Ciudad de México, 6 de marzo (SinEmbargo).- De acuerdo con el Programa Mundial de Alimentos (PMA), en el mundo 842 millones de personas no tienen lo suficiente para comer. No obstante, pese a que la cifra ha disminuido 156 millones desde 1990, el hambre y la desnutrición son el principal riesgo para la salud en todo el mundo. Entre las principales causas del hambre están los desastres naturales, los conflictos, la pobreza, la pobre infraestructura agrícola y la sobreexplotación del medio ambiente. Sin embargo, iniciativas apoyadas en el uso de tecnologías emergentes pueden proporcionar una solución o, al menos, atenuarlo.
En 2014, la diseñadora Chloé Rutzerveld desarrolló un proyecto experimental llamado Edible Growth (crecimiento comestible), el cual tenía como objeto la creación de un bocado comestible impreso en 3D, utilizando una combinación de procesos técnicos y naturales.
De acuerdo con la creadora, el bocado se cultiva en el interior de una estructura comestible impresa de manera tridimensional, con plantas y hongos que brotan después de aproximadamente cinco días. La naturaleza rápida de la comida «fabricada» limita el impacto ambiental al acortar la cadena alimentaria y la limitación de uso de tierra y energía. Por otra parte, la comida es nutritiva porque se cultiva a partir de ingredientes naturales mediante procesos naturales, incluyendo la fotosíntesis y fermentación. Por si fuera poco, dado que está destinada para el consumo inmediato, no se necesitan conservadores.
«Edible Growth se ajusta a la categoría de «Alimento para el pensamiento» y está creado parcialmente como una forma de diseño crítico», dice Rutzerveld en el sitio oficial del proyecto. «Quiero demostrar que los alimentos de alta tecnología o los alimentos producidos en el laboratorio no tienen que ser poco saludables, no naturales y no sabrosos. Edible Growth es un ejemplo de comida de alta tecnología pero natural, saludable y sostenible que es posible al combinar aspectos de la naturaleza, la ciencia, la tecnología y el diseño».
«Edible Growth muestra un crecimiento real, un sabor intenso y estructura, que hace un uso inteligente de los procesos naturales como la fermentación y la fotosíntesis y disminuye el uso de los recursos», agrega.
Según Rutzerveld, tomará entre ocho y 10 años de desarrollo de tecnología adicional antes de que un producto alimenticio como el que ella propone llegue al mercado. Sin embargo, ya ha despertado la atención de instituciones que la apoyan como La Universidad Tecnológica de Eindhoven y la Organización Holandesa para la Investigación Científica Aplicada (TNO).
Vivimos en una época donde la comida no sólo es cultivada, sino que también tiene el potencial de ser fabricada en un laboratorio o construida con una impresora 3D. Estas tecnologías influyen en las cadenas de suministro, los hábitos alimenticios, así como en los métodos de preparación e introducen completamente nuevos productos en el mercado.
Entre los Objetivos de Desarrollo del Milenio que la Organización Naciones Unidas (ONU) ha establecido para el siglo XXI, encabeza la lista la reducción a la mitad de la proporción de personas que padecen hambre. Sin duda, los alimentos impresos pueden llegar a convertirse en una alternativa en un futuro próximo.