Tokio, 17 mar (EFE).- El Banco de Japón (BoJ) decidió hoy mantener sin cambios su política monetaria ultraflexible destinada a lograr una inflación de en torno al 2 por ciento para este año, aunque la entidad reconoció que esta meta será difícil de alcanzar.
En su reunión mensual, la junta de política monetaria del BoJ aprobó seguir ampliando la base monetaria en unos 80 billones de yenes (58.880 millones de euros/67.156 millones de dólares) por ocho votos a uno, un programa puesto en marcha en 2013 para sacar a Japón de su ciclo deflacionista de las dos últimas décadas.
Sin embargo, la entidad situó el incremento de los precios actual entre el 0 y el 0,5 por ciento anual en una declaración emitida al término de la reunión, con lo que admitió en parte que la meta del 2 por ciento difícilmente se logrará este año.
Esto se debe al «efecto del declive de los precios de la energía», señaló la entidad en alusión al abaratamiento del crudo en los mercados internacionales.
«Las expectativas sobre la inflación parecen aumentar de forma general en una perspectiva a más largo plazo», añadió el banco central japonés.
De este modo, la entidad rebajó aún más su evaluación sobre la inflación del mes precedente, en la que por primera vez situó por el avance del índice de precios al consumo (IPC) en un nivel inferior al 1 por ciento desde final de 2013.
El banco central ya ha insistido en numerosas ocasiones en la dificultad de cumplir los plazos y que seguirá adelante con su plan flexibilizador el «tiempo que haga falta» hasta cumplir sus objetivos.
En el documento, el BoJ añade que la economía japonesa «ha continuado con su tendencia de recuperación moderada», y destaca la recuperación de las exportaciones, de la inversión empresarial en capital fijo «gracias a la mejora de los beneficios empresariales» y de la inversión pública.
En cuanto al consumo privado, uno de los pilares de la economía nipona, destacó que «se ha mostrado resistente» pero que su recuperación «en ciertas áreas ha sido lento».
Los analistas confían en que el consumo doméstico se vea impulsado este año por las esperadas subidas salariales que negocian actualmente las principales empresas del país.
De confirmarse los aumentos salariales, que podrían ser los mayores en más de una década en Japón, se compensaría la presión a la baja que ha surtido sobre los precios el abaratamiento del crudo.
El pasado mes de enero, el IPC de Japón sólo avanzó un 0,2 por ciento con respecto al mismo mes del año anterior, sin tener en cuenta el efecto del citada subida impositiva.
Esta cifra, inferior al 0,5 por ciento registrado en diciembre pasado y la más baja desde mayo de 2013, confirmó la ralentización del IPC en Japón y volvió a poner en tela de juicio la viabilidad de la meta inflacionista del banco central.