El precio de los productos derivados del maíz amarillo importado, como el huevo, leche o carne en México, está sujeto al resultado de la renegociación del TLCAN. Si gana el proteccionismo y las restricciones al libre intercambio, los costos de exportación de vegetales de los productores mexicanos también se elevarían, por lo que los consumidores estadounidenses podrían encontrar al aguacate o al jitomate más caros en el supermercado, expusieron miembros de la industria.
Luego de siete rondas, el sector agrolimentario enfrenta el segundo riesgo más grande: la estacionalidad, es decir, la propuesta de limitar las exportaciones agroalimentarias mexicanas de más de 60 productos competitivos con un valor de más de 12 mil millones de dólares que implicaría que el costo de la importación estadounidense se eleve a 15 por ciento. Las autoridades nacionales lo ha rechazado porque viola las leyes de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Ciudad de México, 13 de marzo (SinEmbargo).– Obstaculizar el intercambio de productos agroalimentarios entre México y Estados Unidos durante la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América Latina (TLCAN) «sería un tiro en la cabeza» al afectar los costos de las exportaciones de los productores mexicanos. Pero el golpe sería sobre todo contra los consumidores mexicanos por el alza en los precios del huevo, leche o carne derivados del maíz amarillo, alimento del ganado, y de las frutas y vegetales para los estadounidenses, aseguraron miembros de la industria y especialistas.
«A ninguno de los dos países les conviene. México tuvo un superávit agroalimentario en 2017. Pero Estados Unidos, como está con el modelo del proteccionismo, quiere proteger la parte del campo que produce hortalizas y oleaginosas porque están en desventaja: les exportamos demasiado de lo que ellos consumen como el jitomate, o también el aguacate y la cerveza. Dejará al maíz amarillo –que más les compramos– como está», dijo el economista de la UNAM, Leonel Carranco Guerra. «Los productores de jitomate en Estados Unidos son un voto muy fuerte para Donald Trump. Si gana la renegociación para que no lo importen tanto, políticamente le conviene para las elecciones en noviembre».
México es el 12 productor alimentario del mundo y el tercero en América Latina, después de Brasil y Argentina. El sector agroalimentario representa el 8.5 por ciento del PIB y en los diálogos del TLCAN representa el 30 por ciento al presidir tres mesas: medidas sanitarias que ya se cerró, de acceso comercial y la laboral. Respecto a los riesgos del acuerdo, luego de las reglas de origen en el sector automotriz, el agro enfrenta el segundo más grande ante la estacionalidad, es decir, la propuesta de limitar la exportación de más de 60 productos competitivos que implican un valor de más de 12 mil millones de dólares. México lo ha rechazado porque viola las leyes de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Somos el primer exportador a nivel mundial de aguacate, jitomate, chiles, pepino y huachinango, el segundo en limón y el tercero en fresas y frambuesas, de acuerdo con cifras oficiales. Con el TLCAN, los aranceles promedio en Estados Unidos hacia las exportaciones agroalimentarias mexicanas son del 5 por ciento promedio, pero si termina las importaciones que tendrían que pagar los norteamericanos del mercado mexicano serían por arriba del 15 por ciento en promedio, documentó Francisco de Rosenzweig, Socio de White & Chase y el exsubsecretario de Comercio Exterior, durante un foro sobre el sector agroalimentario organizado por El Financiero un día después del cierre de la séptima ronda de renegociación del acuerdo. Van seis capítulos cerrados, pero no hay avances en la estacionalidad.
«Mucha gente en los Estados Unidos no sabe que muchos de los vegetales vienen de México. Solo van al supermercado y compran lo más barato que encuentran, pero no se preguntan dónde se cosechó. Esto [los posibles aumentos] definitivamente podría dañar a la gente más pobre que ya sufre al comprar comida», dijo a este medio Sal, quien vive en California.
Brian Kuehl, director ejecutivo de Farmers for Free Trade, aseguró durante el foro que «los productores apoyaron mucho a [Donald] Trump y esperamos que también los apoye». Iowa, estado en el que Trump ganó la elección presidencial, han crecido considerablemente las exportaciones de maíz y soya a México. Lo mismo ocurre con estados fronterizos como Texas, que compran a México becerros flacos y nos venden carne.
CONSUMIDOR PAGARÁ LOS PLATOS ROTOS
Pese a que la producción agromexicana va en crecimiento, la FAO expone que debemos de producir el 75 por ciento de lo que consumimos y actualmente estamos en el 55 por ciento. Ante la falta de subsidios a productores como el recibido por los estadounidenses, aunque se produce y exporta maíz blanco para la tortilla, se importa entre el 55 y el 60 por ciento el maíz amarillo, la base del alimento del ganado y gallinas que se trasladaría a un incremento de precios en carne, leche y huevo. También se importa el 79 por ciento de arroz y el 65 por ciento de trigo.
Durante la mesa «Los tratados comerciales y la agricultura» del foro, Mario Andrade Cárdenas de Splendor alertó que «el consumidor final es quien va a terminar pagando los platos rotos de una mala renegociación» porque «hoy en día abrimos nuestra nevera y encontramos productos de los tres países las 52 semanas al año y esto solo se da gracias a la complementariedad que tenemos».
Mariano Ruíz Funes, Socio Fundador de Grupo de Economistas y Asociados, expuso que en el caso de México y Estados Unidos nuestros sectores agropecuarios son altamente complementarios. «Les exportamos frutas, hortalizas, cárnicos y al mismo tiempo importamos una buena parte de los granos y alimentos de los animales. Meterle trabas al comercio tiene implicaciones para nuestros productores en el sentido de lo que exportan, pero también para los consumidores de Estados Unidos, Canadá y después en Europa. Lo mismo nos pasaría aquí si le meten restricciones a la importación de maíz para consumo animal».
En entrevista, Raúl Pérez Bedolla, de la Alianza Campesina del Noroeste, la cual produce maíz blanco y trigo que exporta a Arizona, explicó que la estructura de los productos comerciales como el tequila, aguacate, jitomate o cerveza tiene una regulación «muy madura» y desarrollada entre productores y distribuidores, por lo que «soporta» que no haya TLCAN porque juegan una especie de libre comercio entre ellos. El impacto no sería «catastrófico», dijo.
Pero en el intercambio de productos básicos como el maíz amarillo, si se quitan las reglas de este acuerdo de más de 20 años, se empieza a dar espacio a la especulación y a darle ventajas a la Bolsa de Chicago y a los productores estadounidenses que tienen el control y traen mucho subsidio, «podemos tener oscilaciones de precio e incluso que nos empiecen a esconder el producto», dijo.
«México ha descuidado la producción de granos básicos, en concreto el maíz amarillo, y dependemos muchísimo del exterior y nos impacta directamente a la economía. Ahí sí veo un grave riesgo si se afecta lo del TLCAN: aún con ese acuerdo la especulación hace que los intermediarios ganen mucho y los productores poco. Las políticas están diseñadas para que ganen los intermediarios. Ahora, sin TLCAN la especulación va a aumentar y la referencia será la Organización Mundial del Comercio», agregó. Eso sucedió cuando el entonces candidato Donald Trump anunció el fin del TCLAN, ya que Brasil y Argentina aprovecharon la incertidumbre comercial y nos exportaron más caro el maíz.
Bosco de la Vega, presidente del Consejo Nacional Agropecuario, matizó durante el foro que «los aranceles en la OMC [referente sustituto del TLCAN] para entrar a Estados Unidos andan en 4.5 por ciento y ellos para acceder a México andan en 12 por ciento. No nos pasaría nada. [Pero] afectaríamos al consumidor y habría una disminución de 0.7 o 0.9 por ciento del PIB. Con NAFTA o sin NAFTA tenemos futuro», dijo
Sin embargo, como productor de granos agregó que la están «pasando muy mal». Con la firma del TLCAN les ofrecieron igualdad de circunstancias de competencia que no se han dado.
«Estados Unidos y Europa que son nuestros principales socios han subsidiado a sus productores para que tengan la misma calidad que la gente de la ciudad y no migren, los apoyan con seguros y temas de comercialización y exportación. Si México no les da las condiciones a sus agricultores para poder competir con esos socios vamos a ser más dependientes cada vez. El valor de las cosechas vale la mitad que hace 10 años», afirmó De la Vega.
Carlos Fernández, productor de proteína animal de la Laguna en Coahuila, también externó su preocupación en torno a la renegociación. Si Estados Unidos se levanta de la mesa, genera una alerta en insumos como los granos y con ello un costo adicional para los productores y consumidores, dijo al diario local El Siglo de Torreón.
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EL GUACAMOLE DE ESTADOUNIDENSES
En el caso del aguacate, uno de los alimentos favorito de los estadounidenses para hacer guacamole, urge una revisión de la normatividad interna porque Michoacán es el principal exportador al obtener una certificación con Estados Unidos, lo cual ha desplazado a Jalisco, dijo Mariano Ruíz, del Grupo de Economistas y Asociados. Mario Andrade Cárdenas, Vicepresidente de Splendor Produce/Berries y también productor de aguacate, coincidió en que la reglamentación interna debe ser prioridad en políticas públicas encabezadas por el gobierno en donde los productores sean proactivos.
El consultor estratégico de la Asociación de Productores, Empacadores Exportadores de Aguacate de México, Ramón Paz Vega, también alertó que si fallan las pláticas regresarían a la situación que había antes del TLCAN, donde había un arancel de seis centavos de dólar por libra y si se tiene que pagar, modifica la estructura de costos y al final lo va a tener que pagar el consumidor estadounidense.
«Gente de Nueva York o el medioeste obtiene su fruta y vegetales de California o proveniente de fuera del país y ya es muy caro para ellos», comentó Sal, quien vive en San Francsico. El precio promedio de venta de un aguacate aumentó un 31 por ciento durante la primera mitad de 2017 hasta un dólar con 17 centavos por aguacate. A comienzos del año pasado costaba 89 centavos, de acuerdo con Hass Avocado Board, un grupo de promoción agrícola de los Estados Unidos.
A manera de conclusión, Bosco de la Vega, presidente del Consejo Nacional Agropecuario, expuso que los financiamientos son «vitales» para los cultivos de largo plazo y celebró que han estado creciendo a tasas de 14 por ciento promedio, porque cada vez más bancos e industrias participan con nuevas tecnologías.
«Tenemos el campo exitoso y el rezagado que hay que atender: la edad promedio del productor agropecuario es 58 años, necesitamos retener y capacitar jóvenes y necesitamos investigación y desarrollo. También hay problemas de clientelismo, inseguridad, tenencia de tierra, corrupción y acceso a la tecnología en el campo», reconoció.
Leonel Carranco, economista de la UNAM, añadió que «el campo mexicano ha salido perjudicado durante el TLCAN. Tuvo pérdidas que se reflejan por la salida de muchos campesinos queriendo llegar a Estados Unidos, quien tiene un gran desarrollo en el campo y da demasiados subsidios que México no, lo que generó problemas en el desarrollo de granos muy básicos como el maíz (amarillo)».
Sin embargo, agregó Francisco de Rosenzweig, Socio de White & Chase, «sin minimizar los efectos que pudiera tener una mala renegociación o incluso la cancelación del TLCAN, el sector agropecuario sería de los menos afectados».
El economista Carranco finalizó que si se obstaculiza un poco el comercio, también es una gran oportunidad para que México desarrolle sus capacidades productivas en el campo para generar nuestros propios alimentos.