A nivel mundial, los jóvenes representan 18% de la población; es decir, mil 200 millones de personas y 87% de ellos viven en países en desarrollo. Nuestro país es de jóvenes: los resultados del Censo de Población y Vivienda 2010 realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) demuestran que la mitad de la población tiene 26 años o menos. De acuerdo con el Instituto Mexicano de la Juventud, en el país hay 36.2 millones de jóvenes. Sin embargo, la fuerza numérica que este sector representa no es proporcional a las políticas, campañas y presupuestos que le son destinados. La problemática a la que se enfrenta el sector juvenil está relacionada con el limitado acceso a un empleo digno y bien remunerado, educación, salud, vivienda, oportunidades de desarrollo y participación en la vida pública. En el marco de la conclusión del Año Internacional de la Juventud, del “festejo” del Día Internacional de la Juventud y de la conmemoración del Día Nacional de la Juventud en México, SinEmbargo.mx analiza los saldos de las políticas públicas en “favor” de los jóvenes en México: de los 36 millones que hay en el país, 7 millones no trabajan ni estudian (Ninis) y, al menos, 250 mil habrían probado alguna droga, además de que siete de cada 10 jóvenes entre 15 y 24 años han vivido violencia psicológica.
México, el compromiso con sus jóvenes
En México, el porcentaje de población joven en las distintas entidades federativas varía entre el 24.9 y el 29.8% según el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI). El Distrito Federal es la entidad con la menor proporción de jóvenes y Quintana Roo es la entidad con el mayor porcentaje de personas entre los 15 y 29 años de edad, casi una de cada tres personas en Quintana Roo es joven; reflejo de la migración que se da hacia este estado.
Los jóvenes, que tienen entre 15 y 29 años de edad, representan 29 millones 706 mil 560 (en 2000 se contabilizaron un total de 27 millones 221 mil 012 jóvenes en el territorio nacional). El número de mujeres es mayor que el de los hombres, 15 millones 167 mil 260 y 14 millones 539 mil 300, respectivamente. Lo cual significa que hay 96 hombres por cada 100 mujeres entre los 15 y 29 años de edad. Para el año 2050 habrá igual número de ancianos y de niños en México.
El Año Internacional de la Juventud
Con el fin de atraer la atención de los Gobiernos y de la población mundial, la Asamblea General de la ONU aprobó en diciembre de 2009 la resolución 64/134, en la que proclamó el Año 2010-2011 como el “Año Internacional de la Juventud”, de esta manera, el 12 de agosto de 2010, al tiempo que se conmemoraba el Día Internacional de la Juventud, se daba comienzo al Año Internacional de la Juventud. Bajo el lema: “Dialogo y entendimiento mutuo”, la celebración de este año tuvo como objetivo promover los ideales de paz, respeto de los derechos humanos y solidaridad entre las generaciones, las culturas, las religiones y las civilizaciones. Esta es la segunda ocasión en que la ONU destina la conmemoración de un Año Internacional de la Juventud, el primero fue en 1985 con el tema: «Participación, desarrollo, paz».
En entrevista, Jessica Rojas Alegría, especialista en temas de juventud y quien fungió como Coordinadora General del Foro Social de la Conferencia Mundial de la Juventud, detalló algunos aspectos que este evento pudo haber capitalizado para alcanzar mejores resultados.
“El tema Juventud es uno de esos tópicos con el que todos los gobiernos del mundo y sectores de la población se visten de Democracia. Es un tema noble, al que todos (al menos en teoría) estamos dispuestos a apoyar. No obstante, en esta ocasión pareciera que el gobierno de México se aventuró a fungir como sede de un evento de este tipo, ya que, al no contar con una Ley Nacional de Juventud que reconozca a nuestros jóvenes como sujetos de derechos, sin ratificar –desde hace ya seis años– la Convención Iberoamericana de los Derechos de las y los jóvenes (único Tratado internacional que protege los derechos de los jóvenes) y en general en un escenario de criminalización y violación de los derechos de lo juvenil, era evidente que se expondría al juicio nacional e internacional”.
-¿Por qué existieron tantas críticas y descalificaciones a la Conferencia Mundial de la Juventud?
-Por desconocimiento respecto de la organización del propio evento y por la heterogeneidad de voces que asistieron. Lamentablemente, la prensa convierte en nota aquellos hechos que marcan la nota roja sin resaltar los aciertos y todo el trabajo que hubo detrás.
–¿Qué le quedó a México después de la Conferencia Mundial de la Juventud?
–El saldo inmediato no fue del todo positivo, pues existió una polarización entre los movimientos de asociacionismo juveniles al interior de nuestro país que hasta la fecha seguimos reconstruyendo, se generó un distanciamiento de algunos grupos juveniles hacia el IMJUVE al considerarlo como una instancia poco sensible a la problemática juvenil, la imagen de México ante muchos de los participantes (sobre todo provenientes de países más progresistas como los Europeos), fue la de un país poco progresista y moralista sobre temas de especial interés a la juventud mundial (como es el caso de la salud sexual y reproductiva). Me parece que México desaprovecho una gran oportunidad para posicionarse como punta de lanza a nivel internacional en temas de juventud. Nuestro país, tuvo la capacidad de convocar y reunir a los especialistas y líderes de múltiples esferas y sectores en el tema de juventud a nivel mundial; sin embargo, no tuvo el compromiso necesario para brindarle seguimiento al proceso de asociacionismo que el mismo desatado. Los ojos del mundo en materia de juventud estuvieron puestos durante una semana en México, pero la falta de voluntad política y acuerdos entre nuestra clase política, imposibilitaron ofrecer la continuidad necesaria.
Según esta especialista en temas de la juventud, los grandes retos que nuestro país tiene que enfrentar para brindar mejores oportunidades para sus jóvenes son en tres rubros fundamentales:
1. Se necesitan mejores Marcos Jurídicos que reconozcan y promuevan a las y los jóvenes como sujetos de Derechos. Creación de la Ley Nacional de Juventud y ratificación de la Convención Iberoamericana de los Derechos de las y los jóvenes.
2. Se requiere un cambio en la visión asistencialista y criminalizadora con la que se pretende apoyar a las juventudes. Los jóvenes representan el principal activo de una sociedad, no son delincuentes y es obligación del Estado brindarles oportunidades de desarrollo corresponsable y espacios de participación democrática.
3. Una mejor Política Pública de juventud. Articulación y transversalidad en la generación de una verdadera política de juventud y definición de una estrategia respecto del bono poblacional 2012 para no enfrentar una pesadilla demográfica.
La Conferencia Mundial de la Juventud 2010: circo, maroma y teatro
Según fuentes que colaboraron en la Conferencia Mundial de la Juventud 2010, ésta cambió de sede en tres ocasiones por problemas políticos. La primera sede fue el Distrito Federal, luego Monterrey, Nuevo León, y finalmente Guanajuato, Guanajuato, tumbando con ello previas negociaciones, acuerdos, un trabajo de meses, todo con tal de que otro gobierno estatal, que no fuera gobernado por el PAN, lo obtuviera.
La ONU, concretamente el UNFPA (Fondo de Población de las Naciones Unidas) puso la mitad del recurso económico para la Conferencia, convocando a jóvenes promotores de los derechos sexuales y reproductivos, por lo que el gobierno federal mexicano –reacio a estas políticas públicas– se dedicó a investigar a cada uno de los delegados juveniles de la conferencia, cuando a los más reaccionarios se les bloqueó la entrada a nuestro país. El saldo final fue la enorme molestia de los miembros de la ONU con el gobierno federal mexicano. Debido a esta situación de intolerancia, la ONU realizó su propio evento del Año Internacional de la Juventud –la semana pasada en Nueva York, Estados Unidos– una Reunión de Alto Nivel en temas de Juventud, donde si se tomaron acuerdos políticos, como se puede leer en el siguiente enlace: http://www.un.org/es/events/youth2010/hlm.shtml
Según narran esas mismas fuentes, durante la Conferencia Mundial de la Juventud 2010, el gobierno de Guanajuato (panista y con tendencias derechistas) pagó viáticos a más de 500 jóvenes de todo el país para ir a “reventar” la conferencia si se aprobaba la inclusión del tema de derechos sexuales y reproductivos. El gobierno guanajuatense infiltró gente en la seguridad del evento, cuyo pase de acceso era con un código de barras, y metió a sacerdotes y damas de “buena conciencia” que repartían panfletos y daban discursos sobre los valores de la familia y el repudio a los “enfermos gays”. En un ejemplo de la intolerancia que reinó en este evento, Pablo Adame, hijo del gobernador de Morelos, Marco Antonio Adame, le prestó su gafete a alguien más para que sumaran más votos en contra de la resolución sobre los derechos sexuales y reproductivos.
Tales fueron las presiones para los organizadores del evento, que inclusive recibieron llamadas del “alto clero” yunquista, en la cual se les solicitaba “alteraran las declaraciones y omitieran la palabra aborto”, lo que los organizadores de la ONU rechazaron. También les pidieron que negociaran «políticamente» con los líderes juveniles para –de ser necesario– todos los delegados juveniles volvieran a sesionar. Les aseguraron que pagarían el cambio de todos los boletos a nivel mundial y viáticos por dos días extras si modificaban las conclusiones sobre los derechos sexuales y reproductivos. Como no se quitó dicha redacción, el gobierno federal de México no cumplió su compromiso de llevarla ante la Asamblea General de la ONU. Todos los que no estuvieron de acuerdo con modificar de manera “tramposa” el documento, fueron separados como consejeros juveniles del IMJUVE.
El IMJUVE, elefante blanco que no sirve a los jóvenes mexicanos.
A la entonces directora del IMJUVE, Priscila Vera, le cobraron la factura por ese tema y la destituyeron, nombrando en su lugar a Miguel Ángel Carreón Sánchez, hasta ese momento “asesor del jefe del Ejecutivo para los temas turismo, infraestructura y de asuntos internacionales”, un personaje considerado de ultra derecha. Se dijo en muchas columnas políticas, que dicho puesto fue en realidad un premio de consolación, ya que Carreón se postuló para ocupar la Secretaría General de la Organización Iberoamericana de la Juventud, en diciembre de 2012, pero los votos no le alcanzaron para ganar.
Es tal el desdén por las políticas juveniles en México, no obstante su importancia, que el Senado mexicano no ha ratificado aun la Convención Iberoamericana de los Derechos de los Jóvenes debido a las presiones de los grupos católicos, ya que dicha convención se encuentra a la vanguardia en cuanto a los Derechos Sexuales y Reproductivos de los jóvenes. Lo mismo sucede con la inexistencia de una Ley de la Juventud, y al parecer a nuestra clase política “mocha” le disgusta que los jóvenes se manifiesten y hablen de temas como su derecho a la sexualidad.
El actual director general del Instituto Mexicano de la Juventud (IMJUVE), Miguel Ángel Carreón –licenciado en Economía por el ITAM– encargado de pugnar por una política de juventud para todos y por igual, se hizo famoso cuando abrió su cuenta de Twitter, en donde se describía a sí mismo como un: “Guerrero de Dios”, manifestando su compromiso con la Iglesia Católica. Semanas después y debido a las críticas en la misma red social, tuvo que quitar dicha descripción.
Y es que este instituto público, dependiente de la Secretaría de Educación Pública (SEP), que opera desde el 6 de enero de 1999 y que tiene como propósito de ser el encargado de definir y aplicar una política nacional de juventud, para las y los habitantes entre 12 y 29 años de edad, y supuestamente incorporarlos plenamente al desarrollo del país, se ha caracterizado por ser un “elefante blanco”, que ha tenido severos cuestionamientos y casos de tráfico de influencias, como es el caso de Teresa Gómez del Campo Gurza, hermana de la actual dirigente del PAN en el DF, Mariana Gómez del Campo, que se benefició con una adjudicación directa por 473 mil 684 pesos del IMJUVE, según revela el contrato IMJ-CONT-AD-023/2007 por concepto de “asesoría a la dirección de Salud, Equidad y Servicios a Jóvenes del IMJUVE”, revelado por el diario La Jornada, el 25 de enero de 2010.
Los niños sicarios, entre la muerte y la violencia
No hay cifras oficiales respecto de cuántos jóvenes han sido reclutados por el crimen organizado pero, de acuerdo a la Red por la Protección de los Derechos de los Niños, se calcula que en México hay más de 30 mil niños que trabajan para organizaciones de la delincuencia organizada, los cuales son sometidos sin capacidad para resistir esa presión para ser miembros de los carteles de la droga. La poca atención que reciben los jóvenes, derivada en gran parte de la ausencia de los padres que trabajan, convierten a este sector en un blanco fácil para los grupos del crimen organizado.
La mayor parte de los 50 mil muertos de la guerra contra el narco oscilan entre los 20 y los 25 años de edad en lo que va del sexenio, cuando la esperanza de vida en México es 75.4 años, en promedio. Se calcula que sólo en Ciudad Juárez, Chihuahua, ha habido 7 mil asesinatos ligados al crimen organizado en los 30 meses recientes, muchos de ellos de jóvenes que no estudiaban ni trabajaban. Mientras la edad media de los jóvenes migrantes a Estados Unidos es de 24 años, muchos de ellos huyen de la violencia.
Diversas investigaciones periodísticas han arrojado como resultado, que las organizaciones criminales como los Zetas, secuestran a niñas para utilizarlas como sicarias y damas de compañía. El caso más reciente y ejemplificador de esta situación, es la detención en un área rural de los Altos de Jalisco, de una menor de 13 años, que a su corta edad era integrante del crimen organizado y a la que le pagaban unos cuatro mil pesos a la quincena por ser informante. Antes, otras seis menores fueron detenidas en los límites entre Jalisco y Zacatecas cuando se iban a enfrentar con integrantes del Cártel del Golfo, cobrarían mil 200 pesos por ejecución realizada.
Uno de los casos más conocidos sobre menores reclutados por el narco es el del adolescente de 14 años, Édgar “N”, alias “El Ponchis”, y sus hermanas “Las Chabelas”, de 19 y 23 años. Los tres fueron detenidos en el aeropuerto del Estado de Morelos, cuando pretendían volar a Tijuana para luego trasladarse a San Diego, California. Édgar “N” llevaba en su equipaje dos pistolas 9 milímetros y en las bolsas del pantalón 12 envoltorios de cocaína y dos de mariguana, de acuerdo con fuentes del Ejército. En sus declaraciones aceptó ser responsable de por lo menos 11 ejecuciones. El menor fue condenado el pasado 27 de julio a tres años de prisión, pena máxima para menores en el estado de Morelos, por el asesinato y tortura de cuatro personas que fueron colgadas de un puente en la autopista México-Acapulco el 22 de agosto del año pasado, entre otros delitos. También le dieron una multa genérica de 4.5 millones de pesos para resarcir los daños a los familiares de las víctimas. “El niño sicario”, como también se le conoce, es señalado como integrante del grupo de asesinos a sueldo del Cartel del Pacífico Sur (CPS) y según las autoridades inició su carrera criminal a los 11 años, con un sueldo de tres mil dólares por liderar una célula de jóvenes sicarios, cuya principal labor era identificar a miembros de la célula de Édgar Valdez Villarreal, La Barbie, y deshacerse de los cuerpos. Quién reclutó a “El Ponchis” a dicha organización criminal fue «Erick N.» menor de 15 años, que también se encuentra detenido por posesión de vehículo de procedencia ilícita y narcomenudeo. Algunos niños sicarios reciben dos mil pesos al mes por su función como “halcones” (vigilantes o espías del crimen organizado), además de que sus familiares son secuestrados y con ellos obligados a vender la droga.
En el mismo Centro de Ejecución de Medidas Privativas de la Libertad para Adolescentes, Cempla, donde “El Ponchis” se encuentra recluido y que se ubica en Miacatlán, Morelos, se fugaron 3 jóvenes sicarios. Se trata de Joshua García Solano, de 14 años, juzgado por robo calificado y con violencia; Francisco Guadalupe Calvo Méndez, de 18 años, sentenciado por robo calificado, y José María Enríquez, de 26 años, acusado de secuestro. En esta misma cárcel están recluidos más de 87 reos, de los cuales 9 son mujeres, jóvenes todos, vinculados a la delincuencia organizada, y 17 son considerados de extrema peligrosidad. Noventa niños sicarios han sido detenidos por la policía federal y el ejército en el 2010 y lo que va del 2011. Aquí bien cabe señalar, que México no se encuentra entre las naciones obligadas a entregar un informe sobre la participación de niños en conflictos armados, solicitado a países en guerra por el Comité de los Derechos de los Niños de la ONU.
En el desarrollo de la presente investigación se encontraron muchos titulares noticiosos relacionados con asesinatos de jóvenes o su participación en el crimen organizado, como los siguientes: “Confirman asesinato de cinco jóvenes en Juárez”, “Condenan a 240 años a responsables de masacre de jóvenes en Villas de Salvárcar”, “Matan a siete en Durango; dos eran adolescentes”, “Ataque a jóvenes de Jalisco deja un muerto”, “Mueren seis jóvenes en Ciudad Juárez”, “Matan a tres jóvenes en Chihuahua”, “Aparece joven ejecutado en Aguascalientes; narcomensaje lo liga a ‘El Chango Méndez’”.
Una solución interesante para este problema es el que propone el jurista José Gómez Porchini de no bajar la edad penal, pero de hacer participes en los castigos a los padres de familia o tutores de los menores infractores y que se hagan cargo de los daños causados por sus hijos. “No es imputabilidad a los menores, es fincarle responsabilidad penal al que desatiende a un menor y más aún, al que le proporciona los elementos materiales para la comisión del delito al niño menor de 18 años”, indica Gómez Porchini en su propuesta.
Por parte de las autoridades, existen algunas propuestas que son polémicas y al parecer “electoreras”, como es el caso del gobernador de Chihuahua, César Duarte Jáquez, que envió al Congreso de su estado, una propuesta de iniciativa de ley para modificar tres artículos de la Ley del Servicio Militar Nacional y dos de la Ley del Sistema de Educación Militar, y con ello promover que los llamados “ninis” se incorporen al servicio militar. La iniciativa tiene como fin que los jóvenes que actualmente no estudian ni trabajan, se incorporen de manera voluntaria a un régimen especial de servicio militar remunerado y posteriormente, en caso de que deseen optar por la carrera de las armas, se les facilite el ingreso al Sistema Educativo Militar.
Los “Ninis”, entre la desesperanza y la falta de oportunidades
Existen muchísimos jóvenes como los que el rector de la UNAM, José Narro Céspedes, bautizó como “Ninis”, que ni estudian ni trabajan. Según datos del Instituto de la Juventud del DF, un joven de entre 20 y 24 años, sufre tres veces más desempleo que el resto de la población, ya que se le pide la experiencia que no tiene y se le desestima por su corta edad. El problema del desempleo y la falta de oportunidades, es mundial y lo vemos en Inglaterra, España o en Chile con las manifestaciones juveniles. En Estados Unidos se tiene una tasa de desempleo de 12%, en España de 45% y en América Latina de 20 por ciento.
En México, más de 7 millones de jóvenes no tiene empleo y no cursa ninguna opción escolar. Los jóvenes mexicanos de 25 a 29 años, etapa en el que una gran parte de los jóvenes adquiere responsabilidades familiares, están dedicados a algún trabajo: 88.4% son hombres y 45.3% mujeres a algún trabajo; sin embargo, 48.8% de las jóvenes se dedica a los quehaceres del hogar.
Educación para los jóvenes, un panorama sombrío
En la recientemente presentada “Propuesta para la construcción de una política de Estado en materia de seguridad y justicia”, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) insistió en la necesidad de que el gobierno diseñe programas de política social, encaminados a la atención de jóvenes, al fomento de empleos y modelos de ayuda a los consumidores de sustancias adictivas. Dichas propuestas advierten que los jóvenes deben tener espacios y foros para su expresión, además de tener a su alcance, oportunidades laborales y becas para la enseñanza media superior y superior. Algunos puntos para la atención a los jóvenes mexicanos son: “se deben generar programas específicos para propiciar la permanencia o reinserción de los jóvenes en el sistema educativo, así como proporcionarles insumos que los preparen para su vida laboral. Se deberían de fortalecer los programas de becas y seguimiento estudiantil que actuaría en caso concreto de abandono de estudios para logran la reinserción del alumno. También rediseñar políticas de empleo para enfatizar la importancia del nexo escuela-trabajo; estabilidad en el empleo y capacitación real y efectiva de los trabajadores. Establecer una Defensoría de la Juventud sin gran aparato administrativo en coordinación con una red institucional donde interactúen todas las dependencias del gobierno”.
Y es que la realidad educativa para los jóvenes mexicanos es sumamente complicada. México cuenta con una tasa de deserción “relativamente alta” en preparatoria y universidad, pues se estima que 16 de cada 100 alumnos abandonan sus estudios entre un ciclo y otro. Otros ejemplos, de más de 19 millones de jóvenes, 7 millones 319 mil 600 son analfabetos o no terminaron la primaria o secundaria; los restantes 11 millones 956 mil jóvenes no cuentan con preparatoria. 53 mil jóvenes que buscaron un espacio en la UNAM, o sea 91% de los aspirantes fueron rechazados por no haber cupo. Porcentajes similares se manejan en el resto de las universidades públicas.
Y a pesar de que el presidente Felipe Calderón dice que en su gobierno se incrementó 7% la cobertura a la educación superior, esta inversión es una de las más bajas de la OCDE. Uno de cada cuatro jóvenes de entre 20 y 29 años puede acceder a la educación superior en México. Además, el gasto educativo público por alumno como proporción del producto interno bruto (PIB) per cápita registró una caída de casi nueve puntos en la década reciente. Entre 2000 y 2008 el gasto educativo nacional por alumno, expresado en pesos a precios de 2003, fue de 15 mil 503 pesos.
Otros ven un panorama más optimista. Según el INEGI, el porcentaje de personas entre los 15 y 29 años que no sabe leer ni escribir se ha reducido en casi la mitad en la última década, al pasar de 3.6% en 2000 al 1.9% en 2010. A su vez, el promedio de escolaridad ha aumentado en poco más de un año en esta década, siendo ligeramente mayor este incremento en las mujeres respecto a los hombres. En promedio los jóvenes han estudiado hasta el primer año de la educación media superior, ya que su grado promedio de escolaridad es de 10 años. La población sin escolaridad para distintas generaciones muestra que aquellos entre los 25 y 29 años de edad es de 2.5% y los que tienen entre 15 y 19 años es de 1.1 por ciento.
Mientras otros, ven un panorama pesimista. Según el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, en su “Panorama Educativo de México. Indicadores del Sistema Educativo Nacional 2009”, el panorama es desolador, 19 millones 275 mil 600 jóvenes entre 15 y 29 años carecen de bachillerato y en este nivel 16 de cada 100 alumnos desertan entre un ciclo y otro.
La generación de jóvenes de 15 a 17 años que ingresó hace tres años a preparatoria, un millón 872 mil abandonaron la escuela, lo que representa 48% del total de la matrícula, que fue de 3 millones 923 mil 822 alumnos. 11 millones de jóvenes que concluyeron la secundaria y no continuaron sus estudios de bachillerato.
Casi 900 mil niños que ingresaron a primaria no terminaron sus estudios en los seis años reglamentarios. En el caso de la secundaria, la cifra ascendió a poco más de medio millón de adolescentes que no concluyeron ese nivel en tres años.
Por cada mil alumnos que entraron a primero de primaria, 338 no acabaron en el periodo normativo, en tanto por cada mil jóvenes inscritos en la secundaria, 246 no tuvieron un egreso oportuno.
La tasa de deserción nacional se ubicó en 16.3 por ciento. Sin embargo, para los profesionales técnicos del Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica (Conalep), la cifra aumentó a 25.7%, en tanto para el bachillerato tecnológico fue de 17%, y para el general de 14.7 por ciento.
Las entidades donde se documenta mayor abandono escolar fueron el Distrito Federal (23%), Sonora (22.5%), Nuevo León (21%), Coahuila (19%), Michoacán (19.6%) y Morelos (19%). Este problema es mayor en los hombres de todos los estados de la República.
La tasa de cobertura fue de 48.9% para la población entre 15 y 17 años. En Michoacán, Guerrero y Guanajuato sólo cuatro de 10 jóvenes están inscritos en este nivel educativo. En Chiapas, de los 154 mil 511 niños que ingresaron a primer año, 76 mil 56 acabaron a tiempo y 78 mil 455 se rezagaron. En Guerrero, la situación fue muy similar: entraron a primer grado 114 mil 545 alumnos y sólo tuvieron un egreso oportuno 57 mil 970. En Yucatán, 47 mil 708 se inscribieron en la primaria y concluyeron en seis años apenas 26 mil 839.
De los 655 mil jóvenes de 15 a 17 años que habitan en hogares indígenas, sólo 50% concluyó secundaria, esto es, 327 mil 829. De ellos, 112 mil 117 no siguieron estudios de preparatoria. En ese grupo de edad, 57.6% de la juventud rural cursa educación media superior, lo que contrasta con 77.7% del medio urbano.
Falta de educación de los jóvenes, caldo de cultivo para una explosión social
En la Plaza de Santo Domingo, de la Ciudad de México, se planea un movimiento encabezado, por primera vez por jóvenes, que se rehusan a ser catalogados como «ninis». Más de mil jóvenes esperan en 50 casas de campaña rodeados de pancartas y dibujos que exigen a las autoridades una oportunidad para estudiar en alguna de las seis principales universidades públicas del país.
Y es que recientemente, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) rechazó a 91% de los jóvenes que hicieron el examen de admisión. El Instituto Politécnico Nacional (IPN), donde 66 mil 400 de los 90 mil 600 jóvenes que hicieron el examen quedaron fuera. Mientras que la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) rechazó a 70 mil 350 jóvenes de los 82 mil 294, es decir, 85.5 por ciento.
Sus demandas son claras: que se garantice la educación media superior y superior a todos los jóvenes que así lo soliciten, siempre y cuando hayan concluido sus estudios de bachillerato. Solicitan aumento de la matrícula en la UNAM, IPN, UAM, UPN,UACM, ENAH, así como la construcción de nuevas instituciones educativas. Piden que se cancele el examen de admisión como mecanismo de ingreso y exigen se diseñe un nuevo procedimiento de admisión. Dicen, permanecerán en el plantón tal como lo hacen los jóvenes con movimientos similares en Francia y España. Habrá que esperar las consecuencias del movimiento, mientras tanto los gobiernos “festejarán” a los jóvenes en su día, aunque no haya mucho por qué festejar.