ONGs exigen convenio global de alimentación y reducir el consumo de sal en el mundo

17/03/2015 - 12:01 am

Ciudad de México, 17 de marzo.– Si el consumo de sal de redujera en seis gramos diarios bastaría para evitar cerca de 2.5 millones de muertes cada año, asegura la asociación Consumers International (CI), como parte de sus peticiones a la Organización Mundial de la Salud (OMS) para la creación de un tratado global sobre alimentación.

El pasado domingo 15 de marzo, miles de personas en todo el mundo se unieron a través de las redes sociales para pedirle a la OMS un convenio marco que impulsaría la creación de políticas y acciones encaminadas a disminuir el consumo de sal y de azúcar, implementar o mejorar los etiquetados nutricionales de los alimentos empacados y elevar los estándares de la comida que se sirven en las instituciones públicas como escuelas y hospitales.

“El aumento en la producción de alimentos procesados, la rápida urbanización, y los cambios en el estilo de vida están transformando los patrones de alimentación. La disponibilidad de los alimentos altamente procesados aumenta, y estos son cada vez más asequibles. En todo el mundo las personas están consumiendo más alimentos hipercalóricos con alto contenido de grasas, azúcares y sal”, escribe CI en un documento.

En su informe dedicado a la reducción en el consumo de sal, mencionan que la mayor parte de las personas consume un promedio de entre nueve y 12 gramos diarios de este condimento; es decir, cerca del doble de la cantidad máxima recomendada por la OMS (cinco gramos y dos gramos para los niños entre dos y 15 años).

La sal, compuesta en su mayoría por sodio, que en exceso contribuye a la presión arterial elevada y el incremento en el riesgo de accidentes cerebro y cardiovasculares, proviene fundamentalmente de alimentos procesados como el jamón, tocino, sopas instantáneas y quesos, o por que éstos (como el pan y los cereales) se comen frecuentemente.

Otra de las principales fuentes es cuando la sal se agrega al preparar los alimentos o a la hora de comer, con la conocida “sal de mesa” o con salsas de soya.

Foto Shutterstock
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“La evidencia demuestra que el consumo regular de sal en exceso nos pone ante el riesgo aumentado de desarrollar alta presión arterial. La alta presión arterial es la mayor causa de las enfermedades cardiovasculares, y da cuenta del 60 por ciento de los infartos y 50 por ciento de las enfermedades cardiacas. La OMS la clasifica entre las causas más importantes de muertes prematuras en el mundo, y el problema sigue en aumento”, dicen en el informe.

En los países de ingresos bajos y medios, alrededor de 640 millones de personas padecen de alta presión y cerca de 330 millones más en las naciones más desarrolladas.

Ante estos datos, Consumers International y las 250 organizaciones miembros distribuidas en 120 países están realizando campañas para lograr un Convenio global que proteja y promueva la alimentación saludable valiéndose de un mecanismo similar al utilizado en el Convenio marco para el control del tabaco, el cual comprometería a los gobiernos en un paquete de medidas políticas diseñadas para ayudar a las personas a alimentarse de manera más saludable.

Un Convenio global incluiría además medidas para reducir la ingesta de sal.

  • Introducción de objetivos nacionales para la reducción paulatina del contenido de sal en los productos alimenticios.

Los objetivos debieran definirse por los gobiernos a través de un proceso exento de todo conflicto de interés. Deberían priorizarse aquellos alimentos con mayor aporte a la ingesta de sal de la población.

    • Campañas de educación, comunicación y concientización pública

De modo que las personas de todas las edades conozcan el peligro asociado a las dietas con alto contenido de sal y cuenten con las habilidades que les permitan seleccionar y preparar alimentos con bajo contenido.

Algunos países ya se han adelantado en establecer políticas de reducción de sal, tales como Hungría, Sudáfrica, Paraguay y Argentina.

El primero de ellos fue Hungría, en 2011, cuando le puso un impuesto a los productos asociados con un contenido alto de sal, los cuales no pueden venderse en las escuelas; por su parte el Departamento de Salud del país africano aprobó objetivos normativos para la reducción de sal en 13 categorías de alimentos con un plazo hasta el 2016 para que los productores los cumplan.

En el caso de Paraguay, el Ministerio de salud pública y bienestar social decretó una reducción obligatoria del 25 por ciento del contenido de sal en la harina de trigo, de amplio uso en el pan y otros productos. Las empresas debieron implementar el cambio utilizando harina de trigo que no excediera 1.5 g de sal por cada 100 g antes de junio de 2013.

En Argentina, una ley aprobada el 2013 define los niveles máximos de sodio permitidos en los productos cárneos, el pan y los elaborados con harina de trigo, sopas, mezclas de condimentos y alimentos enlatados. La ley también tiene aplicación en los alimentos que se expenden en restaurantes. Sus sanciones por infringir esta ley incluyen multas de hasta un millón de pesos argentinos y la clausura del negocio hasta por cinco años.

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