«La realidad es que no tenemos la menor expectativa de que Cuba va a transformar su sistema político en el corto plazo», dijo Ben Rhodes, asesor adjunto de Seguridad Nacional.
Por Andrea Rodríguez, Michael Weissentein y Josh Lederman
LA HABANA (AP) — Decenas de policías de civil y uniformados tomaron posición alrededor de la iglesia de Santa Rita en el barrio residencial de Miramar, ubicado en una zona de frondosos árboles, elegantes casas, apartamentos y sedes diplomáticas.
La calma duró mientras las Damas de Blanco, una organización de opositoras, marcharon por la avenida y se reunieron en un parque aledaño a la parroquia, pero se acabó cuando algunas de ellas y un grupo de hombres salieron por una calle lateral dando gritos de «libertad, libertad» e intentaron sentarse al llegar a la esquina. El operativo se desarrolló en unos 10 minutos y todos los disidentes fueron arrestados, trasladados a comisarías o escuelas de Policía y posteriormente llevados a sus casas.
La escena se repite todos los domingos por la mañana y los opositores denunciaron que las autoridades realizaron en 2015 casi 9 mil de estas detenciones temporales, que pasaron a ser uno de los ejes del debate en torno al viaje de tres días que el presidente estadounidense Barack Obama realizará a la isla este mes.
Los candidatos presidenciales republicanos Ted Cruz y Marco Rubio, ambos hijos de emigrados cubanos, aseguraron que la continua represión muestra que el mandatario cubano Raúl Castro no tiene intenciones de responder a las exhortaciones de Obama a establecer una mayor libertad cívica.
Del lado de Obama, su propia administración reconoció que Cuba no está respondiendo rápidamente a sus expectativas, pero según ellos esta no es la cuestión. En realidad, la visita del mandatario estadounidense luego de décadas de fallidos programas de fomento de la democracia, apoyo a disidentes y demandas de rápidos cambios políticos en la isla, podría marcar un profundo giro en la política estadounidense hacia la nación caribeña.
«La realidad es que no tenemos la menor expectativa de que Cuba va a transformar su sistema político en el corto plazo», dijo Ben Rhodes, asesor adjunto de Seguridad Nacional y uno de los arquitectos de la nueva política de Obama hacia la isla. «¿Qué importa si logramos sacar a 10 disidentes de la cárcel? Para que haya cambio, los cubanos deben tener mayor control sobre sus vidas».
Estados Unidos apuesta a que mejores vínculos entre Washington y La Habana producirán mejores resultados que los verificados en cinco décadas de confrontaciones, a la par que incrementaría en la isla una clase media cada vez más independiente y decidida a exigir hacer valer sus derechos.
La estrategia estadounidense es bien conocida por los cubanos.
«Las profundas diferencias de concepciones entre Cuba y los Estados Unidos sobre los modelos políticos, la democracia, el ejercicio de los derechos humanos, la justicia social, las relaciones internacionales, la paz y la estabilidad mundial, entre otros, persistirán», expresó un editorial del periódico oficial Granma el miércoles.
Aunque la agenda de Obama todavía está configurándose y ya se anunciaron algunas citas como su asistencia a un juego de béisbol entre un seleccionado local y un equipo de Grandes Ligas, se espera que tenga alguna reunión privada con disidentes. Sin embargo, el objetivo del viaje tiene más que ver con el paulatino levantamiento de las sanciones contra la isla.
«Creo que es un verdadero error. Creo que el presidente debería presionar a favor de una Cuba libre», dijo el mes pasado el candidato republicano Cruz.
Para Rhodes y otros miembros destacados de la administración estadounidense, los esfuerzos para darles a los cubanos un mejor control de sus vidas se centra más en aspectos económicos. En el año y medio en lo que va desde que Washington y La Habana anunciaron un deshielo, Obama autorizó vuelos directos, aflojó las restricciones a los viajes y permitió un limitado comercio entre empresas de su país y firmas estatales cubanas.
Cuba, por su parte, que ya había comenzado una reforma económica en 2010 con una restringida apertura a la iniciativa privada, abrió decenas de lugares con Wi-Fi para su población, públicos aunque no gratuitos, para dar más acceso a los contenidos de la red de redes y dio la bienvenida a toda clase de eventos culturales bilaterales, algunos impresionantes como un concierto de música electrónica de los estadounidenses DJ Diplo y próximamente otro de los Rolling Stones.
«Cuba está conectada mucho más al mundo que antes», dijo Rhodes. «Lo que más va a cambiar para bien la vida del pueblo cubano es la evolución de la economía de la isla».
Estos no son buenos argumentos para mujeres como Ivoiny Moralobo, una ex peluquera de 35 años miembro del grupo de las Damas de Blanco, que comenzaron sus marchas de protesta en 2003, luego de que 75 opositores fueron sentenciados por tribunales a penas de hasta 20 años. Todos fueron liberados paulatinamente.
El grupo original, del que solo queda una integrante, se dividió por rivalidades internas y es visto con escepticismo por muchos de sus compatriotas cubanos, entre otras cosas por aceptar dinero proveniente del extranjero y de exiliados que aportan fondos para un pago en concepto de ayuda equivalente de unos 30 dólares al mes a cada mujer, una suma algo mayor al salario promedio en la isla.
Como al resto de los manifestantes habituales de la calle contigua a la iglesia de Santa Rita, en el último domingo de febrero, Moralobo fue arrestada por mujeres uniformadas que la llevaron a un aula de una escuela de policía donde le quitaron su cartera y pasó ocho horas con un oficial en la puerta, un típico ejemplo de detención temporal.
En todo ese tiempo no le permitieron tomar agua, pero le ofrecieron una cena que ella no aceptó. Posteriormente le devolvieron todo y la trasladaron hasta tres cuadras de su casa, relató a la AP.
Junto a Moralobo estuvo Aliuska Gómez, a quien también subieron a una patrulla, pero en esa ocasión solo la llevaron a un kilómetro de su casa.
Según un reporte de la opositora Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, en 2015 se produjeron 8 mil 816 de estas detenciones contra las 8 mil 899 de 2014. Una media de unas 700 mensuales y que no necesariamente se refiere a personas, pues un disidente puede ser arrestado y liberado muchas veces en una semana.
Los disidentes arrestados temporalmente denunciaron el uso de esposas de metal muy ajustadas, no permitirles ir al baño o tomar agua, requisas fuertes, dejarlos demasiado tiempo en los buses bajo el sol, gritos, amenazas y en alguna ocasión se les quitó dinero. Las detenciones pueden ir de horas a un par de días y los varones se quejaron de ser peor tratados que las mujeres.
Lo que pareció claro es que estos grupos disidentes no lograron construir una base amplia de simpatizantes entre la población.
«Es insoportable esto los domingos. ¿Por qué nos rompen la tranquilidad?», dijo a la AP Aleida González, una vecina de la iglesia de Santa Rita que trabaja en una cafetería. «A ellos (los disidentes) les gusta ofender, que también nos respeten a nosotros».
En sintonía con los nuevos tiempos, otros disidentes comenzaron a optar por una vía de menos confrontación para persuadir a las autoridades de promover cambios electorales de camino a las votaciones presidenciales de 2018, con el desafío explícito de sumar la voluntad de otros ciudadanos.
«Pensamos que el país está en condiciones y debe tener cambios», dijo a periodistas Amado Calixto de la organización #Otro18, que presentó al parlamento con propuestas para reformar el tribunal electoral y una ley de asociaciones.
Incluso los expertos que dan cabida a los reclamos de los opositores como su falta de acceso a la prensa, reconocen las falencias en muchas de estas pequeñas y fragmentarias agrupaciones.
«Por una parte los disidentes tienen razón porque o los medios son monopolio del Estado o la gran mayoría de los medios alternativos practican la autocensura para preservar la tolerancia del gobierno», explicó a la AP Ted Henken, experto en Cuba de Baruch College de Nueva York.
«Pero por otra parte la disidencia tiene el desafío de ir más allá de la denuncia, a las propuestas, así como entender mejor y ofrecer soluciones a los problemas cotidianos del pueblo…especialmente ahora que hay un nuevo espacio y ambiente después del 17-D», agregó en referencia al 17 de diciembre de 2014, fecha en que Estados Unidos y Cuba anunciaron su acercamiento.