informal de Trump.
«Trump ha sido Trump desde hace mucho tiempo. Y seguirá siendo Trump».