El pintor y escultor mexicano cree en el compromiso del artista para enfrentar una realidad difícil y desde joven ha aprendido a pronunciarse con sus ideas y sus obras. En su estudio de la colonia Roma, en la Ciudad de México, ha construido una caja-relicario, arte objeto que es lo que lo conmueve actualmente, para plantar posición frente al éxodo de las personas que en el mundo ponen en riesgo su vida en busca de una vida mejor.
Ciudad de México, 12 de julio (SinEmbargo).– La exposición «Migrantes, el éxodo a través de México”, que se inaugura este jueves en la Galería Aguafuerte, consta de alrededor de 50 trabajos con el tema de la inmigración, en donde participan Gabriel Macotela, Pedro Valtierra, Francisco Mata Rosas y el artista chileno Pablo Maire, entre otros.
Organizada por el joven galerista Israel Alvarado Torres, preocupado porque los recintos de arte en México se muestran reacios a tratar temas sociales o políticos, la exposición se confeccionó a partir de una convocatoria de Aguafuerte (Guanajuato 118, Colonia Roma), impulsada sobre todo por la tragedia de los 72 migrantes asesinados en Tamaulipas.
La llamada libre a través de las redes sociales estuvo dirigida a artistas radicados en nuestro país, interesados en mostrar una pieza de escultura, fotografía, pintura o intervención sobre el tema de la migración en ambas fronteras.
De las más de 100 propuestas se seleccionaron 35 trabajos de artistas emergentes, a los que se sumaron 15 piezas de artistas consolidados invitados especialmente por la galería: Gabriel Macotela, Pedro Valtierra, Francisco Mata Rosas, Antonio Gritón, Pablo Maire, Ricardo Pulido, Altair López, Zamer, Celso Zumire y Doktor Morris.
Las obras abarcan temas que van desde “La Bestia” a Las Patronas, imágenes de la frontera con los Estados Unidos y de los 72 migrantes asesinados en Tamaulipas.
La circunstancia representó una oportunidad extraordinaria para entrevistar al legendario artista plástico Gabriel Macotela, nacido en 1954 en Zapopan, Jalisco.
Pintor, escultor, grabador, dibujante, escenógrafo, editor y músico, estudió en la Escuela de Pintura y Escultura «La Esmeralda» del INBA, en la ENAP de la UNAM. Posteriormente ingresó a la Escuela Nacional de Artes Plásticas de San Carlos, en el taller del maestro Gilberto Aceves Navarro. Perteneció al Grupo SUMA. En 1977 fundó «Cocina Ediciones» y en 1985 la librería alternativa «El Archivero» con Armando Sáenz y Yani Pecanins.
Su primera exposición individual la presentó en 1976 en la Casa del Lago de la Ciudad de México. A esta le siguen diversas exposiciones que realizó en la Galería Pecanins desde 1978 hasta 1987; en la Galería Juan Martín en 1990 y 1995; en el Museo Carrillo Gil en 1983 y 1997; en el Museo de Arte Moderno en 1986 y en el Museo Rufino Tamayo en 1988.
Gabriel Macotela ha participado en diversas exposiciones colectivas en museos y galerías de la República Mexicana y de países como Estados Unidos, Canadá, Chile, Colombia, Cuba, Francia, España, Alemania, Portugal, Bélgica, Grecia, India, entre otros.
Entre algunos de los premios y distinciones que ha recibido están el Premio de Adquisición, en el Salón Nacional de Pintura del INBA (1980), Primera Bienal de Cuenca, Ecuador (1987), Premio Salón Juguete Arte Objeto en el Museo José Luis Cuevas (1993).
LA ENTREVISTA A GABRIEL MACOTELA
–El éxodo, al contrario del exilio, tiene la carga de obligatoriedad, el éxodo se realiza por razones de fuerza mayor…
–Es así. Yo vengo de Zapopan, Jalisco y en cierta manera es un éxodo, pero en los últimos tiempos el éxodo se ha convertido en algo negativo, una realidad fuertísima. No puedo presumir que siempre he pensado en el tema, pero obviamente siempre estoy consciente de la realidad tanto mexicana como latinoamericana. El exilio tiene un fondo muy tremendo que tiene que ver con la subsistencia, el ir a buscar cosas para vivir, para poder comer. Esta debacle económica y social de los países grandes ha construido esta realidad fuertísima.
–Por eso ha decidido participar en esta muestra colectiva.
–Acabo de inaugurar con varios artistas en Oaxaca y luego en Puebla, con amigos como el poeta Mardonio Carballo y el artista Demián Flores, una muestra sobre la migración. Y ahora me han invitado a esta exposición en Aguafuerte y me doy cuenta de que cada vez estamos más pendientes del tema.
–¿El artista debe tomar posición frente a la realidad?
–Por supuesto, imagínate si no lo hiciéramos. Sería absurdo. Hay una generación de artistas contemporáneos que no se dan cuenta de ello, pero creo que tenemos la obligación por la cuestión humana de participar, de ser conscientes.
–¿Hay una grieta entre los artistas contemporáneos y el resto?
–Sí, hay una grieta, claro. Hay una atmósfera creada sobre todo por el mercado y que exhorta a los artistas a ser pasivos y a no meterse en temas duros como la migración, por ejemplo. Pensar sólo en la cuestión estética. No creo en eso. Desde muy joven siempre he tomado posición. Defender lenguas, espacios, hablar de la pobreza, denunciar los abusos, siempre me he pronunciado.
–Una excepción tal vez sea Demián Flores, es un artista contemporáneo y a la vez muy comprometido.
–Así es. Con él trabajo mucho desde hace tiempo, desde los tiempos del SUMA.
–El arte mexicano es un tema complejo…
–Me gusta hablar del tema y tengo la responsabilidad de hacerlo, porque pertenezco a una generación muy grande de artistas entre los que se encuentran Miguel Castro Leñero, Magalí Lara, Carla Ripley, Roberto Parodi, Eloy Tarcisio, en fin, somos unos cuantos. Abrimos espacios independientes, hemos sido maestros de nuevos artistas en todo el territorio nacional, tanto conceptuales como figurativos y creo que es muy complejo hablar de lenguajes en el arte, hacia dónde van los jóvenes, hacia dónde vamos nosotros…amo a mis maestros, desde Francisco Toledo a Vicente Rojo, desde José Luis Cuevas a Gilberto Aceves Navarro, Arturo Rivera y nos hemos nutrido de todo eso, somos parte de todo eso, del pasado, del futuro. Es tan grande el panorama, tan amplio, que me cuesta definirlo. En México estamos luchando por espacios, los jóvenes y los viejos. Es muy diferente al fenómeno de los músicos, los escritores, los cineastas… Los pintores nos reunimos, somos un gremio más unido, platico con los artistas nuevos, vienen a mi taller o voy al suyo y creo en eso. Buscamos siempre soluciones, haciendo cosas poéticas, para hacer frente a esta dura realidad mexicana. Creo en la pintura, en el dibujo y ahora he vuelto a hacer las cajas objeto que hacía en mi juventud…
–Hubo una época no tan lejana que los artistas jóvenes pensaban que se podía hacer arte sin tener que dibujar…
–Todavía sigue esa época. Creo que hay muchos artistas jóvenes que deberían aplicarse en el dibujo, retomar el dibujo y la pintura también, aunque usen siempre la computadora. Se ha entorpecido un poco la mano, por flojera o por el auge de las tecnologías, pero el dibujo es fundamental en las artes plásticas.
–¿Qué opina del arte contemporáneo?
–Es un fenómeno mundial muy tremendo, de mercado, donde el esnobismo es terrible y donde el arte es más mercadotecnia que otra cosa. Ese lenguaje se me hace débil, angustiante e invasivo. Son derivados de derivados de derivados, derivados de Gabriel Orozco, de Teresa Margoles, donde se expresa una falta de compromiso feroz. Anunciarse, mostrarse, verse entre sí, en los museos más importantes del mundo, una cosa muy extraña, rara, un fenómeno que no se da en la música o en las otras artes, donde el poema es real, donde el diseño industrial es lo que es y no lo que aparenta.
–¿Se emociona seguido con las obras de sus contemporáneos?
–Siempre. Lloro incluso frente a muchas obras de arte, todo el tiempo. He ido a ver recientemente a Boris Viskin, en el Museo de Arte Moderno, precioso…Vi la exposicióna de Isamu Noguchi en el Tamayo, impresionante. ¿Qué te puedo decir de las cerámicas de Francisco Toledo? Lloré mucho con ellas. Trato de ver todo lo que puedo. Veo también las exposiciones de los alumnos. Vi la de Felguerez, la de Castro Leñero…
–¿Y desde sus pinturas hasta estas cajas cómo ha ido evolucionando su arte?
–No sé, no me gusta mucho la palabra evolución.
–Tiene razón, es una palabra horrible cuando se aplica al arte.
–Es muy complejo hablar de evolución. Hay una frase que dice que el pintor siempre pintó el mismo cuadro. Mondrian, por ejemplo…
–Me cuesta pensar en un mismo cuadro si esa frase la confrontamos con la obra de Pablo Picasso…
–¡Eso te iba a decir! Picasso hizo todo, pintó de todo, pero piensa en Matisse, pintó pocos cuadros que podrían ser el mismo, todos extraordinarios, claro…Creo en la seriedad y en la poética más que en la evolución. Hay quien produce mucho, hay quien no…
–¿Usted pinta mucho?
–No, ya no (risas) Antes pintaba mucho.
–Nunca le importó mucho lo abstracto o lo figurativo, ¿verdad?
–No, claro que no me importó. Yo soy tan abstracto como figurativo, digamos que estoy en un punto medio. Nunca estuve peleado con eso, hubiera sido una lucha absurda. No soy un abstracto puro, ni un figurativo total. He tratado de contar mis cosas con determinado lenguaje, me canso un poco de eso y pruebo con otra cosa, no siempre quiero trabajar…
–¡Quiere tocar la batería!
–Exacto. Tocar la batería, ir a tomar cerveza con los amigos, dar clases porque aprendo mucho, me encanta estar con los jóvenes, gozar la vida, eso aprendí de mis maestros. Un día mío nunca es igual al otro. Soy anárquico, carezco de disciplina…
–¿Alguna vez ha pensado en qué es ser un artista?
–Uy, (risas) Pues no sé. Esto es algo que hago y que me hace muy feliz. Lo haces sin darte cuenta. A veces sufro un poco, porque sí es algo fuerte desde el punto de vista mental y no siempre estoy a gusto con lo que sale. Me preocupa el país, me angustia terriblemente México. Amo a mis amigos, leo muchos libros de arte, me encanta la arquitectura, me interesa el diseño industrial…
–Los diseñadores industriales parecen los grandes artistas contemporáneos
–Totalmente. Los arquitectos. Lloré muchísimo ahora que se murió Zaha Hadid, no podía creerlo. Veía un edificio de ella y pensaba: ¡No es cierto! La contundencia de la belleza en el trabajo de esa mujer increíble. Soy amigo de Teodoro González de León, viví en Barcelona y me volvía loco por Gaudí, en fin…
–¿Cómo ve el México actual?
–Me rebasa todo lo que pasa. Nunca pensé que llegaríamos a esto. Tengo 62 años de vida y me tocó ver cuando hicieron Tlatelolco, mis padres querían vivir ahí y me da mucho carajo lo que está pasando. Tomar cuenta además de los grandes contrastes. México DF sigue siendo un paraíso de novedades pictóricas, musicales, gastronómicas, pero a nivel nacional seguimos teniendo las peores autoridades políticas del mundo, estamos sumidos en la violencia, en la sangre. Batalla uno a diario con todo eso. Abres el periódico y está lleno de muertos. Sales y te encuentras con los jóvenes que estudian con ganas, que hacen cosas sin saber qué futuro les espera. Tengo una hija estudiante, que lucha por preservar los animales y cuidar la ecología.
–Toda esta realidad tremenda no parece que vaya a cambiar por una elección…
–Claro que no. De hecho, yo jamás he votado. No creo en la democracia mexicana ni en la latinoamericana. Tenemos una izquierda que es el peor del continente. Por eso me he vuelto un agnóstico político y hago cosas como esta caja para la muestra en Aguafuerte: dos jóvenes buscando un horizonte mejor fuera de su casa… no me imagino lo tremendo que debe de ser eso…