Por Beatriz Díaz
Londres, 12 oct (EFE).- Más de doscientas cajas triangulares de madera repletas de tierra de diferentes parques y jardines de Londres se elevan desde hoy sobre la sala de turbinas de la galería Tate Modern, en la nueva escultura que ha diseñado el mexicano Abraham Cruzvillegas.
La gigantesca obra «Empty Lot» ocupa los mil metros cuadrados de esta sala situada en el corazón del museo de arte contemporáneo más visitado del mundo, abierto desde el año 2000 en una antigua central eléctrica.
La creación del artista conceptual, dominada por las formas geométricas, se extiende a ambos lados de la pasarela que atraviesa el inmenso espacio de acceso a la galería británica, y reúne veintitrés toneladas de tierra iluminada por potentes focos de luz blanca que proporcionan al ambiente una gran claridad.
«Llegó el momento de reunir la tierra y pensamos en dónde podíamos encontrarla y surgió la idea de traerla de diferentes lugares de la ciudad», explicó Cruzvillegas a Efe.
El artista, que llegó a Londres hace dos meses para preparar la escultura, contó como él mismo fue «a cavar un par de veces» en uno de los 35 espacios abiertos de dónde obtuvieron la tierra, incluido el palacio de Buckingham.
La idea que Cruzvillegas contempló cuando le encargaron diseñar la obra para este espacio fue la de hacer «un lote baldío donde no sembrar nada pero sí proporcionar unas condiciones mínimas para que creciera algo».
Una creación que juega con la posibilidad pero que, sobre todo, es «optimista», explicó el autor, que añadió que «lo más importante de todo esto es lo que trae la tierra: las posibles raíces, bulbos, semillas que podrían crecer en los seis meses que va a estar la escultura en la Tate».
A través de esta inmensa obra de arte, con la que tropezarán millones de visitantes hasta el próximo 3 de abril, el artista explora su propia «identidad» y la historia de su familia y su país.
«Esta obra tiene un significado histórico y político porque apunta a la tierra simbólicamente como la lucha y revolución de cualquier pueblo por ocupar un pedazo de ella», agregó el autor.
Además, Cruzvillegas manifestó que su obra «no propone apropiarse de la tierra como una muestra de poder, sino de esperanza», y aludió a la historia de su familia, «que emigró del campo a la ciudad en un momento histórico muy difícil de México».
Al mismo tiempo, el escultor ha querido resumir su trayectoria profesional, y proponer «una idea que fuera, de alguna manera, una síntesis» de todo lo que ha estado haciendo durante los últimos 30 años.
El artista de renombre internacional se dio a conocer gracias a sus obras tituladas «Autoconstrucción», en las que el recopiló todo tipo de objetos y elementos, incluyendo pelo humano, que encontraba a su alrededor y les dio una segunda vida en forma de esculturas.
Ahora, con su última apuesta, «Empty Lot», Cruzvillegas domina un espacio que espera «que la gente se lo pueda apropiar, en términos de su propia educación, de su contexto y de su propia historia».
Antes del mexicano lo hicieron artistas como el disidente chino Ai Wei Wei, que en 2010 llenó el suelo de la sala de turbinas con cien millones de diminutas esculturas de semillas de girasol; o el danés Olafur Eliasson, que no solo hizo salir el sol en Londres, sino que lo hizo brillar, a través de un sofisticado juego de luces, en el interior de esta galería de arte.