Luego de la aplicación de la vacuna contra la COVID-19 se pueden experimentar algunos efectos secundarios. Un experto explica cuáles son los síntomas más comunes y en qué casos serían necesario acudir a una valoración médica.
Madrid, 12 de abril (Europa Press).- El médico especialista en Enfermedades Infecciosas y en Genética Clínica, Vicente Soriano, ha descrito como síntomas tras la vacuna de la COVID-19 que deben preocuparnos: dolor de cabeza súbito muy fuerte o pérdida de visión o fuerza.
En una entrevista a Europa Press, Soriano, quien fuera asesor de la Organización Mundial de la Salud, ha definido las vacunas contra esta enfermedad como un «tesoro» en el que «los beneficios superan, con muchísimo, los posibles riesgos».
Ha relatado cómo las complicaciones que pueden aparecer después de la vacuna son de dos tipos. Las agudas, que surgen a las 12 horas siguientes; y las tardías, a los tres o cuatro días.
Las agudas son las generales a cualquier vacuna y consisten en dolor muscular, un poco de dolor de cabeza al cabo de dos o tres horas o escalofríos y desaparecen en 12-24 horas. Son frecuentes y poco graves.
Hay otra complicación aguda que puede ser mortal, y que es una reacción anafiláptica (alérgica: como cuando alguien tiene alergia a un alimento). Es excepcional, pero se ha descrito. Aparece durante los minutos anteriores a la hora de ponerte la vacuna y es «muy infrecuente, aparece en uno de cada tres millones de vacunados».
Por último, existen complicaciones tardías, que son especialmente las que se han descrito con la vacuna de AstraZeneca. Se llaman trombosis asociadas a trombocitopenia y son de dos tipos: en la cabeza o en el abdomen. Aparecen al cabo de cinco, siete días y son «muy infrecuentes, aparecen en uno por millón».
Ha explicado cómo, con esta información, la Agencia del Medicamento ha concluido que «los beneficios de la vacunación, con muchísimo, superan los posibles riesgos». «Y ese es el mensaje», ha resaltado
Ha señalado cómo, hasta abril, se habían recogido en la Unión Europea 169 casos de trombosis cerebral; y 53 en el abdomen tras haber vacunado a 45 millones de personas con AstraZeneca. Una proporción «bajísima» y ante la que «van a continuar estudiando y viendo si aparecen en otras vacunas».
Cómo saber si preocuparse: si al cabo de tres, cuatro, cinco días aparece un dolor de cabeza súbito muy fuerte, o una complicación neurológica: pérdida de fuerza, ver doble… En este caso «hay que ir al hospital y decir que uno recibió la vacuna y que desea ser valorado. Se puede diagnosticar con un escáner, por ejemplo».
Cómo cambiará nuestra vida después de vacunarnos: «Para bien», ha aseverado. «El beneficio en lugares donde se ha vacunado mucha gente es bestial, por ejemplo, Israel, el Reino Unido o algunas zonas de California», ha destacado.
«La vacuna funciona muy bien para evitar formas graves, incluida la de AstraZeneca, es un tesoro; las complicaciones que se están viendo no deben reducir el ritmo de vacunación rápido que necesitamos, es importantísimo este mensaje», ha incidido el también profesor titular de UNIR y director del Experto Universitario en Genética Clínica y Medicina Personalizada de UNIR.
En este sentido, ha apuntado a cómo detrás de las informaciones que se están dando hay, también, «intereses comerciales porque Moderna y Pfizer son de Estados Unidos, valen 35 y 55 euros y AstraZeneca es europea (Británica, y la tensión está con el Brexit) y sólo vale seis euros».
«Hay a quien le interesa ruido mediático; Moderna y Pfizer son empresas privadas, tienen su grupo que les defiende directamente, mientras que AstraZeneca son empresas que tienen apoyo gubernamental y nadie los siente muy suyos», ha relatado.
Con respecto a liberar la patente ha recordado cómo con los antivirales del VIH cuando las empresas «hicieron su verano» los vendieron como genéricos.
Ha creído que la patente de la vacuna contra la COVID-19 debería liberarse «para que los países del tercer mundo tengan acceso cuanto antes».
En este sentido ha recordado que «estamos en un mundo globalizado» y «el mundo está interconectado y, si no nos vacunamos todos, el virus seguirá circulando».
En cuanto a la mascarilla, ha considerado: «El estrés puede reducirse, pero no va a desaparecer» porque, incluso, todos los virus respiratorios «han caído» por lo que hay un claro «beneficio desde el punto de vista médico» en llevarla puesta.
«Es evidente que es molesto y queremos ver la cara de la gente, pero reduce el riesgo», ha dicho señalando cómo «igual que te pones la chaqueta cuando vas a salir para no tener frío te pondrás una mascarilla cómoda».