Ciudad de México, 31 de marzo (SinEmbargo).- El Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) no ataca únicamente los anticuerpos de los contagiados, sino que también puede instalarse en sus cerebros durante los cuatro meses posteriores a la infección, haciendo más difícil tratarlo y que derive en algunas formas de demencia.
Un estudio conducido por investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Yale y de la de Carolina del Norte examinaron a 72 individuos en San Francisco, en su mayoría hombres adultos, que recientemente habían salido positivos en la prueba del VIH, entre los que encontraron que en el 70 por ciento de las muestras que tomaron, el virus ya había invadido el sistema nervioso central.
También hallaron que cuando llegaban al segundo año de infectados, el virus en el sistema nervioso se había replicado ahí y mutado genéticamente, independientemente del que circulaba por la sangre, lo que los llevó a concluir que además ciertos medicamentos utilizados para tratar el virus pueden no funcionar tan bien en el cerebro como lo hacen en otras partes del cuerpo .
Serena Spudich, una de las autoras del estudio admitió en declaraciones a The Atlantic que es complicado estudiar este fenómenos pues es imposible tomar biopsias cerebrales de personas vivas, y se necesita realizar punciones lumbares para obtener el líquido cefalorraquídeo.
«La mayoría de las personas presta atención al VIH como una enfermedad del sistema inmune que causa daños a las células autoinmunes. La implicación de nuestro trabajo es que hay una infección específica del cerebro además del VIH que sólo se lleva en la sangre y que pasa por ahí. Esto puede causar síntomas cognitivos sutiles a largo plazo», dijo Spudich.
La investigación publicada en la revista en línea PLoS Pathogens también abre la posibilidad de que el VIH contenido en el cerebro pueda migrar a la sangre, aun cuando ahí ya se haya erradicado por medio de medicación. «En teoría, es definitivamente posible», dijo la experta.
El estudio realizado en Estados Unidos sólo analizó a personas que no se habían sometido a terapia antiretroviral por lo que los resultados pueden no reflejar un amplio sector de los infectados. Pero, con los resultados del segundo año, deja ver que aquellos que por decisión propia o por no estar conscientes de su estado, deciden no tratarse, el sistema nervioso central está dejando un espacio adicional para que el virus se deposite y exista daño neurológico.
Anteriormente, ciertos estudios ya habían dejado ver las consecuencias de esta infección en el cerebro, desde finales de los 80’s, es decir, cuando el tratamiento se comenzó a usar, se comprobó que algunos de los pacientes experimentaban trastornos motores y cognitivos, y en los peores casos demencia.
Un estudio de 1986 determinó que el VIH se asociaba también con distintos síntomas como la apatía, síndrome de abstinencia, incontinencia, parálisis y en algunos casos, psicosis, reportó The Atlantic.
Más recientemente, otras investigaciones reportaron que el virus intervenía en las funciones diarias, dificultando a las personas desempeñarse correctamente en su trabajo y al procesar información verbal.