Ciudad de México, 10 de enero (SinEmbargo).– Las redes sociales han dejado de ser solamente una herramienta de comunicación, para pasar a ser un instrumento utilizado por investigadores para rastrear brotes de ciertas enfermedades, como la influenza, y en un nuevo esfuerzo por entender los padecimientos mentales, científicos de la Universidad Johns Hopkins apuestan a usar Twitter para encontrar estadísticas nuevas y en tiempo real de los trastornos mentales.
A través de una revisión de los tuits en los que usuarios hicieron públicos sus diagnósticos y por el rastreo de palabras y frases clave vinculadas con ciertos desórdenes, los investigadores pudieron encontrar nuevos datos sobre padecimientos como el trastorno por estrés postraumático, depresión, desorden bipolar y el afectivo estacional.
Los científicos de la computación desarrollaron este algoritmo para colectar nuevos datos de manera barata, masiva y rápida, no sólo de pacientes que se refieren abiertamente a su enfermedad, sino de otros que dejan entrever a través de frases aparentemente inocuas como «Simplemente no me quiero levantar de la cama».
Su meta es compartir con las oficinas de salud pública y los médicos que proporcionan tratamiento a los enfermos, una información adicional acerca de la prevalencia de ciertos padecimientos mentales, con lo que se podría hacer una disminución en los gastos destinados a la recolección de esta data mediante encuestas y otros métodos tradicionales.
«Con tantos padecimientos físicos, incluida la influenza, hay muchos datos y cifras cuantificables que se pueden utilizar para estudiar cada cuándo y en dónde ocurre una enfermedad, qué personas son más vulnerables y qué tratamientos son más exitosos. Pero es más difícil y laborioso reunir este tipo de datos para las enfermedades mentales porque las causas subyacentes son muy complejas y porque hay un estigma arraigado que hace de hablar sobre ellas un tabú», dijo Glen Coppersmith, investigador de Hopkins en declaraciones recogidas por Science Daily.
«No pretendemos reemplazar las métodos de encuesta tradicionales para rastrear las tendencias en enfermedades mentales. Creemos que nuestras nuevas técnicas pueden complementar el proceso, estamos tratando de mostrar que analizar tuits podría revelar resultados similares, pero lo haría con mayor rapidez y a un costo mucho más bajo», continuó.
Anteriormente, Coppersmith y su equipo revelaron entre sus hallazgos algunos datos no precisamente sorprendentes, pero que sí comprobaron que rastrear las redes sociales era un buen criterio para medir la incidencia de estas enfermedades sobre todo después de eventos dramáticos como los desastres naturales y los conflictos militares.
Concluyeron que el Trastorno por Estrés Postraumático es más común en las instalaciones militares que el gobierno de Estados Unidos colocó durante los recientes conflictos en Irak y Afganistán, mientras que las señales de depresión eran más evidentes en en zonas con un alto desempleo.
La controversia
A finales del año pasado, el grupo de prevención contra suicidios de Reino Unido denominado The Samaritans, desató una polémica al lanzar una aplicación web que alertaba a los usuarios de Twitter que se inscribieran, sobre los mensajes preocupantes que alguna de las personas que siguieran en esta red social publicara.
Así, mediante frases como «estoy cansado de estar solo» o «me odio», alertaban al resto sobre un posible intento de suicido, pero también podía servir a los acechadores (conocidos como stalkers) para saber si sus víctimas se encontraban vulnerables emocionalmente.
El «Samaritans radar» consiguió más de 4 mil personas que activaron la app a tan sólo una semana de presentarla en su sitio web, en conjunto, estas personas inscritas seguían al menos a 1.9 millones de cuentas, que estaban siendo monitoreadas por tal sistema, sin su consentimiento.
«Una herramienta que ‘te deja saber cuando tus amigos necesitan apoyo’ también te deja saber cuando tu víctima de acecho está vulnerable», tuiteó una usuaria de la red social, en un mensaje recuperado por el diario The New York Times, que al igual que otras cientos de quejas lograron que la asociación suspendiera su proyecto.
«Nuestra principal prioridad son las personas que puedan estar luchando para hacer frente, incluidos los que tienen problemas de salud mental. Estamos muy conscientes de que la gama de información y opinión que está circulando sobre Samaritans Radar, ha causado preocupación para algunas personas y nos gustaría pedir disculpas a cualquiera a quien sin querer se le ha causado algún malestar. No era nuestra intención. Sin embargo todavía hay una necesidad importante que hemos identificado para encontrar formas de apoyar a las personas vulnerables en línea, incluyendo aquellos jóvenes que la aplicación tenía como principal objetivo. También nos gustaría reconocer y agradecer a los que han mostrado su apoyo a la aplicación», escribió el grupo en su sitio de internet.
El NYT cita al Dr. Allen J. Frances, psiquiatra y profesor de la Escuela de Medicina de la Universidad de Duke, quien dice que los algoritmos predictivos de salud harían posible que se confundiera la expresión de angustia de alguien, con una depresión clínica, etiquetando injustamente a personas como mentalmente enfermas.
«Estarías mal etiquetando a millones de personas. Habría todo tipo de consecuencias negativas. Y entonces tendrás consultores de empleo sofisticados que estarán vetando los estados psiquiátricos de las personas, derivado de algún algoritmo disparatado en tu cuenta de Twitter», dijo.
Mientras que algunos estudios han probado la efectividad de estos métodos, como el que utilizó MIcrosoft para reclutar personal basado en sus cuentas de Twitter y como el caso de los investigadores de la Universidad Johns Hopkins, sirve para identificar áreas en las que se puedan dar un mayor número de casos de determinada enfermedad, expertos coinciden en que aún falta mucho desarrollo para aplicar estas herramientas en individuos.
«Si alguien tuitea ‘me voy a matar’, no puedes simplemente saltar encima. Hay muchos factores psicológicos que juegan un papel en empujar a alguien al límite», dijo al NYT, Christophe Giraud-Carrier, un científico en computación de la Universidad Brighman Young.
Asimismo, Munmun De Choudhury, del Georgia Tech alerta que hay que ser cuidadosos con quiénes tienen acceso a estas herramientas y sobre todo para definir los límites que tiene la tecnología para hacer juicios sobre los individuos.