Entre los pueblos y las culturas que hoy parecen ser radicalmente opuestos y que con frecuencia exhiben sus diferencias con las armas, existen símbolos no tan antiguos que hablan de lo contrario. Un amuleto, una mano extendida, se utiliza desde hace tiempo entre judíos y árabes. Es plegaría para proteger a los viajeros o fuerza simbólica contra el mal de ojo. En todo caso, ahora, esa mano protectora y extendida, llamada Jamsa, renace como símbolo de lo posible. Nos dice que nada justifica matar o morir. Une lo que los fundamentalismos de diversas religiones separan.
Por Alberto Ruy-Sánchez