Cine de autor en estado puro aunque de menor nivel que películas anteriores del realizador, como El desconocido del lago, pero que ha sido bien recibido en Cannes, al igual que Sieranevada, de Puiu, una película más doméstica en la forma pero universal en el fondo, que sirve para narrar la vida diaria en Rumanía.
Por Alicia García de Francisco
Cannes (Francia), 12 may (EFE).- El cine complejo y sin concesiones del rumano Cristi Puiu y del francés Alain Guiraudie abrió la competición oficial del 69 Festival de Cannes, donde los dos filmes que presentaron fueron recibidos con aplausos y buenas críticas.
Pero también con una cierta polémica, la que levantan siempre las escenas de sexo explícito en el cine, como las que contiene Rester Vertical, una película que Guiraudie ha tratado de situar a medio camino entre la tragedia y la comedia, aligerando los aspectos más serios y dando gravedad a los más ligeros.
Una historia en la que el sexo tiene un lugar importante, «tanto como mundo de placer como de sufrimiento y también como la matriz de la vida», explicó el realizador en rueda de prensa.
El sexo, agregó, «es algo que produce grandes miedos, que no podemos quitarnos de encima, tratamos el sexo y la sexualidad de una forma demasiado seria», por lo que ha tratado de introducir algunos puntos de humor en la historia.
Rester Vertical cuenta cómo Leo está buscando a un lobo que acaba con las ovejas y en su camino conoce a Marie, una pastora, con la que tiene un hijo. Pero Leo también mantiene varios encuentros sexuales con hombres, incluido con un anciano que muere mientras tienen relaciones.
Una historia dura y árida, con escenas muy crudas, que habla de las «pequeñas preocupaciones» del director como adulto, de sus sueños de infancia y de la búsqueda de algo mítico, personificado en el lobo.
Y una película que a la vez sirve como metáfora del mundo actual. «Estamos, no solo en Europa, sino en todo Occidente, construyendo muros para protegernos del flujo de gente extremadamente pobre. No sabemos qué hacer ni dónde meterlos», dijo Guiraudie, que puso como ejemplo a países como Estados Unidos, Hungría o Israel.
Un mundo que no le gusta y que en su película se refleja en la caza del lobo y en la protección que buscan los pastores.
Cine de autor en estado puro aunque de menor nivel que películas anteriores del realizador, como El desconocido del lago, pero que ha sido bien recibido en Cannes, al igual que Sieranevada, de Puiu, una película más doméstica en la forma pero universal en el fondo, que sirve para narrar la vida diaria en Rumanía.
Pero que podría haberse situado en «cualquier parte del mundo», como resaltó Puiu en rueda de prensa.
Una historia que partió de una realidad, la tradicional comida rumana que se celebra 40 días después del fallecimiento de un familiar, en este caso, el padre del realizador.
Los problemas entre los miembros de la familia narrados de forma aséptica por Puiu componen un fresco sobre la situación en Rumanía pero también en gran parte del mundo.
Una comida familiar que el director quiso situar unos días después de los atentados contra la revista francesa Charlie Hebdo, una noticia que introduce en las conversaciones de la familia.
Puiu quería mostrar «cómo en Rumanía no pasaba nada mientas que en París se había producido un terrible atentado, están absorbidos por su propia historia pero escuchan las noticias» y relacionan ese ataque con el 11 de septiembre en Estados Unidos.
«Son personas que hablan de hechos que han ocurrido en la otra punta del planeta pero que no saben lo que pasa dentro de su familia», explicó el director de The Death of Mister Lazarescu, con la que ganó el premio principal de la sección «Una cierta mirada» de Cannes en 2005.
Y sobre el título, Puiu señaló que lo eligió de forma subjetiva para que no tuviera ninguna relación con la historia y simplemente porque le gustó su sonoridad, incluso modificando un poco el nombre real de la sierra española.
Un cine en el que el rumano quiere reflejar el hecho de que para él su historia personal está formada en realidad por las historias de ficción que cuenta en sus películas.
«Intento hacer todo lo posible para restituir con la precisión que me permite mi subjetividad, lo que he vivido y sentido», explicó.
Un estilo con el que reconoció que se arriesga a «perder la atención de los espectadores» porque incluye largas discusiones con poco sentido que hacen que algunos de los que vean los 173 minutos de Sieranevada puedan salir con la sensación de que no ha pasado nada.