Delegados de Maduro y de la oposición, liderados por Juan Guaidó, sostendrán el próximo viernes 13 de agosto un primer encuentro en la Ciudad de México en el que se espera que definan la metodología de trabajo y el cronograma para las próximas reuniones.
Por Fabiola Sánchez y Regina García Cano
Ciudad de México, 12 de agosto (AP) — El Gobierno de Nicolás Maduro y la oposición venezolana iniciarán el viernes en la capital mexicana una nueva etapa de diálogos que busca destrabar años de confrontación, pero para muchos venezolanos no hay mayores expectativas sobre el proceso.
En medio de una calle de clase media del oeste de Caracas, Damaris Álvarez, coordinadora de una escuela de música estatal de 35 años, afirmó que seguirá las negociaciones entre el Gobierno y la oposición, pero insistió en que su prioridad es “resolver el día a día”.
“Estamos en un campo que está lleno de minas pero tú ves que la gente trata de ver cómo sobrevive”, dijo al hablar de las complicaciones que enfrenta a diario junto a su familia porque su salario, de unos cuatro dólares al mes, le resulta insuficiente para comprar los alimentos ante la desbordada hiperinflación. Al igual que muchos de sus vecinos. Álvarez vende galletas y tortas para hacer algo más de dinero.
«Las encuestas demuestran que hay un profundo deseo de cambio pero también hay un cansancio no sólo por la lucha diaria por la supervivencia sino también por la incapacidad de los políticos hasta ahora para hacer alguna diferencia en su vida diaria”, dijo Cynthia Arnson, directora del Programa Latinoamericano del Wilson Center. “Creo que hay un gran escepticismo”.
Delegados de Maduro y de la oposición, que lidera Juan Guaidó, sostendrán el viernes un primer encuentro en la Ciudad de México en el que se espera que definan la metodología de trabajo y el cronograma para las próximas reuniones. Sobre los temas que se debatirán en el nuevo proceso de diálogo no se conocen mayores detalles. Al respecto Maduro sólo adelantó que la agenda incluye siete puntos.
En representación del Gobierno venezolano participarán el presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez, el Gobernador del estado central de Miranda, Héctor Rodríguez y el Diputado Nicolás Maduro Guerra, hijo del mandatario.
Por el lado de la oposición vendrán el exalcalde Gerardo Blyde, como jefe de la delegación, más otros miembros de las principales fuerzas opositoras, entre ellos Carlos Vecchio, representante de Guaidó en Estados Unidos, Tomás Guanipa, Secretario General de Primero Justicia, y el dirigente socialcristiano Roberto Enríquez, quien estaba refugiado desde hace cuatro años en la residencia del Embajador de Chile en Caracas y ya obtuvo un salvoconducto de parte del Gobierno para salir en las próximas horas de la sede diplomática y viajar a México.
Los diálogos se darán bajo la mediación del Gobierno de Noruega, que hace dos años promovió una iniciativa similar que fracasó. Representantes de Rusia y Holanda también intervendrá en el proceso como acompañantes de las delegaciones del Gobierno y la oposición, respectivamente.
Estados Unidos no participará directamente en el proceso pero los analistas coinciden en que podría jugar un papel fundamental debido a que Maduro ha centrado sus exigencias para sentarse a dialogar en el levantamiento de las sanciones que enfrenta su Gobierno y más de medio centenar de funcionarios y allegados desde hace cuatro años.
La administración de Joe Biden, que reconoce a Guaidó como Presidente encargado de Venezuela, se ha mostrado a favor de un diálogo al igual que la Unión Europea, que genere las condiciones que permitan elecciones democráticas y transparentes en la nación sudamericana. Washington aceptó el mes pasado levantar una de las sanciones para permitir a las compañías no estadounidenses exportar a Venezuela gas licuado de petróleo que es utilizado para cocinar. La decisión fue considerada un “gesto de buena fe” para promover el diálogo.
Al hablar de las exigencias que llevarán sus delegados a la mesa de negociaciones Maduro dijo el pasado fin de semana que pedirán el “levantamiento de todas las sanciones”, el “reconocimiento de las autoridades legítimas y constitucionales” y que la oposición “renuncie a la violencia”. Sobre la agenda que llevará la oposición The Associated Press conoció que sus delegados pedirán la definición de un cronograma electoral, un plan masivo de importación de vacunas contra la COVID-19 y “elecciones libres y transparentes”.
Con 96.2 por ciento de su población en la pobreza, una inflación que alcanzó en los primeros cinco meses de este año una tasa acumulada de 264.8 por ciento y una contracción económica que se ha extendido por siete años y que se prevé que este año sea de 10 por ciento, según proyecciones del Fondo Monetario Internacional, Venezuela enfrenta la peor crisis económica y social de su historia.
A diferencia de los procesos de diálogo que se desarrollaron entre el 2017 y 2018 y en el 2019, en esta oportunidad el Gobierno de Maduro va en una condición de fortaleza frente a una oposición muy debilitada por las fracturas internas y la pérdida este año de la Asamblea Nacional, que era su último bastión.
“La oposición no tiene absolutamente nada que llevar a la mesa”, dijo el académico venezolano Félix Seijas, director de la firma de estudios de investigación estadística Delphos, al asegurar que los sectores adversos a Maduro no tienen mayor peso de negociación porque han perdido el poder de convocatoria en las calles. Agregó que también dependerá de lo que Estados Unidos esté dispuesto a ceder sobre las sanciones.
Si bien el fracaso de los anteriores procesos de diálogo ha reducido las expectativas sobre un gran avance en este proceso, algunos férreos críticos de Maduro como Elliott Abrams, quien fue enviado especial para los asuntos de Venezuela durante el Gobierno de Donald Trump, reconoce que las condiciones para las negociaciones han mejorado.
Eso se debe a que a diferencia de las conversaciones anteriores, el apoyo nacional e internacional a Guaidó se ha desvanecido debilitando su capacidad para exigir la destitución de Maduro. Menos de 10 de las más de 60 naciones que alguna vez reconocieron el Gobierno interino de Guaidó aún mantienen ese reconocimiento, según un informe de este mes del Wilson Center.
“Hay más posibilidades de éxito si define el éxito como llegar a un acuerdo”, dijo Abrams, quien ahora se desempeña como investigador principal de estudios de Oriente Medio en el Consejo de Relaciones Exteriores. “Pero si lo define como una mejora real en las condiciones de los derechos humanos, por ejemplo, la libertad de reunión o la libertad de prensa, entonces no estoy seguro de que haya progreso”.
La detención a mediados del mes pasado del dirigente Freddy Guevara, un estrecho colaborador de Guaidó que estaba participando en el proceso de acercamiento con el Gobierno, puso en riesgo el nuevo proceso de diálogo. Pero finalmente la oposición decidió seguir adelante.