Cosechas de miel y de milpas fueron afectadas por las tormentas tropicales «Amanda» y «Cristóbal», acentuadas por el calentamiento global. En medio de la pandemia, pequeños productores piden apoyo.
Ciudad de México, 12 de junio (SinEmbargo).– La Península de Yucatán, área fundamental para la captura de carbono y la recarga de agua a nivel nacional, registró diversos daños en apiarios y parcelas de pequeños productores por las inundaciones a consecuencia de las tormentas tropicales “Amanda” y “Cristóbal” acentuadas por la crisis climática, advirtió Greenpeace México.
Con botas de lluvia, Antonio veía su parcela inundada y se rascaba la cabeza. Previó que el maíz que siembra ahora no podrá germinar, por lo que tendrá que resembrarlo. «Nos hace falta fertilizante, herbicida para echarlo a las plantitas. Pero ya no hay apoyo para el trabajo de la milpa», dijo desde Peto, Yucatán.
En Hopelchén, la región de los Chenes, Campeche, se perdió por lo menos el 80 por ciento de los apiarios y parcelas de familias campesinas organizadas en cooperativas, lo cual representa el ejemplo de cómo el cambio climático derivado del incremento en la temperatura del planeta, los grandes proyectos como el Tren Maya y la proliferación de la agricultura industrial, entre otros, está afectando seriamente el delicado equilibrio ecológico de la Península, observó Greenpeace México.
Ernesto, de Peto, Yucatán, mostró su apiario inundado por las lluvias. «Lo que necesitamos para recuperar la producción y alimento de las abejas por lo menos que nos echen la mano con cera o azúcar», pidió. «Tenía 12 apiarios y ahorita me quedaron como seis, le cayeron matas encima».
Con el cambio climático, las tormentas son cada vez más frecuentes y violentas, lo que causa daños severos en las comunidades más vulnerables, que además han sido sistemáticamente despojadas de sus tierras para imponer megaproyectos turísticos o agroindustriales que agudizan la deforestación de la selva maya, tal es el caso de las granjas porcícolas, dijo Viridiana Lázaro, especialista en Agricultura y Cambio Climático de Greenpeace México, organización que reveló que las 257 granjas porcícolas en la Península de Yucatán han causado deforestación, daño al suelo, contaminación a acuíferos, malos olores, despojo y afectación al ecoturismo de los cenotes. Del total en la zona, 43 están en Áreas Naturales Protegidas, 122 en sitios de atención prioritaria para la conservación de la biodiversidad y solo 22 cuentan con Manifiesto de Impacto Ambiental.
Los pobladores de Kinchil, Maxcanú y San Fernando, Yucatán, están a la espera de poder entrar a sus campos de cultivo para evaluar la dimensión del daño que provocaron “Amanda” y “Cristóbal” en las cosechas, pues se teme que las lagunas de oxidación que utilizan las granjas porcícolas para sus descargas se hayan desbordado, dañando los suelos agrícolas por la presencia de contaminantes como nitratos y amonio en los desechos de los cerdos.
Don Lucio, productor de una parcela de chile, calabaza y frijol, contó que «desgraciadamente la lluvia lo inundó».
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Estos testimonios son de varias comisarías de Peto, Yucatán. pic.twitter.com/UNtoKnXVdW
— Mujer que toma café (@tihui) June 11, 2020
Las lluvias por la tormenta «Cristóbal» destrozaron el patrimonio cultural de los apicultores mayas que estaban listos para cosechar miel. Se perdieron más de 300 casas de abejas –cada una les cuesta 3 mil pesos–, se perdieron milpas de autoconsumo, el papayal y otros cultivos amigables con los polinizadores.
Casimiro, pequeño productor, mostró que la tormenta afectó las plantas de maíz de su milpa. «Veo muy débiles y amarillas las plantitas. Necesitamos un poco de fertilizante para ver si se recuperan, pero ahorita no hay trabajo. De ahí sacamos para el consumo», contó.
La Alianza Maya por las Abejas Kaabnalo’on dirigió una carta al Presidente Andrés Manuel López Obrador para alertar sobre el ecocidio que está ocurriendo en la Península de Yucatán a causa de “un modelo de ‘desarrollo’ que responde a las necesidades de expansión del capital de empresas transnacionales que merma esta actividad apícola y agroecológica comunitaria, por el deterioro de los sistemas ambientales, las dinámicas globales del mercado, los fenómenos naturales atípicos y las políticas gubernamentales erradas”.
Además, Greenpeace México formó parte de las organizaciones que recientemente firmaron una carta enviada al Presidente para protestar contra la construcción del Tren Maya, megaproyecto de infraestructura insostenible en materia ambiental, pues puede ocasionar serias consecuencias para el delicado equilibrio ecológico de la Península de Yucatán y el sureste del país en su conjunto.
«México necesita políticas públicas que ayuden a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y frenar la pérdida masiva y acelerada de la biodiversidad. Es urgente una transición hacia un modelo sostenible que incluya la agroecología, el apoyo a los productores locales y el comercio justo”, afirmó la camapañsista Viridiana Lázaro.