Ciudad de México, 6 de marzo (SinEmbargo).- Actualmente existe una gran variedad de modelos de prótesis diseñadas para aquellas personas que han sufrido la amputación de alguna de sus extremidades. Sin embargo, en el caso de aquellos que han perdido alguna de sus manos o parte de un brazo, resulta complicado poder contar con una prótesis que cumpla tanto las funciones de una mano hábil como un diseño agradable a la vista.
Hace apenas un año, el estudiante Miguel Amezcua comenzó con el dibujo mecánico de una mano robótica, pero pronto comenzó a desarrollar las pruebas mecánicas de este diseño que ahora es un prometedor proyecto que podría cambiar la vida de muchas personas que han sufrido la amputación de alguna de sus extremidades superiores.
La prótesis creada por el alumno de ingeniería mecatrónica en el Tecnológico de Monterrey, Campus Guadalajara, funciona gracias a impulsos bioeléctricos que son registrados por tres electrodos en el brazo. “Dentro del proceso del modelado mecánico, también fui trabajando un algoritmo que permite más independencia por medio de una sola señal del cuerpo, nada más el usuario tiene que aprender a controlarlo”, dice. Sin embargo, lo que destaca de su modelo, además de su funcionalidad es el aspecto que tiene.
“No es mano cosmética nada más. Es una mano funciona”, menciona. La intención es que lleve un guante de silicón con sensores y pueda sentir y saber qué tanto está ejerciendo fuerza, además de la temperatura”.
El aspecto estético, fuera de considerarse como un elemento en segundo plano, aborda un problema que pasa desapercibido muchas veces. De esta manera, hay casos en los que los pacientes prefieren utilizar prótesis cosméticas debido a la apariencia tosca de aquellas funcionales, además del rechazo del que son objeto muchas personas cuyas extremidades han sido amputadas.
Sin embargo, el brazo robótico aún no ha sido probado en pacientes. Se necesitan alrededor de 500 mil pesos para empezar la fabricación que serán destinados a la impresión de la mano y la construcción de mecanismos especiales para que la prótesis sea funcional, además de los gastos operativos que se requieren para el desarrollo el cual llevará un año aproximadamente.
Para la siguiente etapa se recurrirá a pacientes para hacer las pruebas, con la idea de que los voluntarios pertenezcan al sector obrero; mercado al que está destinado inicialmente este brazo robótico y en donde se registran el mayor número de accidentes que tienen como consecuencia la pérdida de un miembro.
“La intención con este proyecto es no sólo devolverles la autonomía, sino también devolverles su economía y que puedan trabajar”, dice Amezcua. “Lo que vamos a hacer es recurrir a empresas y a personas que digan ‘¿sabes qué?, nos interesa tu proyecto, queremos apoyarte”, agrega.
De esta manera, lo que se busca es asociarse con miembros del sector privado que estén dispuestos a adquirir prótesis que le permitan a sus trabajadores reanudar sus actividades luego de una accidente, mientras que Miguel y su equipo se encargarían de dar la capacitación necesaria para poder usar los brazos robóticos a los usuarios.
Esto representa una atractiva oferta, sobre todo, tomando en cuenta los habituales y engorroso trámites burocráticos de la seguridad social en México.
“Nosotros vamos a recurrir a pacientes que estén o no inscritos en el IMSS, eso no nos importa… nosotros les hacemos un estudio socioeconómico al paciente y se le va cobrar una renta mensual de no más de 200 pesos”, menciona Amezcua como parte de un plan para reintegrar a las personas a su vida laboral en el que los mismos usuarios contribuyan con el mantenimiento de las prótesis e incluso a dar terapia a otros pacientes.
Se contemplan, de momento, tres tamaños, en este caso, la palma del brazo robótico es la que variará en tres modelos: chico, mediano o grande, dependiendo de la edad y del sexo del paciente. “Lo que vamos a modificar cada vez es el largo de los dedos”, agrega Amezcua.
De acuerdo con Miguel, un problema con muchas de las prótesis actuales es que son muy costosas o funcionan en conjunto con tecnologías poco accesible o caras como smartphones de alta gama. Por otra parte, las prótesis de bajo costo presentan problemas frecuentes como la recalibración frecuente de los sensores. “Tienen muchas desventajas en la vida diaria”, dice Amezcua, quien espera poder tener a punto una opción equilibrada y al alcance de todos los bolsillos.