El Gobierno de Rodrigo Duterte ha seguido atacando a los periodistas de Filipinas que siguen investigando la corrupción y la violencia bajo la amenaza directa de la violencia y la intimidación. Por lo que se espera que el premio Nobel presione a los candidatos a la Presidencia en las elecciones de 2022 la libertad de prensa sea un tema de campaña.
Tom Smith
Profesor principal de Relaciones Internacionales y Director Académico del Royal Air Force College Cranwell, Universidad de Portsmouth
Madrid, España, 12 de octubre (The Conversation).- La importancia de los periodistas que asumen riesgos considerables para llevar la verdad a la gente, en países en los que esto implica enfrentarse a gobiernos autoritarios, ha sido reconocida por la decisión del Comité Nobel de conceder el Premio de la Paz 2021 a la filipina Maria Ressa y al ruso Dmitry Muratov.
Al anunciar el premio, el comité calificó a ambos de “representantes de todos los periodistas que defienden este ideal”, e indicó que Ressa había utilizado su organización de noticias en línea, Rappler, para “exponer el abuso de poder, el uso de la violencia y el creciente autoritarismo en su país natal, Filipinas”.
Rappler, que surgió de una página de Facebook lanzada en 2012 y que se ha convertido en uno de los servicios de noticias independientes más creíbles de Filipinas, ha sido objeto de ataques por parte del Presidente Rodrigo Duterte desde su elección en 2016. Su discurso sobre el estado de la Unión de 2017 alegó que Rappler era de propiedad extranjera, lo que sería contrario a la Constitución. También dijo que difundía “noticias falsas”.
A esto le siguieron investigaciones por parte del Gobierno y, en 2018, las acusaciones de ciberdelincuencia, evasión de impuestos y toda la intimidación que el Gobierno de Duterte pudo reunir inundaron a Ressa y Rappler.
Este acoso se produjo mientras tenían lugar los asesinatos, autorizados por el Presidente, dentro de la “guerra contra las drogas” de Duterte (que la Corte Penal Internacional está investigando ahora), que provocó la muerte de más de 20 mil personas, incluidos periodistas de todo el país. Ressa no se dejó amedrentar por las intimidaciones y las amenazas. La revista Time la nombró una de las ganadoras del título “Persona del Año” en 2018 junto a otros periodistas oprimidos en todo el mundo.
Cuando fue detenida por primera vez, en 2019, a la edad de 56 años, a la periodista más destacada del país se le hizo pasar una noche entre rejas, un golpe bajo para la sociedad civil en Filipinas. Ressa y sus colegas de Rappler siguen trabajando bajo la amenaza de ser encarcelados.
Queda por ver si la concesión del premio Nobel de la Paz protegerá a Ressa y a Rappler de nuevos ataques, y si las elecciones, previstas para mayo de 2022, supondrán algún alivio en la campaña de acoso y amenazas del Gobierno.
UNA FIGURA CONSOLIDADA EN LA VIDA PÚBLICA FILIPINA
Mucho antes de que Duterte fuera elegido, Ressa era una figura consolidada en la vida pública filipina. Había sido la cara de la CNN en Filipinas como jefa de su oficina de 1987 a 1995 y luego como reportera de investigación para la CNN, donde se centró, tras el 11-S, en temas de terrorismo en todo el sudeste asiático.
En 2004 se incorporó a la importante empresa filipina de medios de comunicación ABS–CBN y durante seis años ayudó a convertirla en la principal cadena de noticias del país (sus emisiones fueron cerradas por Duterte en 2020). Es un gran mérito de Ressa que su influencia sea tan fuerte en el panorama de los medios de comunicación en Filipinas que los periodistas más jóvenes continúan siguiendo sus consejos y su ejemplo.
No es la primera vez que Maria Ressa gana un galardón internacional importante. Ha recibido el Premio a la Democracia 2017, el Premio Internacional de Periodismo Knight 2018 y, también en 2018, el Premio Pluma de Oro a la Libertad de la Asociación Mundial de Periódicos y el Premio Gwen Ifill a la Libertad de Prensa del Comité para la Protección de los Periodistas. Sus juicios de los últimos años han suscitado regularmente la atención pública y la condena por parte de personalidades y organizaciones de todo el mundo.
¿PREMIO DE LA PAZ?
A pesar de ello, el Gobierno de Duterte ha seguido reprimiendo la disidencia y atacando a los periodistas menos destacados de las provincias más remotas de Filipinas que siguen investigando la corrupción y la violencia bajo la amenaza directa de la violencia y la intimidación. Es de esperar que el premio Nobel presione a los candidatos a la Presidencia en las elecciones de 2022 para que hablen de la cuestión de la libertad de prensa y la conviertan en un tema de campaña. El premio también hace que los gobiernos extranjeros que están calibrando nuevas relaciones con la próxima administración tengan un símbolo en torno al cual agruparse.
En 2019 fui delegado en la Conferencia Global para la Libertad de Prensa organizada por los gobiernos del Reino Unido y Canadá en Londres. Tuve la oportunidad de conocer brevemente a María y a su abogada, Amal Clooney. Ese día, los funcionarios del Gobierno expresaron actitudes firmes y buenos mensajes al escuchar historias como las de Filipinas.
Todo el evento fue en vano cuando, hacia el final del día, se dio la noticia del asesinato del presentador de noticias de la radio Eduardo Dizon, periodista de Brigada News FM en Kidapawan City, en el sur de Filipinas. Pero al conceder este premio a valientes como Ressa y Muratov, el comité del Nobel proclama la importancia, no sólo de su trabajo, sino de todos los periodistas que se arriesgan a pedir cuentas al poder.