Ciudad de México, 13 de marzo (SinEmbargo).- Muchos son los que cuentan las horas que faltan para el próximo 24 de abril y pasar la tarjeta de crédito para hacerse del nuevo Apple Watch. No obstante, sólo los habitantes de nueve países en el mundo podrán tener en sus manos el flamante reloj inteligente de la compañía con sede en Cupertino California.
El resto del mundo tendrá que esperar un poco más, aunque (eso sí) tarde o temprano llegará. Sin embargo, incluso dentro de las naciones «honradas» (Australia, Canadá, China, Francia, Alemania, Hong Kong, Japón, Reino Unido y Estados Unidos) con la preferencia que la marca de la manzana les ha dado, hay impacientes. De modo que, para darle gusto a esta clientela, Apple permite desde esta semana apartar el nuevo dispositivo ponible a través de su tienda en línea.
Pero, a pesar de que se trate de uno de los productos tecnológicos más esperados de los últimos años, hay quienes no se muestran tan entusiasmados con la llegada del reloj inteligente de Apple e incluso recomiendan que no hay que echar las campanas al vuelo. Aún más, afirman que no hay dejarse llevar por un frenesí consumista. Al menos no para comprar un Apple Watch.
Para Benjamin Clymer, fundador y editor ejecutivo de HODINKEE, una de las publicaciones sobre relojes más leídas en el mundo, la razón inicial para dejar pasar de largo el nuevo producto estrella de Apple se centra en un asunto de diferencias. En este caso lo que distingue a un reloj mecánico de uno inteligente es la manera en la que están valuados y lo que el comprador realmente obtiene por el dinero que paga.
«Por ejemplo, un relojero llamado Philippe Dufour hace sólo 12 relojes al año, sólo en su atelier de una habitación en las montañas de Suiza. Una pieza simple de este tiempo puede costar 100 mil dólares. Ya sea oro o platino, el precio de un Philippe Dufour se mantiene (más o menos) estático. No estás pagando por los materiales, estás pagando por el tiempo y toque del señor Dufour. El reloj de Apple tiene valor humano mínimo, y es la mayor diferencia entre él y sus homólogos mecánicos», dijo Clymer al sitio The Verge.
Para Chris Taylor, columnista de Mashable, se trata de un asunto mucho más sencillo: «La única cosa que no les voy a dar a ellos es mi dinero».
De acuerdo con Taylor el uso del wearable de Apple es una «supercomplicación». «Mirar tu reloj no es bueno; culturalmente, significa que estás aburrido e inquieto en el lugar donde te encuentres y te preguntas si es el momento de irte. Hablar con tu reloj, sin duda, no es fresco. Si alguien me obliga a usar esta cosa, estoy seguro de que me va encontrar a mí mismo desabrochándolo de mi muñeca la mayor parte del tiempo, lo que contradice su objetivo», dice.
La desconfianza generada por Apple no es sólo de una persona y el evento del pasado lunes contribuyó bastante a ello y, sobre todo dio una imagen de que la misma compañía sabe que tiene en sus manos un producto difícil de vender. La aparición sobrada de la supermodelo Christy Turlington para decirnos que ella es la primera persona en correr un maratón llevando un Apple Watch no pasó de ser un recurso efectista.
Nunca escuché a Tim Cook sonar más como a una pálida imitación de Steve Jobs que cuando se entusiasmó sobre el deseo de hacer llamadas en su muñeca desde que era un niño. Y yo nunca he oído la pista de risa de Cupertino -aquellos empleados que se suman sus vítores y carcajadas a cualquier evento de lanzamiento de Apple- más necesariamente vocal», agrega Taylor.
La postura de Taylor no es extraña, por otra parte, los fans de la tecnología tienen la tendencia a pensar sobre gadgets exitosas en términos de productos pulidos que llegan a esta instancia después de varias iteraciones. En pocas palabras: se olvidan de que la versión 1.0 muchas veces es un fiasco, publicó el sitio Gizmodo.
Para reforzar lo anterior basta considerar algunos ejemplos del pasado de Apple:
Lanzado en 2007, el iPhone original representó una evolución incompleta. No contaba con 3G o cámara frontal. De igual manera, carecía de GPS y giroscopio. Es más, ni siquiera tenía la ahora famosa App Store.
El iPad de 2010 tampoco contaba con cámaras y no daba las facilidades para el multitask, el cual se resumía a tener que relanzar las apps una y otra vez cada que se querían usar. El iPod Touch original, por su parte, repite una lista de quejas similares, y no obtuvo una cámara sino hasta 2012.
Actualmente, la MacBook Air es una máquina poderosa en una presentación pequeña a un precio relativamente considerable. Sin embargo no siempre fue así. Antes Apple tuvo que cambiar los procesadores Intel Core Duo por el Intel Core i5 en 2011 patra que se convirtiera en la perfecta herramienta de trabajo que ahora es.
Por lo tanto, la recomendación es calmar las ansias (al menos por el momento) de comprar un Apple Watch, es casi seguro que , por mínimas que sean, las mejoras en las versiones siguientes de este reloj serán, por mucho, inalcanzables por la primera versión. Claro, esto siempre es cierto hasta cierto punto, pero tiene una dosis extra de verdad para los gadgets de primera generación.
Por supuesto, finalmente se trata del dinero de cada uno, y -si se cuenta con ello- pueden gastarse 10 mil dólares para obtener el modelo más caro del reloj de Apple; pero también es cierto que puede adquirirse un clásico Omega Speedmaster por aproximadamente el mismo precio, con la ventaja de que el Speedmaster no necesitará una actualización periódica de software.
We should be thanking Apple for launching the $10,000 «apple watch» as the new gold standard in douchebag detection.
— Anna Kendrick (@AnnaKendrick47) marzo 9, 2015